La Nekomata

Capítulo 2

II


En otra zona residencial, que se ve que claramente que es de un status económicamente más alta, y sobre la avenida principal hay una casona que sobresale a las demás viviendas. Opulenta y magnífica en su arquitectura. Del estilo gótico con terminaciones del barroco. En la entrada hay una reja con ornamentos de pescado bien elaborados, y en el centro, la cabeza de un gato sonriente. Pasando aquella reja se encuentra un precioso jardín, lleno de flores y en el pórtico del edificio una joven gatita de color crema con un pelaje hermoso y con heterocromia (un ojo es de color azul y el otro miel), vestida de sirvienta barriendo la entrada. 

Adentro nós encontramos en el comedor, bien iluminada con cuadros de gatos con ropa de la época medieval y victoriana y, en el centro una gran mesa rectangular, donde otra joven gatita vestida de sirvienta esta colocando los platos para el desayuno, quien por cierto es hermana gemela de la otra gata que estaba barriendo la entrada, lo único que las diferencia es que el color de sus ojos (porque también tiene heterocromia) los tiene a la inversa de su hermana. 

En otra habitación, es la sala de espera, grande y ostentosa; con unas estatuas de gatos por aquí y por allá, tapizado con cuadros de felinos, pero la que más sobresalía era un cuadro en medio de la sala, grande e imponente, que era la pintura “Las Meninas” de Velazquez, en una versión con felinos en lugar de seres humanos y llamada “Las Mininas”. En medio de aquella estadía se encuentran unos sillones rústicos, en uno de ellos está sentado un gato adulto gordo hasta más no poder, de pelaje azul obscuro y, aunque casi todo el tiempo tiene los ojos cerrados por su gordura, sus ojos son de color amarillo ámbar. Su nombre es Leonardo Catapier, siempre va vestido de traje ya que es nada menos que el alcalde de la ciudad, también en la misma habitación se encuentra Salt, quien es el asistente del alcalde.

-¿y que tenemos agendado para hoy Salt? -decía el gordito bonachón

-Bueno señor, después de su desayuno, tiene que ir a la alcaldía a firmar unos documentos -decía Salt leyendo su libreta, mientras esta parado a un costado del alcalde Leonardo, quién por cierto, Salt es un gato alto de pelaje negro y bien trajeado sin una arruga en toda su ropa y con zapatos bien boleados que parecen nuevos, con ojos de color verde y, con unos lentes de marco negro, que le terminan dando un aire de seriedad; siempre esta bien erguido y con un modo de hablar tan refinado que genera confianza, pero al tener una personalidad tan chocante y sangrona, no le ha generado nada de respeto, ni siquiera las gemelas sirvientas lo respetan; él desde hace un tiempo a tratado de conquistarlas (o por lo menos a una), pero ellas solo ven a un tipo desagradable en él. Parece ser que sólo el alcalde no le cae mal, por eso lo hizo su asistente, porque sea dicho de paso hace bien su trabajo.

-Después -continuando Salt -se preparará ya que al medio día inaugurará una nueva tienda en el centro de la ciudad, no sin antes que tenga su tentempié señor

-¿y que tipo de tienda voy a inaugurar Salt? -preguntaba entusiasmado el alcalde

-Parece ser que es una pastelería fina señor -respondió Salt

-jojojo, que bien pasteles, y a mi me encantan los pasteles, me comprare tres… no mejor cuatro pasteles, todos de diferentes tipos, para probarlos y saborearlos, también le comprare uno a mi hija y otro a mi esposa, y comprare otros más para la caridad, oh les daré una sorpresa a esos niños del orfanato -decía el gordo alcalde con júbilo

-Excelente idea señor, si ven que llevamos comida para la gente más desfavorable, serán unos buenos puntos para su próxima reelección a alcalde, señor

-Oh, nada de eso Salt, no lo hago para subir en las encuestas, lo hago porque me gusta, por eso me volví abogado para ayudar quien lo necesite, sobre todo al inocente y al desamparado que no podían costear a un abogado defensor 

-le ruego que me perdone señor, jamás lo pensé de ese modo, si mal no me equivoco a usted le decían el abogado de los pobres, jamás le cobraba a los más necesitados

-así es, luego me intereso la política, porque quería ayudar más al pueblo, y eme aquí, soy el alcalde de Miuanopolis

-y uno de los mejores, si me permite adularlo señor, -decía Salt mientras hacía una pequeña sonrisa -después tendrá su comida de las tres de la tarde, luego regresa a su oficina en la alcaldía, hay unos artistas callejeros que parecen ser unos magos o ilusionistas, solo quieren pedir permiso para presentarse en la plaza que esta al lado del parque, y por último en la tarde-noche asistirá a su restaurante preferido junto con su familia, para ser que están sirviendo un nuevo plato, atún a la boloñesa señor

-¿ilusionistas? Claro, no hay problema, será un buen entretenimiento para el pueblo; ¿y no podrás anotar en esa libretita tuya, unos bocadillos que me puedan servir mientras estoy en mi oficina? No vaya hacer que me muera de hambre

-claro señor, no hay problema -anota algo en su cuadernito y lo cierra,  para después decir -señor, sobre el asunto de la central eléctrica…

-¿te refieres la que esta abandonada?




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