La Mia Metá

capitulo 4

Marcelo

Estamos con mis padres y mi hermano Nicolás en la casa de Pedro. Nuestro jardinero y amigo de la familia.

Pedro siempre ha sido parte de la familia. Después de construirle a mi madre su hermoso jardín, no solo se ganó el corazón de mis padres, de toda la familia.

Por esa razón estábamos todo en su casa haciéndole visita. Su esposa Juana, una latina como él nos recibe con jugos.

Mis padres conversan, mi hermano se sumerge en su móvil y yo me siento inquieto. Después de ver a mi pequeña no he podido estar tranquilo, ni siquiera pude dormir bien.

Un grito nos sobresalta. Mis padres y los presentes salimos de la casa para ver qué sucede y mi corazón se detiene a ver a mi mía metá tirada en el suelo al lado de su moto.

Corro y a tomo en mis brazos y empiezo a inspeccionar su cuerpo y ella no deja de reír hasta que siente mis manos y me mira con horror.

Trata de separarse pero no lo permito. No esta vez ella podrá alejarse de mí.

—¡Detente! ¿Qué haces? ¡Suelta me!— Grita y siento dolor ante sus palabras de rechazo.

—Quiero saber si estás bien— Le digo tratando de mantener la calma.

—¡Estoy bien!— Me empuja y se levanta sacudiendo su ropa. — Estoy bien — Susurra con voz calma.

— ¿Qué sucedió? Sarah — Pregunta la esposa de Pedro.

Sarah. Me saboreo su nombre.

—El idiota de...— Se queda en silencio y empieza a mirar alrededor. —¿Dónde está?— Pregunta.

—¿Quién?— Le preguntan.

—El idiota de Diego — Dice levantando la moto y siento mi sangre hervir de los celos.

¿Quién puta es ese Diego?

Me acerco y ayudo a levantar su moto. Sarah evita mi contacto.

—Es mejor que entremos— Murmura don Pedro y la chica que está con mi chica y ella se adentran a la casa como si tuviera confianza.

Mis padres me observan como si supieran lo que me esta pasando y antes de entrar siento la mano de mi madre.

—Cariño ¿Es ella?— Asiento y bajo mi rostro — Debes tener paciencia, no la vayas acorralar y asustar—

Sé lo que mi madre se refiere. Mi padre, en el primer instante que tuvo a mi madre cerca, la acorraló, la montó en su hombro y se la llevó.

Todo fue un caos para ellos. Mi madre huía y mi padre le rogaba que se casara con él. Al principio ella pensaba que mi padre estaba loco o demente, pero después de escuchar la historia y explicarle una y otra vez sobre la mía metá, pudo aceptarlo.

Muchas veces hablamos, muchas veces me aconsejo a mí y mis hermanos de cómo actuar. Siempre hemos escuchado las historias de nuestra familia, como fueron sus encuentros y como terminó todo. Para algunos tuvieron que pasar cosas difíciles, para otros tuvieron muchos problemas y se sabe una que otra historia que terminó mal.

Por eso mis padres nos han preparado para aquello. No actuar como cavernícolas y eso es lo que me da miedo.

Mi impulso de ir y buscarla. De besarla y tomarla en mis brazos, pero debo controlarme y no hacer que huya, porque el rechazo de la mía metá es doloroso.

Miro hacia atrás y veo su moto estacionada. Saco mi móvil y tecleo, necesito que me hagan un favor lo más rápido posible.

Mis padres y yo entramos. Mi hermano se queda afuera y yo ignoro el porqué. Lo que necesito es tener a mi chica conmigo.

Pedro, su esposa y las chicas están en la sala y escucho como don Pedro reprende a Sarah.

— Tu hermana y nosotros te hemos dicho una y otra vez que dejes esa moto, algún día Dios no lo quiera te suceda algo grave— Le dice.

Eso jamás lo permitiré.

— Vamos Titto, mi bebé es seguro —

—Seguro mi corazón — Murmura don Pedro.

— Ay viejo, tu corazón está bien como mi bebé — Se acerca y lo abraza.

Al parecer, tienen mucho cariño. Nota mental: averiguar todo de ella con Pedro.

—Tiene razón, tú no puedes andar en esa moto— Digo exaltado —¡Es un peligro!— Sus ojos se abren.

—No te metas con mi moto chico bonito —dice levantándose del lado de Pedro— —Si lo dices por tu espejo, yo te lo pago—.

—No lo digo por mi espejo— Doy unos pasos y mis manos tiemblan por tocarla —Me preocupo por ti —

—No tienes por qué preocuparte por mí— Dice y se aleja un paso haciendo que mi corazón duela —No me conoces para hacerlo—.

—Lo hago porque tú eres ¡La mía meta!—Grito y sus ojos se abren sorprendidos.

—¿Que has dicho?— Susurra nerviosa.

—Joven Marcelo— Dice don Pedro acercándose — ¿Es lo que creo que es?— Asiento sin despegar mi mirada de mi chica.

—Eso... Eso es... imposible — Susurra Sarah y se sienta al lado de la esposa de Pedro.

—Lo es, por eso lo que pasa contigo me importa— Ella niega con la cabeza y yo me empiezo a desesperar —Eres mi mitad— Susurro.

Ella cierra los ojos y necesito tenerla en mis brazos para que entienda lo que estoy sintiendo. Doy unos pasos pero mi madre toma mi mano y niega con la cabeza para que no lo haga.



#349 en Otros
#79 en Relatos cortos

En el texto hay: almasgemelas, destinos, hilorojo

Editado: 06.09.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.