Salí de la cafetería, y vi que Sergio se había sentado en las escaleras.
-Oye- dije alegremente- por fin te enfadas, eso es un logro- dije sonriendo.
-Los dos tenemos conceptos muy diferentes de lo que es un logro- djio en tono cortante, pero yo seguí hablando.
-¿Te puedo hacer una pregunta?- dije
-Ya lo hiciste- dijo el, pero yo lo ignoré, e hice como si hubiera dicho que si.
-¿Sabes algo sobre los tiempos de condenas en el infierno?- pregunté
-No, ¿por qué?- respondió el
-Porque creo que...
En ese momento escuchamos que un plato se rompió dentro de la cafetería.
-¡Los niños!- exclamó Sergio, y salió corriendo y entró a la cafetería.
-¡¡Creo que me dieron más años de condena de los que debían!!- grité, pero fue inutil, ya que Sergio no me escuchó.
-¿En serio se olvido de los niños?- dije riendo para mi misma.
Caminé por un buen rato, sabía que tenía que ayudar a Gabriela, pero ella era más capaz de lidiar con todos esos mocosos, mejor que yo.
-¡Elena!- escuché que alguien me llamaba desde atrás, me di vuelta, y vi que era Miguel
-Quería pedirte un favor- dijo
-Dime- dije sin emoción, ya que no me gustaba que me pidieran favores, la última vez que me pidieron que hiciera un favor, terminé matando a una familia entera, en vez de solo a la abuela.
-Hace unos días encargamos en el pueblo una televisión para la cabaña de las chicas, y ya llegó, y quería pedirte si podías ir a recogerla con Sergio- dijo
-Oh, esta bien- dije sorprendida, ya que pensaba que iba a ser otro tipo de favor.
-Bien- dijo Miguel, y se fue.
-Ahora tengo que ver la manera de que Sergio me acompañe- pensé
Habían pasado un par de horas cuando vi a Sergio salir de la enfermería, así que me acerqué a el.
-Tenemos que irnos- dije
-¿A donde?-
-A recoger un televisor- dije impaciente -rápido, quiero salir de este lugar aunque sea unos minutos-
-Esta bien- dijo Sergio des concentrado.
Yo lo seguí, y el se dirigió hacia un auto (ya sabía que eran las cosas) de color azul oscuro.
Sergio condujo durante una media hora, y llegamos a un pueblo, bajamos en frente de una tienda, y entramos.
Mientras el hablaba con el vendedor, yo miraba todas las cosas curiosas que había en la tienda, y al cabo de unos minutos le dieron a Sergio una caja bastante grande en un carrito, para poder llevarla.
Al salir de la tienda nos dirigimos hacia el auto, cuando algo o alguien llamo mi atención.
Se asemejaba a un hombre, vestido por completo de negro, y con una capucha que impedía que vieran su rostro, tenía sus manos metidas en los bolsillos.
-Oye Sergio- dije, y el regresó a ver,- Mira- dije
-Se parece a...
-Uno de mis ayudantes, y creo que es un fantasma pero ¿qué hace aquí?- al formular esa pregunta, el fantasma corrió hacia nosotros, y no precisamente eso era bueno, además había algo raro, que me daba muy mala espina.
-¡¡Corre!!- grité, y los dos comenzamos a correr