La Muerte

La biblioteca

Estuvimos esperando afuera unos 20 minutos (yo seguía teniendo el carrito con la televisión), hasta que empezaron a salir por la puerta en fila india. Al pasar por mi lado se ponían a susurrar.

-Es ella ¿verdad?- decían unos, y los otros contestaban:

-Si, es ella-

Cuando todos terminaron de salir, Sergio y yo entramos.

-¿Que quieren?- preguntó el consejo

-Les veníamos a informar, que a hay un fantasma que nos atacó- dijo Sergio

El consejo no respondió, y si pudiera ver sus caras diría que se habían ensombrecido, ya que no hablaban ni decían nada, algo estaban ocultando.

-¿Qué nos están ocultando?- pregunté

-Hace dos días pasó un suceso nada alentador- dijeron (lo cual me sorprendió, ya que pensé que no dirían nada).

-¿Qué tipo de suceso?- preguntó Sergio preocupado.

-Uno relacionado con las armas que son capaces de destruir a la vida y a la muerte- dijo el consejo.

Esto no me gustaba para nada.

-Uno de los miembros de los principales, robó y liberó el arma capaz de destruir a la muerte misma- respondieron.

-¿Quién fue?- pregunté alarmada.

-Isik (luz) - respondió el consejo

-¿Isik?- preguntó Sergio extrañado.- Pero ella siempre fue muy correcta- dijo sorprendido.

-Ella era la hija de Baris (paz), se enteró de que Olum mató a su madre en la peste negra, por liberar el arma, y decidió que ella iba a continuar lo que su madre no pudo- dijo con voz lúgubre el consejo.

-Entonces lo hace por venganza- dije

-Si- respondió el consejo. -Ahora las cosas cambiaron, para peor-

-¿Como cambiaron?- pregunte.

Esta parte es importante que la lean.

-La razón de que el fantasma te atacara es porque ya no te es fiel, ninguno de tus ayudantes lo es ahora, ya que solo son fieles a los que producen muerte. Al liberar el arma que destruye la muerte, todos los mortales dejan de morir, ningún mortal muere y se anulan tus poderes de matar, los podrías matar, pero después revivirían. Esa arma está hecha para matar a la muerte, entonces, como tu no puedes crear muerte, los ayudantes siguen al que haya liberado el arma, porque va a matarte-

-Eso fue bastante largo- pensé.

-Quiere decir, que sus ayudantes se volvieron en su contra, y que ya no puede matar- dijo Sergio asimilando todo.

Esto también es importante.

-Y hay otra cosa, como la muerte es esencial para mantener el equilibrio, cuando esta se altera (como pasó al liberar el arma), se rompe el equilibrio, y ahora todos ustedes son mortales, y todo les afecta (menos la muerte), pueden enfermarse, sentir un dolor extremo (ya que si sentimos dolor, pero no tanto como los mortales), entre otras cosas- explicó el consejo

-O sea que ahora somos como mortales, nos afecta todo menos las muerte- dijo en voz alta Sergio. -¿Y como hacemos que todo vuelva a la normalidad?-

-Tendrían que volver a encerrar el arma (ya que cuando esté encerrada la muerte ya podrá matar), y cuando eso esté hecho matar al que liberó el arma, ya que robar el arma tiene la pena de muerte- siguió explicando el consejo.

-¿Puedo ir a la biblioteca?- dije cambiando de tema repentinamente.

-Puedes ir- dijo el consejo dándome permiso.

-Eso fue fácil- pensé.

Salí, y me dirigí a la biblioteca (guiándome por los carteles, y con el carrito de la televisión), caminé durante 2 o 3 minutos y llegué.

Al entrar, me encontré rodeada de un montón de libros (y decir montón es poco), con millones de libros, lo bueno es que todo estaba ordenado en secciones, y me dirigí hacia la de condenas.

Dentro de la sección de condenas, había más secciones, así que busqué la que me interesaba a mi. 

Tiempos de condena

Había varios libros como:

-Tiempo de condena para los humanos.

-Tiempo de condena para los animales.

-¿En serio?, ¿animales?- pensé sin creer lo que leía.

Pasé por más libros, hasta que llegué al que quería.

-Tiempo de condena para la muerte (o sea yo).

Lo cogí y vi que era de tapa gruesa, como esos que son de una edición cara, y lo abrí, tendría unas 400 o 500 páginas, pero no de esas pequeñas de los libros normales, si no de esos libros grandes y de tapa gruesa.

No lo iba a leer ahora, así que abrí la caja del televisor, y metí el libro en la caja, y la volví a cerrar, ya que no nos permitían sacar los libros de la biblioteca.

Me dirigí hacia la puerta, para salir, volví por el mismo pasillo de antes, y al llegar a la puerta del consejo, vi que Sergio me estaba esperando.

-Hay que irnos- dije mirando a mi alrededor. -Rápido- dije, y lo empujé con el carrito para que me guiara a la salida, ya que yo no sabía donde estaba.

 

 



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En el texto hay: guerra venganza amor

Editado: 13.09.2020

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