La mujer de la bufanda roja

La mujer de la bufanda roja

Al llegar el invierno, las calles se llenaron de nieve y el cielo se volvió invisible hacia mis ojos, no se podía ver las nubes, ni el sol (en caso de poder verse solo sería un punto visible)

No había viento y las personas podían caminar con tranquilidad por las calles.

El frio se encontraba también presente, mucha gente se había puesto un abrigo grande, otros llevaban hasta dos abrigos, bufanda y gorros…

El sonido de la nieve al pisar me hacía que me doliera la cabeza. El sonido lo odiaba desde muy pequeño creando iba al colegio con mis padres.

Cruzaba el puente que pasaba por el rio kuruani hasta que la vi. Todas las mañanas antes de ir al trabajo ella aparecía en el lado izquierdo mirando al infinito. Con todas esas veces le pedía al cielo poder hablar con ella, pero no encontraba el momento o las fuerzas para conseguirlo.

Ella estaba de pie, inmóvil…como si no tuviera sitio donde ir; tenía que ser hoy el día en que pudiera hablar con ella. Crucé el puente esperando que no pasara nadie y conseguí llegar al otro lado.

La mujer llevaba una bufanda roja que le tapaba medio rostro de su cara y un abrigo largo marrón hasta los tobillos, su pelo era de color negro como la tinta y también largo (llegaba hasta la cintura)

Cuando la veía mi corazón se congelaba. Ella tenía la vista perdida en el infinito como si hubiera abandonado su cuerpo dejándola sola. Le puse la mano en el hombro para ver si estaba bien y su reacción me dejo sin palabras…se había asustado de mi presencia. Me puso una mirada agobiante y helada, después se marchó corriendo sin decir nada dejándome solo. Estuve toda la tarde pensando en ella y en porque se había comportado de ese modo cuando la toque en el hombro.

“¿será que había sufrido en el pasado? ¿que era tímida? ¿será extranjera, aunque no lo parezca? ...”

Los pensamientos me daban vueltas por la cabeza y no sabía cómo solucionar este problema.

A la mañana siguiente el día comenzó como ayer, la nieve y el cielo seguían en su sitio como si nada hubiera cambiado. Pero, si había cambiado algo. Ella había vuelto y estaba otra vez en el mismo puente y con la misma mirada perdida. Antes se fue porque toqué el hombro así que decidí acercarme y solo decirle algo.

Cuando la salude no reacciono, pensaba que no me había escuchado y lo intente otra vez…volvió a ignorar mi saludo, decidí ver porque miraba al infinito; lo que vi me dejo atónico, no tenía mirada en sus ojos. Sus ojos la tenían perdidos, sin vida…sus ojos apuntaron hacia mí y ahora yo era el que se llevaría la sorpresa y me marcharía.

Cuando me vio no realizo ningún movimiento. Se quedo mirándome. Ambos nos quedamos quietos y sin palabras para contestarnos.

  • Perdón- le dije directamente sin ninguno tipo de tapujo- no quería volver a molestarte-

La mujer continúo mirándome, paso de mirar al inmenso vacío de la densa niebla a mirar directamente a la cara…

  • ¿tú eres el chico del otro día? ¿no? - su voz demostraba que la mujer era encantadora y educada, aunque también se mostraba cerrada y poco social, será por eso por lo que se fue cuando le toque el hombro.

Le afirme su pregunta para que estuviera tranquilidad.

  • Perdóname, no fui amable ese día- la mujer se disculpaba amablemente-no suelo estar acostumbrada al contacto humano- lo decía mientras sostenía su bufanda para taparse la boca.
  • Soy yo quien debería disculparse, soy demasiado confiado y te asuste-me volví a lanzarme sin pensar, espere que no saliera corriendo otra vez.
  • Soy Otaro-le di la mano en señal de caballero, también para que no se asustara.

La mujer por el otro lado se limitaba a taparse la boca mientras miraba mi mano; al final con la mano que no usaba cogió y mostro saludo.

  • Soy Layla, mucho gusto-

Nos quedamos mirando y podía afirmar que su rostro me resultaba familiar, aunque no la había visto nunca ni antes de la nevada.

  • ¿te puedo preguntar? -Layla no dijo nada, seguramente afirmando que podía- ¿Qué hacías ayer en este puente? -

Layla no dijo nada. No se podía saber si le molesto la pregunta o si estaba dispuesta a contestarla, etc.

  • Quería ver el paisaje de esta ciudad por última vez- expreso con tristeza mirando otra vez el rio.

Me puse triste al escuchar aquella respuesta. No sabía cuándo se iba y a donde me hubiera gustado haberla conocido antes, pero el trabajo y la vida social…además que no la vi en otras ocasiones que se me permitan.

  • ¿A dónde te vas a ir? - no pude esconder la pregunta y se la hice, con precaución.
  • No puedo decírtelo…mi familia no quiere que nadie lo sepa y además…nadie me conoce-

Su mirada mostraba agobio en sí misma como si tuviera miedo de ser interrogada por mis preguntas.

  • Lo siento, ¿puedo acompañarte a tu casa después del trabajo? -
  • No puedes…por favor déjame- después se fue desapareciendo en la niebla helada dejándome sin una respuesta más que su nombre…Layla.

Terminada la jornada de trabajo, posiblemente Layla no estaría en el puente, decidí volver directamente a mi casa. En el camino hasta llegar a la calle de mi casa (en realidad, era un edificio de apartamentos) había visto lo que nunca pensé que encontraría. Tenía delante a Layla que caminaba por la misma calle que me encontraba también. Decidí acercarme para saludar, pero su forma de actuar (se movía despacio y con miedo igual que en el puente) me estaba diciendo que no me acercara y decidí hacer caso a lo que me decía. La seguí todo el tiempo sin que ella supiera que me encontraba detrás. Parecía que me llevaba hasta mi apartamento; intentaba no perderla en la niebla y al final llegamos a mi apartamento…pero no entró.

“que extraño”, pensaba al verla pasar por delante y no pararse. Continuo su viaje, parecía no ir a ningún sitio hasta que se paró delante de una casa. Por el aspecto de la casa suponía que sería del periodo Showa, tenía las paredes oscuras por los años, la suciedad de las calles y por lo que veía a un funcionaba con electricidad de los cables colgantes de los postes.



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En el texto hay: niebla, vampiros amor

Editado: 24.01.2022

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