En ese momento actué por instinto, saqué mi guadaña, y la abrí, acto seguido corté las manos del fantasma. No sirvió de mucho, ya que le crecieron al siguiente segundo, pero eso bastó para que soltara mi cabello, y yo pudiera seguir corriendo.
-¡¿Estas bien?!- preguntó Sergio, mientras corríamos.
Yo solo pude asentir, ya que por unos segundos había sentido como si todo se volviera negro, y me faltara el aire (y ya que estábamos corriendo eso no era muy bueno).
-Nos está alcanzando de nuevo- dijo preocupado Sergio, y en ese momento llegábamos a un edificio, que ponía:
EL CONSEJO
Y entramos, en el momento en que lo hicimos el fantasma se paró en frente de las puertas de vidrio, y parecía que ya no podía vernos, y aprovechamos para descansar. (y yo deje de lado el carro) Pasaron unos minutos para que recuperáramos el aliento.
-Ven- dijo Sergio, y me tomó de la mano, sin darse cuenta
-Este, tengo que llevar el carro- dije, y me solté de su mano, y volví a coger el carro.
-¿Donde estamos?- pregunté
-Es un edificio, donde se encuentra el consejo-
-¿El consejo?- dije
-Si, el consejo que te condenó- dijo el sin pensar
-Había otros ejemplos- dije molesta
-Yo...- trató de disculparse
-No digas nada- dije
Nos dirigimos a un elevador, y nos subimos. Sergio de inmediato apretó el botón para que las puertas del elevador se cerraran, y nos quedamos los dos solos (y el carro en medio), e inmediatamente apretó los números del elevador, 2-5-0-3-0-2-1-1.
-¿Por qué tantos botones?- pregunté sin mirarlo.
-Es la clave- dijo como si nada, y yo lo miré extrañada.
-A verdad, tu no lo sabes, ya que estuviste encerra...
-No hace falta que lo repitas- dije cansada y molesta, y el miró hacia otro lado.
-Este edificio es normal para todos los mortales, pero para nosotros nos, así que si nos subimos al elevador, e ingresamos el código, vamos directo con el consejo. Hay varios edificios así, pero solo nosotros sabemos donde están ubicados- explicó Sergio
Terminamos de subir, y las puertas del ascensor se abrieron, caminamos por un pasillo lleno de puertas a los dos lados, y al llegar al fondo, abrimos la puerta que estaba a la izquierda.
Al entrar, sentí como si me hubieran echado un cubo de agua fría. Estábamos a un lado del tribunal del consejo, el lugar que me condenó, que me convirtió en lo que soy al proclamarme como la muerte, y se encontraban en plena reunión, y al vernos dejaron de hablar.
-Lamentamos interrumpir, pero tenemos un pequeño inconveniente- dijo Sergio
-¿Pequeño?, pero si había un fantasma que nos quería asesinar- pensé
-Estamos en una reunión- dijo el consejo y nos ignoraron.
La reunión siguió como si nada por unos dos minutos, y mientras yo miraba mi cabello, cuando el fantasma nos persiguió cogió parte de mi cabello, y en cuanto toqué esa parte se hizo polvo.
-Necesito un corte de cabello- pensé
-Sentimos interrumpir de nuevo- se disculpó Sergio- pero...- en ese momento interrumpí a Sergio
-Yo no lamento interrumpir nada, si estoy aquí es por algo importante. Hay u fantasma que trató de asesinarnos...-
-Olum, explícame, ¡¿que parte de que estamos en una reunión no entendiste?!- dijo el consejo
-¡¿Que parte no entendieron ustedes, de que hay un fantasma, un fantasma, que se supone que yo controlo a los fantasmas, que trató de asesinarme- dije haciendo énfasis en la última parte.
-Nos trató de asesinar- susurró Sergio indignado.
-¡No nos hables así mocosa, te dimos tu libertad, y así nos pagas!-
Y genial, habían tocado el tema que no me gustaba.
-¡Ustedes fueron los que me condenaron!- dije con los ojos rojos y apretando los puños.
-¡Fueron tus acciones las que te condenaron, y nosotros te dimos la libertad!-
-¡Mentira!- grité- ¡Ustedes me dieron más tiempo de lo que era justo!- dije enojada
-¡Te dimos el tiempo que era necesario!-
-Así que si fueron ustedes los que me condenaron, y dijeron que no- eso lo pensé pero no lo dije.
-Elena vayámonos- dijo Sergio a mi oído, y sentí que me cogía de la mano, ¿por qué de la mano?, también podía ser del brazo.
Salimos, y nos quedamos en el pasillo.
-Oye, mírame- dijo Sergio, y lo miré de mala gana
-Tranquilízate, y haz que tus ojos vuelvan a su color verde normal, me gustan más así-
-¿Que te gusta que?- pregunté aún enojada.
-N-no quise decir eso- dijo y agachó la cabeza.
-Cuida tus palabras, te pueden costar te muy caro- le dije mirándolo fijamente, y mis ojos ya volvían a ser verdes.