La Niña Del Orfanato

Capítulo 48

Las calles por las que ambos niños caminan se ven cada vez más solitarias. A su alrededor se extienden varios edificios, son muy grandes, pero se ven muy viejos y las pinturas desgastadas. Muy pocas personas transitan por las calles, y los que lo hacen caminan con mucha prisa, como si todo el tiempo del mundo fuese a agotarse si caminaran más despacio.

— ¡Ya llegamos!— anuncia el niño señalando una casa ubicada entre dos de los grandes y viejos edificios—. Ven, vamos adentro.

El niño corre hacia la casa, seguido por Katy, quien se asegura de permanecer cerca de él ya que comienza a sentirse algo asustada. Al ingresar en la estancia, suspira de alivio y observa todo a su alrededor con cautela; es un lugar muy pequeño, pero es cálido y se respira un ambiente tranquilo.

La casa consta de una sola planta, tras cruzar la puerta ya te encuentras en la sala de estar, no como en la mansión de Beatriz en donde tras cruzar la puerta llegas al lobby.

En el fondo, más allá de la sala de estar, se divisa un pequeño comedor, el cual sirve para separar la sala de estar de la cocina; y un pasillo a la derecha dirige hacia el baño que se encuentra en el centro, entre dos únicas habitaciones. Katy observa cada uno de los detalles, aunque se concentra más en las fotografías que cuelgan en las paredes color melón.

—Mira, él es mi papá— dice señalándole un retrato en donde se muestra un hombre, la versión adulta del niño, con una enorme sonrisa en sus labios—. Murió cuando tenía seis años, era soldado.

—Benjamín, ¿con quién hablas cielo?, ¿traes las cosas que te envié a comprar?— pregunta una mujer apareciendo de pronto.

La mujer de piel achocolatada, que más o menos mide 1.63, cabello rizado atado en un moño alto un poco desordenado, caderas anchas y un poco robusta, se paraliza al ver a la niña en su sala de estar, amplía los ojos con sorpresa mientras enfoca sus ojos marrones en su hijo, cuestionándolo con la mirada.

—Estaba llorando en la calle— le informa el niño mientras se aparta de Katy para posarse junto a su madre y entregarle las bolsas de compra—. Está muy hambrienta, mamá. Le dije que podía comer con nosotros, ¿le darás de comer verdad?

La mujer observa a su hijo por cuestión de segundos, sin apartar la expresión estupefacta de su rostro. Desvía su mirada hacia la niña; examinándola con la mirada. Aunque no hay mucho que ver con tanta suciedad. Abre las bolsas para ver su contenido y posteriormente vuelve su mirada hacia la niña que no hace ni dice nada, solo se limita a observarla con temor. Observa nuevamente a su hijo, quien le devuelve la mirada y luego esboza una enorme sonrisa persuasiva que desnuda todos sus dientes. La mujer sonríe de igual manera y asiente con la cabeza.

—Voy a cocinar, para que podamos comer, tu tío no tarda en venir— dice la mujer mientras se gira en dirección a la puerta por donde salió, pero antes de cruzar el umbral, se vuelve hacia los menores—. Linda, ¿quieres ducharte? Benny, llévala a darse una ducha.

Una vez que la mujer se ha retirado, Katy se gira hacia el niño a la espera de alguna nueva indicación. El niño sonríe y le hace un gesto con la cabeza para que lo siga hacia el pasillo.

—El baño se encuentra en la puerta de en medio, esta es la habitación de mamá y mía—señala a la derecha—. Esta otra antes era mía, pero ahora pertenece a mi tío.

Ambos niños ingresan a la habitación para buscar toallas limpias, y algo de ropa entre las cosas de la mujer, el niño tuerce un poco la boca pensando en qué podría usar la niña de ropa interior, entonces recuerda los bóxeres nuevos que su tío le trajo cuando volvió del extranjero y que su madre tiene guardados en su gaveta para cuando él los necesite. Es una situación complicada, es una buena razón para sacarlos ya.

—Listo, toma esta ropa, es la camisa de mi ma...

El niño frunce el ceño al escuchar sollozos, rápidamente se gira en dirección a la niña y amplía los ojos con angustia al verla sentada sobre el suelo llorando.

—Oye, no llores— dice el menor con voz suave mientras se aproxima hasta ponerse de cuclillas frente a ella.

—E-Extraño a mi mamá— comenta la niña mientras llora con más intensidad—. No debí decirle la verdad, por eso fue que pelearon.

El niño alza ambas cejas, sin poder comprender a qué se refiere la niña. Conmovido, deja caer la ropa que lleva en sus manos y se sienta junto a ella en completo silencio mientras ella llora desconsoladamente. Tuerce un poco la boca mientras lentamente alza su mano en dirección a la niña para rodear sus hombros con sus brazos.

—No llores. Mi mamá nos dirá dónde encontrar a la tuya. Estoy seguro— dice esbozando una pequeña sonrisa, intentando animarla.

Luego de eso, Katy ingresa al baño para ducharse, el agua que sale de la regadera es realmente helada, las únicas veces que ha tenido que bañarse con agua así de fría ha sido cuando le ha dado fiebre. Al salir del baño, lo hace ya vestida con una playera de la mujer que le llega hasta los muslos.

—Hay que ir a la cocina, la comida no tarda en estar lista— dice el niño tomando su mano y tirando de ella para ambos correr hacia el lugar.

Cuando la mujer observa a los niños ingresar a la cocina y sentarse en el pequeño comedor con capacidad para cuatro personas, se apresura a servirles la comida. Deja un plato frente a Katy y otro frente a Benjamín, antes de sentarse en una silla vacía y suspirar.

—Digan sus oraciones— ordena con una pequeña y cálida sonrisa en sus labios.

—Pero, ¿tú no comerás?— cuestiona el niño frunciendo el ceño al no ver un tercer plato sobre la mesa.

—Descuida, cariño, no tengo hambre— responde la mujer, dirige su mirada hacia Katy y le regala una pequeña sonrisa—. Come pequeña, antes de que se enfríe.

Ambos niños se observan entre sí, y luego de que Benjamín rezara por la comida, comienzan a comer, y no en silencio, ya que el menor comienza a contarle a su madre sobre su día y su experiencia de camino a la tienda con otros niños. La mujer lo observa con mucha atención, adorando escuchar a su pequeño.



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En el texto hay: drama, amor familiar, orfanato

Editado: 29.08.2020

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