La melodía de un alma (2025)

CAPÍTULO 27

Días después, todo había vuelto a la normalidad con René afortunadamente, incluso en lo deportivo. En los dos partidos que había tenido esa semana, su actuación había sido sobresaliente, estaba realmente contento. Su relación de amistad con Álex se afianzaba cada vez más y al fin había conseguido que lo tratara con la misma familiaridad con la que lo hacía con el resto de sus amigos. Era consciente que era lo único que podría recibir de ella, una bonita amistad.

—Vamos a ir a tomar algo para celebrar y desconectar un rato de todo ¿Cuento contigo?—le preguntó Toni—Podrías decirle a Álex que venga también, seguro que Bea se alegra de verla.

—No, mejor que no. Para un día que tiene de descanso, mejor que se quede en la casa—podía imaginársela con el pijama más calentito y horrible que pudiera existir, acurrucada a un lado del sofá compartiendo con su familia—Y yo no sé si debería, también estoy cansado.

—¿Quién eres tú y que has hecho con mi amigo? René, tú jamás te niegas a una salida. Ya sabes, musiquita, una buena copa, chicas…bueno para mí no. ¿Qué te está pasando?

—Creo que estoy madurando—sonrió al recordar quién le había respondido con esas mismas palabras—No sé la verdad…

—Tienes que venir, tengo entendido que quieren aprovechar para presentarnos al nuevo fichaje del equipo, al tal Lucas Valbuena. Te recuerdo que eres el capitán del equipo, deberías ir.

—Está bien, iré. Pero sólo un ratito ¿Ok?

En cuanto llegaron, fueron a saludar a Bea a la barra donde la muchacha estaba trabajando aquella noche. Poco después se unieron al grupo y le dieron la bienvenida al flamante fichaje del club.

El chico les contó un poco de él, resultaba que era del mismo lugar de donde era Álex «¡Qué curioso!» pensó René. También les habló de su trayectoria deportiva, el futbolista había estado jugando en Inglaterra, Alemania, Italia y ahora le había salido la oportunidad de volver a España, a su casa y parecía contento.

René trató de analizarlo, parecía de una edad similar a la suya, se veía a simple vista que Lucas se creía mejor que el resto, iba de estrellita y no supo muy bien si alguien como ese chico encajaría en el vestuario. Pero él no lo iba a juzgar por eso, pero sí por su desempeño en el campo de fútbol, que era lo realmente importante.

Dos horas más tarde, se despidió de todos y se marchó. Al llegar a casa, encontró a su hermana sonriendo con el teléfono en la mano escribiendo muy emocionada.

—¿Qué hacés despierta? Es tardísimo—se acercó a ella y la besó en la cabeza.

—Estaba hablando con una persona—Mía no sabía sin contarle a su hermano lo que estaba sucediendo en su vida.

—Ya sé, sería medio extraño que hablaras sola—se sentó junto a ella—Hace mucho que vos y yo no hablamos, digo sin discutir—le pasó el brazo por encima y Mía se acurrucó en él—¿Qué le está pasando a esa cabecita loca? ¿O tal vez debería decir, a ese corazoncito revoltoso que tenés?

—Yo te tengo que decir qué me pasa y cuando yo te lo pregunto a vos, ni respondés. Un poco injusto ¿No?—se quejó Mía.

—Ahora estamos hablando de vos, no de mí—ella tenía razón, pero no era el momento—Decime, confiá en tu hermanito menor.

—Digamos que ha vuelto alguien de nuestro pasado y…estamos intentando volvernos a conocer.

—Decime que no es el pelotudo del papá de Matito porque si no…—su hermana lo interrumpió.

—¡Nada que ver René! ¿Tan estúpida me creés como para volver a caer con ese sorete? ¡Por supuesto que jamás lo haría! Además, dije nuestro pasado. Vos lo conocés también, mamá, Rocco, incluso mi hijo lo conoce.

—¿Todos saben que andás con un tipo menos yo?

—He dicho que lo conocen. Ellos no saben nada de que ando con él. Sólo lo sabe Álex y ahora vos, si me dejás que lo haga, claro.

—¿Le contaste a Álex antes que a mí?—se sorprendió.

—Sí, le conté todo, sabe su nombre, de dónde lo conocemos y que pasó para que él y yo estemos…conociéndonos.

—Ah, mirá vos, que amiguitas se volvieron ustedes dos—en el fondo le estaba gustando el vínculo que la joven sevillana estaba estableciendo con cada miembro de su familia.

—¿Estás celoso o qué?—Mía sabía darle donde le dolía.

—Con vos, sabés que sí hermanita—la pellizcó en la mejilla—Soy un celoso y orgulloso de serlo.

—Eso te quedó un poquito retrógrado, por cierto—a pesar de ser algo más jóvenes, sus hermanos siempre habían sido muy protectores con ella, en especial René.

—Es joda, me gusta que Álex se lleve bien con vos y con todos en realidad—Mía comprobó cómo le brillaban los ojos nada más mencionarla—Pero no nos salgamos del tema ¿Me vas a decir quién es la pobre alma en desgracia que ha caído en tu telaraña?

—¡Ahora no pienso decirte! ¡Por graciosito!—Mía se cruzó de brazos y se apartó de su lado.

—Era una bromita ¡No aguantás nada hermanita!—no pudo evitar reírse—Dale, no seas así, decime ¿Sí?—la volvió a atrapar y no le dejó otra alternativa.

—Soltame y te digo—Mía consiguió zafarse del agarre de René—Pues resulta que la persona con la que llevo tiempo hablando y saliendo como amigos es…Martín.




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