La Meretriz y el sacerdote.

Capitulo 2

ERICK.

Hoy ha sido mi último día en la escuela de monaguillos, diáconos y futuros sacerdote. Por mi hospitalidad, buena fe, voluntad y pasión por servir los sacerdotes superiores decidieron enviarme a Winston, con la misión de pastorear en la parroquia y prepárame para ser un futuro sacerdote.

Mis padres nunca estuvieron de acuerdo con que fuera sacerdote. Ellos ya habían decidido mi futuro, a que país del extranjero iría, que estudiaría, incluso con quien me casaría, todo esto desde antes de que yo naciera. Soy el mayor de 2 hermanas, y el hecho de que su hijo mayor, su heredero, decidirá ser sacerdote era una decepción para mi padre. Debió ser difícil para el dejar su orgullo a un lado y venir a despedirse antes de mi viaje.

-¿como estas Erick?- por un instante pensé que me abrazaría, pero recordé que se trataba del SR. Erikson Hudson, el hombre más orgulloso que existe en toda la tierra.

-Estoy bien padre, un poco nervioso por la nueva etapa pero bien gracias a Dios.

Más adelante se acercaron mi madre y mis hermanas para saludarme y abrazarme.

-Hijo mío, amado de mi corazón, ¿Cómo estás?, te extrañe mucho- decía mi madre mientras me abrazaba bien fuerte y me besaba la mejilla. Dios mío, esta señora tiene más fuerza que un toro.

-madre, suéltame ya, me estas asfixiando.

-Discúlpame hijo mío, es la emoción de una madre que ve a su hijo adorado después de tanto tiempo. No me culpes.

-¿dónde están Mara y Claudia? No las he visto.

-Aquí estamos hermano, ¿Cómo estás?- Mis hermanas menores son lo más preciado que tengo después de Dios y mi adorada madre. Estas niñas son la luz de mis ojos. Lástima que he pasado la mayor parte del tiempo lejos de casa y no he podido verlas crecer como siempre he querido. Pero a pesar de la distancia, a pesar de que están lejos, siempre las llevo en mi mente y corazón.

-Estoy bien, más ahora que las veo tesoros míos- las abrazo y le doy un beso a cada una en las mejillas.

-Erick, no hagas eso, ya no somos unas niñas. Ya estamos en edad de casarnos, si alguien te ve haciendo esas cosas pensaran que somos unas niñas y nadie nos querrá como esposa.

-¿Pero qué dices Mara?, apenas tienes 14 y Claudia 12, ustedes aún se hacen pipi en la cama.- no puedo creer que mis hermanas ya estén pensando en matrimonio. Por los clavos de cristo.

-Oye, ya no me hago pipi en la cama, además, papa dijo que arreglara un compromiso entre Harry, el hermano de Rebeca, tu prometida y yo. Ah, casi lo olvido, Rebeca te envía saludos y te manda a decir que te ama. Pobrecita, aún espera a que regreses.

-¿Qué?, ¿Cómo que prometida?- no pude evitar el asombro. Rebeca y yo no fuimos, no somos, ni seremos nada. Hace algunos años ella me confeso sus sentimientos, pero le dije que sus sentimientos no eran correspondidos, que no la amaba. No entiendo de dónde saca Mara que ella es mi prometida. Un momento,¿sera que papa tiene algo que ver con esto?

Mi padre estaba hablanco con algunos nobles, padres de algunos compañeros cuando interrumpí su conversación.

-padre, disculpe,tenemos que hablar- se disculpó con los amigos y me siguió.

-¿Qué sucede Erik?, ¿de qué quieres hablar conmigo?

-Usted sabe bien padre de que quiero hablarle, ¿Cómo es eso de que estoy comprometido con Rebeca?

-Sabes que nuestra familia siempre ha tenido negocios con la familia Flete, Los Flete se hacen cada vez más poderosos ganando cada vez más influencia entre los miembros de la corte. Pensé que sería bueno para nuestra familia unir nuestros lazos familiares, así que le concedí a Harry Flete la mano de Mara en matrimonio. Pero ellos pusieron como condición que tú debías casarte con Rebeca. Asi que acepte.

Me quede pensando un momento, no puedo creer que mi padre haya aceptado esto sin antes haberme preguntado. No puede ser.

-Padre, no voy a casarme con Rebeca.

-¡Tienes que hacerlo!, ya les di mi palabra a los Flete de que te casarías con Rebeca y voy a cumplirla así que te casaras con ella quieras o no. De lo contrario no vas a heredar nada de lo que me pertenece.

Fuimos interrumpidos por uno de los sacerdotes quien dio aviso de que ya debía irme.

-Lo siento padre, pero no voy a casarme.- y así sin más le di la espalda y fui a despedirme de mi madre y mis hermanas dejándolo atrás.

-Te amo mucha madre, cuida muy bien de tu salud y cuida de mis hermanas- las abrace a las tres y las bese. Era difícil separarme una vez más de ellas, pero esta fue la vida que yo elegí.-Dios les bendiga.

Luego de despedirme tome mis maletas y fui directo al carruaje y me marche. El viaje sería muy largo así que opte por leer la biblia para distraerme.

Sin dame cuenta me quede dormido. Cuando desperté ya había llegado a Winston. Al mirar por la ventana me di cuenta de que es un lugar muy bonito. Había muchos nobles acompañados de sus siervos en las calles, hombres borrachos, mujeres semidesnudas y todo lo que uno se puede imaginar.

Al llegar a la parroquia del santo señor, el sacerdote Marcos, un diacono al igual que yo y una mujer vestida de monja me recibieron con una cordial bienvenida.




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