—Punto de vista de Nathaniel—
—¡Nate! ¡Juguemos! —Un portazo me saco de mi placido sueño. Cuando observe la fuente de tal alboroto, Charlotte Dragonslav, una niña enérgica de cabello plateado y ojos color jade, tenia una gran sonrisa en su rostro mientras me veía desde la puerta de mi cuarto.
—¡Charlotte! ¡No debes entrar al cuarto de un chico tan casualmente! — Su hermano, Sebastián Dragonslav, un niño con el mismo color de cabello y ojos jade, fingía reprochar a su hermana con los brazos cruzados mientras sacudía la cabeza.
—¡Tu me dijiste que lo llamara! —Se enfrentó Charlotte a su hermano con un puchero. Él se enrojeció un poco por la vergüenza y observo mi reacción. Yo fingí no escuchar y pregunté con una sonrisa irónica.
—¿Cómo entraron aquí? La puerta estaba asegurada.
—Novem nos dejo entrar. —Novem, que hace tres años se había convertido en mi guardaespaldas personal, siempre hacia lo mismo cada vez que Charlotte y su hermano querían “jugar” pero lo que en llamaban juego era una sesión de sparring. Me preocupe un poco por el sentido de la seguridad que tenia Novem al dejar entrar a personas al cuarto de la persona que tenía que proteger.
—¡U-ustedes! ¡les dije que esperaran! —Una jadeante Trea entro poco después con sudor en su frente. Al parecer se había quedado atrás. Su cabello negro se pegaba a su frente y vestía una falda algo larga con una camisa blanca. Sus ojos carmesíes se fijaron en mi figura recién levantada. —Buenos días, Nathaniel. Intenté detenerlos, pero corrieron con magia y no pude alcanzarlos.
—No tienes que disculparte, no me importa. —Me levante y me estire mientras bostezaba. —Pero primero deberíamos desayunar, adelántense, los alcanzare.
—Okey~ —Charlotte se fue despreocupadamente satisfecha con mi respuesta, sus coletas gemelas revoloteando con su caminar feliz.
—A mi no me importa si vienes. —El chico que fingía desinterés hacia mí, la siguió mientras sonreía levemente.
—Te esperaremos, cámbiate rápido. —Por último, Trea los siguió.
Sonriendo con una mezcla de resignación y cansancio, me frote los ojos somnolientos y cuando estire mis brazos hacia adelante, mis mangas retrocedieron dejando al descubierto mis muñecas. Las cicatrices de las esposas seguían ahí. Suspire pensando que aun tres años después no parecía que fueran a desaparecer. Tome la ropa que Novem dejo en mi mesa de noche cuando aún dormía y me cambie rápidamente, también tome mi collar del cajón y me lo coloque como cada mañana. Camine hacia el espejo de mi habitación. Estaba claramente mas alto y aunque aun tenia un rostro infantil, ya no parecía un bebe a comparación hace tres años. Mi cabello castaño oscuro estaba despeinado y tenia la marca de mi almohada. Mis ojos color esmeralda tenían un brillo animado. Me había acostumbrado a la vida en el reino de hombres bestia. Ciertamente me sentía triste cuando pensaba en mi familia, pero solo faltaban dos años para poder verlos de nuevo, además, cada día aquí era tan animado y había tanto que aprender que estos tres años pasaron en un abrir y cerrar de ojos.
Había progresado magníficamente en mi control de la magia, ya no había una fuga como antes por mi falta de control, ahora la energía mágica fluía por todo mi cuerpo por canales que poco a poco fui forjando con practica extensiva. También mi corazón mágico había desbloqueado la capa superior, y mi poder había aumentado en gran medida, y eso no era todo.
—Debería lavarme la cara. —Me dirigí al lavabo y en vez de utilizar el artefacto mágico en forma de dragón que escupía agua por la boca como una fuente. De mi palma abierta hacia arriba levito una pequeña burbuja de agua.
Manteniéndola en su lugar hundí mi cara y me lave con las manos, después de eso forme un conducto de agua enviando la burbuja por el desagüe rápidamente. No solo mi control sobre mi magia había mejorado, también había adquirido un nuevo elemento hace apenas unos meses, por eso, utilizaba cualquier situación para mejorar mi control sobre él. Las monedas de oro que recibí como pago me sirvieron para comprar algunas cosas que me parecieron necesarias cuando paseaba con la ciudad con Novem y Trea. Por cierto, el valor de una moneda de oro de Theorin era de alrededor mil dólares, lo que me dejo bastante incomodo al notar que me habían dado una cantidad absurda de dinero antes. Compre una espada hecha con hierro encantado, el hierro encantado solo era un poco mejor que el hierro normal, pero era un conductor adecuado para la magia, eso aumentaba su valor. Cuando salí de mi habitación Novem que me esperaba en una esquina del recibidor, me saludo inclinándose. Ahora mi estatura le llegaba al pecho, antes solo podía llegarle al vientre, eso fue un recordatorio de mi crecimiento. Novem era algo así como mi referencia para medirme ya que siempre estaba a mi lado.
—¿Nos vamos? —Dijo poniéndose a mi lado mientras caminaba hacia la puerta.
En una esquina de la habitación vi mi espada. Su funda era dorada con bonitas decoraciones verdes, el mango también era dorado y tenia una gema verde en su empuñadura. No estaba seguro de comprarla, pero Novem dijo que combinaría con mis ojos, debido a que me avergoncé, la compre sin pensarlo mucho.
—Me tome la libertad de sacar su espada del anillo dimensional de antemano, espero me disculpe. —Al verme observar la espada que debería estar en mi anillo, Novem se disculpó, entregándome el anillo color oro.
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Editado: 27.10.2021