Pronto los murmullos de la gente empezaron a ser una realidad, mamá había vendido la farmacia, con lo que habíamos sobrevivido durante un tiempo, pero ya quedaba poco, Raúl había dejado el colegio para trabajar en una finca cercana ayudando a un viejo amigo de papá con los que aceres del campo, el pobre llegaba muy cansado, con los brazos y el rostro quemados por el fuerte sol, obviamente mis hermanas y yo íbamos a la escuela por orden de mi mamá, así que a duras penas recibíamos el dinero que Raúl traía a casa por sus labores en el campo, pero no era suficiente para mantener una familia de cinco, así que tendríamos que inventar una manera de aumentar los ingresos económicos o de lo contrario empezaríamos a pasar necesidades. Aquella noche pase despierta buscando en mi cabeza una solución, pero era difícil pensar con el ruido que hacia mi estomago avisándome que tenía hambre, en medio de mi preocupación me invadían recuerdos de la deliciosa comida que preparaba mamá, sus empanadas… ¡sus empanadas! Dije eufórica saltando de inmediato de la cama como si me hubiesen empujado de ella, no aguanté las ansias y desperté a mamá.
-mamá, mamá -le susurré al oído para no despertar a mis hermanos, afortunadamente ella tenía el sueño muy ligero.
Entonces le indiqué que me acompañara a la cocina, por supuesto ella muy extrañada fue detrás de mí.
-¡mamá, tengo una solución para obtener más ingresos! –dije entusiasmada.
-¡Marlyn! Primero que todo cálmate, te va dar algo. -Me interrumpió.
-toda la noche pase despierta pensando cómo podría contribuir en la casa y creo que ya encontré de mejor forma de hacerlo. –continué diciendo sin parar.
-¿ah sí? – me miró incrédula.
-claro que si, mira, tu preparas unas empanadas deliciosas, que estoy segura que se podrían vender muy bien y después de Raúl yo soy la hermana mayor, así que tu vas a preparar las empanadas y yo voy al pueblo a venderlas, ¿Qué te parece? –chillé entusiasmada agitando mis manos mientras hablaba.
-Marlyn tú debes ir a la escuela… no puedes trabajar. –refutó convencida.
-mamá, después solucionaremos eso, tú no puedes salir a venderlas por la enfermedad en tus rodillas, Raúl está trabajando y mis hermanas son muy pequeñas, pero yo si puedo hacerlo. –lo tenía todo solucionado, no podía negarse.
-está bien Marlyn. -Accedió mamá dudosa de su respuesta.
Salí de la cocina en cuanto mamá aceptó, para no darle tiempo de que se arrepintiera, mientras corría a prepararme para ejecutar mi proyecto pensaba en lo feliz que me hacia ayudar en casa, pero sobre todo no regresar a la escuela, como dicen “había matado dos pájaros de un solo tiro”.
Habiendo aclarado el cielo, mis hermanas y Raúl se levantaron para comenzar el día como de costumbre, para ser sincera me sentí realmente aliviada de no tener que ir a la escuela, todos se fueron quedando mamá y yo en casa, ella estaba haciendo las empanadas y yo salí a buscar una canasta que me sirviera para llevarlas al pueblo, por primera vez hacíamos un buen equipo, aunque era triste saber que había ocasionado que estuviéramos mas unidas.
Entré a la casa con la canasta ya lista, el delicioso aroma de las empanadas me recordó que aún tenía hambre, así que entre a la cocina sigilosamente y tome una empanada, dándome a la fuga de inmediato para no despertar sospechas.
Salí de casa con la canasta llena de empanadas, dispuesta a venderlas todas, era mi gran idea y por supuesto esperaba que rindiera frutos, al llegar al pueblo fue muy grato encontrar a los viejos clientes de la farmacia, todos me reconocían y eran muy amables conmigo, lo que a su vez me fue de gran ayuda para vender mis empanadas, las vendí todas muy rápido, así que regresé a casa más pronto de lo que mamá esperaba, por supuesto triunfante con mi canasta vacía y una cara de satisfacción que me duró varios días.