Narra el asesino
Después de dos semanas que no me permitieron salir de la casa, mis padres decidieron enviarme a la escuela, sin importarles nada mi salud mental. Entonces me puse el uniforme de la escuela, fui por mi mochila y mis padres me llevaron a la secundaria, por suerte ellos no me hablan así que podía pensar en tantas cosas, de pronto la voz me preguntó -¿que les pasa?
Digamos que todos me ignoran y toda mi familia me odia -dije en voz alta
Al parecer tú quieres quedarte sólo, ¿verdad? -mencionó la voz
Es mejor que seas el loco psicópata de la familia -contesté.
Mis padres oían que estaba hablando sólo, pero no les importaba mucho además decían que ya no tenía remedio alguno. La voz me volvió a preguntar -¿a donde van?
A la escuela -contesté sin mucho ánimo
Vas a sufrir mucho, sí lo sabes -mencionó
Lo sé, pero a nadie le importa -dije
Y ¿que harás? -volvió a preguntarme
Nada, además si mi vida social estaba por suelos; ahora esta peor pero ya estoy acostumbrado a esa vida -respondí.
Antes de que la voz siguiera platicando conmigo, mi padre me preguntó -¿con quién demonios hablas?
Con mi alguien -contesté
Me da igual con quién hables, pero trata de fingir ser normal, una vez en tu vida -dijo mi padre
Yo simplemente no conteste y preferí estar en silencio; para que nadie me considera raro pero ya es muy tarde para eso. Mi madre le dijo -no debiste haberle dicho eso
Pues que quieres que hiciera, dejarlo actuar como un loco al mocoso esté. Sí va estar fuera de la casa que actúe normal; ya en la casa puede hablar hasta con el diablo, sí quiere -mencionó mi padre
¿Entendido? -me preguntó él
Sí -dije muy desanimado
Otra cosas más, que ni se te ocurra hacer amigos ó algo por el estilo, porque no quiero pagar otro funeral por tus locuras psicópatas -me ordenó
No te preocupes por eso, dudo que hoy se me acerquen las personas -le aseguré
Bueno, ***** ****** esperó que no hagas nada malo -me indicó mi madre
Bien -dije algo disgustado.
Llegamos a la secundaria, me baje del carro y entre. Pero eso no era lo peor sino que todos mis compañeros me miraban, obviamente me tenían miedo por lo que hice, traté de fingir que todo estaba bien, pero no funcionaba muy bien. Entre al salón de clases, nadie estaba ahí sino afuera de esté y como siempre se oían los murmullos de todos ellos. De los tres años que llevo en esta escuela, siempre me han creen algo raro e incomprendido y ahora deseo matarlos a todos a sangre fría...
De pronto la voz en mi cabeza me preguntó -¿como puedes vivir con todo esto?
No vivo con esto, sino me siento muerto cada vez que todos me ignoran -conteste
Ya lo creó, pero todos saben que mataste a tu hermano y ahora te tienen miedo -mencionó
Y ¿eso que? -pregunté sin mucha importancia al problema
Pues que ya no eres ese chico inofensivo que todos despreciaban, sino un asesino despiadado, psicópata y entre tantas cosas más; las personas temen que les puedas hacer algo y nadie te quiere -recalco nuevamente la voz lo que ya sabía desde el principio de mi vida
En algo estas equivocado -dije fríamente
¿En que cosa? -me preguntó la voz
Hay alguien que me quiere -respondí
¿Quién? -pregunto la voz con mucha curiosidad
Mi madre -respondí
Hasta que me sabes dar una respuesta finalmente -dijo
No te preocupes así estaba yo, hasta que lo comprendí -mencione
Pero aún así eres un asesino -recalcó la voz
¡Callate de una maldita vez! -le ordené
¡Asesino! ¡Asesino!... -gritaba la voz en mi cabeza tantas veces
Yo trababa de no perder el control, pero me era difícil porque la voz seguía gritando me más fuerte. Entonces me salí del salón rápidamente, no sabía a donde iba pero sólo quería estar en un lugar tranquilo; todos mis compañeros de la escuela se escondían de mi. Hasta que me tope con los que me molestaban tanto, sin embargo no me hicieron nada; al parecer sabían lo que le hice a mi hermano mayor, aún así tenia preparado algo para ellos. Llegué a los baños, entre y todos los que estaban adentro se salieron, la voz seguía diciéndome asesino, me tape los oídos con mis manos, me senté en la esquina de donde estaban los baños y empecé a llorar. Mi vida era una especie de tortura que ya no podía soportar más, pero la muerte no era la solución a mi problema; sino una tonta salida para los cobardes.
Editado: 13.01.2020