La Necesidad Del EngaÑo

XXVII

Me sorprendió lo mucho que James se preocupaba por la niña. Mandó que instalaran una pequeña cama en nuestra alcoba y así podíamos estar pendientes de la pequeña las veinticuatro horas. Pasaron dos días hasta que se despertó, y cuando lo hizo no se mostró asustada sólo parecía algo desorientada.

-Buenas preciosa…-Le dije con cautela cuando ella abrió los ojos. - Me llamo Aroha y voy a cuidar de ti. -Ella se intentó incorporar, pero las heridas se lo impidieron. -Vas a tener que quedarte en la cama un poco más. -Le tomé de la mano e intenté transmitirle algo de seguridad. -¿Cómo te llamas? -La niña parecía comprender todo lo que yo le decía. Yo intentaba hablar despacio para que mi pronunciación en francés fuera la correcta, pero cuándo le pregunté por su nombre se quedó paralizada. -Tranquila… voy a decirle a una amiga que se quede contigo mientras voy a buscarte algo de comer ¿Quieres comer? -Ella asintió.- Está bien.

Tras ordenar que no dejaran sola a la pequeña bajé a informar a James que la niña había despertado.

-¿Y no ha dicho nada? -Preguntó.

-No, pero estoy segura de que comprende todo lo que le digo… Lo más raro es que no muestra miedo… recuerdo que en uno de los libros de medicina leí que en ocasiones hay gente que pasa por cosas tan horribles que después su mente las borra…

-Quizá sea lo mejor. - Dijo James intentando reconfortarme. -Así podrá empezar una vida nueva con nosotros. -Yo alcé mi rostro sorprendida. -No pienso dejar que vuelva a las calles, ¿piensas que no tengo corazón? -Preguntó molesto por mi reacción.

-No, bueno… sé que eres buena persona, pero …. Eso ha sonado horrible. -Ahora era yo la tosca con las palabras. -Se que no dejarías que nada malo le ocurriera. -Dije finalmente.

-Bien. – Respondió dejando de prestarme atención.

 

Con los días la inflamación de la cara de la pequeña disminuyó. Era una niña preciosa, sus enormes ojos verdes parecían querer saberlo todo y siempre sonreía. Sólo de pensar en el daño que le habían infligido me recorría un tremendo dolor, que venía acompañado por un terrible impulso de ira.

Entré en la habitación, la pequeña estaba recostada en su pequeña cama y pareció alegrarse mucho de verme.

-Buenas tardea preciosa… ¿Te encuentras bien? -Ella asintió. -¿Qué te apetece que hagamos? – Yo seguía haciéndole preguntas con la esperanza de que en algún momento las respondiera con palabras, aunque hasta el momento los gestos habían sido su mayor aliado. Ella señaló el sobre que yo llevaba en la mano. - ¿Quieres saber qué es esto? Mi hermana Camille me escribió hace unas semanas, por lo visto a vivido una fantástica aventura y se ha casado. Ella no está nada contenta y en sus cartas solo hace que insultar a su esposo, pero yo creo que en el fondo le gusta. Mi hermana no es de gastar energías en cosas inútiles.

-No sabía que tu hermana estuviera casada. -Di un pequeño brinco al escuchar la voz de James.

-Sí, con un Duque nada más y nada menos… siento decirte que tu título ya no me impresiona. -él pareció la mar de divertido con ello. – Además, la aventura que vivió con su esposo, supera nuestro viaje hasta aquí.

-No me digas…- Dijo sentándose en la cama junto a la niña.

-Sí, por lo visto los dos cayeron por la borda del barco en el que realizaban la expedición, estuvieron a la deriva unos días y después encontraron tierra… -Fui narrando las aventuras que Camille me había escrito en aquella carta. – La verdad la carta me llegó desde Africa... Quizás le pasara algo interesante en la vuelta.

-A nosotros también nos pasaron cosas interesantes ¿a qué sí princesa? -Que empleara aquel apelativo para hablar con la niña hizo que mi corazón se prendara un poco más de él. Así no había forma de olvidarlo.- ¿Recuerdas cómo te llamas?- La pequeña negó- ¿Y cuántos años tienes?

-Mejor no la agobiemos. – Sugerí al ver la cara de la niña.

-He pensado que podíamos buscarte un nombre que te guste. -La niña pareció entusiasmada. -Así Aroha y yo podremos llamarte. Además, había pensado… que te gustaría ver tu habitación. -Aquello me tensó.

-No hemos hablado de eso. -Susurré acercándome a él.

-Contrataremos a una buena niñera y no estará sola en ningún momento. -Dijo intentando relajarme. - ¿Te gustaría tener un cuarto con muchos juguetes? -La cara de la niña se iluminó.

 

Una semana después habíamos bautizado a la pequeña como Emily. Tras decirle un sinfín de nombre pareció que los tres coincidimos en que Emily era precioso y perfecto para ella. Las dos primeras noches que durmió en su nuevo cuarto, yo no fui capaz de pegar ojo. Me levantaba e iba a comprobar que se encontrara bien constantemente. La pobre doncella que dormía junto a la niña tenía que estar harta.

-Creo que esta noche deberías intentar ir solo tres veces. -Dijo James en la oscuridad de nuestra habitación cuando volvía de mi cuarta visita a la habitación de Emily.

-Llegas tarde… esta es la cuarta…

-No le pasará nada malo. Ahora casi me preocupas más tu… llevas tres noches sin apenas dormir nada. Túmbate y descansa.

-No es tan fácil, no dejo de pensar en … en cosas muy feas. Cada vez que cierro los ojos imagino lo peor. -Suspiré.



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En el texto hay: juvenil, romance, epocavictoriana

Editado: 09.08.2021

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