El señor Alexander tuvo que ir a la productora a verificar que lo de la serie que están grabando este bien. Se fue después de despedir a las niñas.
Aproveché para que Isaac pudiera visitarme en la casa, Andrés nos atendió e Isaac y yo la pasamos genial hablando sobre la vez que besó a mi hermana pensando que era yo.
—Lo que pasa es que tu si le gustabas a mi hermana. — Admití.
—¿Qué? —Dijo sin poder creerlo.
—Sí, ella y yo de pequeñas teníamos gustos muy diferentes.
—Perdón que te lo diga, no puedo concentrarme mucho porque debo de decirte que me gusta tu vestido — Le sonreí.
Isaac era tan atento y cariñoso conmigo que el tiempo con él se pasaba volando.
—¡Ay, Isaac! —Me sonrojé.
—¡Val! —Michelle entró corriendo. —Hola —Se detuvo en seco cuando vio a Isaac.
—Ya conoces a Isaac, linda.
—Creo que es hora de irme. — Isaac se puso de pie y lo acompañe a la puerta —Adiós — Me sonrió y se fue.
—¿Que pasa, linda? — Adela apenas estaba entrando por la puerta.
—Mis amigas llegarán en veinte minutos.
—¿Y qué esperas? Ve a cambiarte.— La animé. Adela se dirigió a su cuarto.
—¿No ha llegado Joaquín? —Estaba de verdad muy nerviosa.
—No, pero no ha de tardar y tu padre tampoco.
—¿No está papá?
—No.
—¿Si no llega papá, tú crees que Joaquín venga de todos modos?
—¿Por qué dices eso?
—Papá no llegará, siempre que sale de la casa llega ya muy tarde ¿Que no te has dado cuenta?
—Sí, pero él está intentando pasar más tiempo contigo y con Adela.
—Nosotras no importamos más que su trabajo. —Subió rápido las escaleras. Sin duda un tema que arreglar más adelante.
Después de unos minutos, tocaron la puerta y Andrés abrió. Eran dos niñas de la edad de Michelle, aunque se veían que eran todo lo contrario a ella, demasiado maquillaje para su edad. Sin duda así me veía yo en aquellos tiempos de escuela.
—Hola —Las saludé.
—Hola ¿Está...? —Una de ellas hablo, sin dudarlo supe que era la líder.
—Michelle —Completó la acompañante.
—Sí, está en su habitación…
—Hola —Michelle bajó las escaleras y después de unos segundos subieron las tres.
—En todos los años que llevo aquí, esta es la segunda vez que compañeras de la joven Michelle vienen a casa. —Andrés se unió a mi lado.
—¿Cuándo fue la primera?
—Cuando ella tenia diez.
—Pues esperemos que todo salga bien, llamare a mi madre. Hace tres días que no hablamos y debo contarle sobre Isaac. —Corrí hacia el teléfono de la casa.
—¿En cuanto tiempo sirvo la comida? —Me preguntó Andrés.
—Creo que debemos esperar a Joaquín. — Marcaba el número—¿Mamá? ¡Hola! —Dije cuando me contestó.
—¿Por qué no me habías llamado?
—Estaba ocupada, Adela tenía un problema en la escuela y yo…
—Y tú atendiendola como siempre ¿Qué nadie más puede resolver los problemas en esa casa más que tú?
—Mamá… soy la niñera, debo de resolver los problemas de las niñas.
—¡Hace unas semanas resolviste el problema de unos papeles del señor Alexander¡ —Me recordó.
—Porque accidentalmente fui yo quien usó esos papeles como zuela para mi zapato, fue una emergencia y despues los tuve que reponer.
—Si no es una cosa, es otra. Pero tú nunca me llamas, ya no te interesas por mi, ni tu padre.
—¡Oh, mamá! ¿Cómo puedes decir eso? Te doy la mitad de mi sueldo.
—¿Y? ¿Crees que con tu dinero puedes comprar el tiempo que no me das? Pero recuerda que madre solo hay una y algún día me perderás. Solo espero que te quedes con la conciencia tranquila.
—De acuerdo, mamá. Perdón, tienes razón y dejaré de darte el dinero pero pasaré a tu casa más seguido.
—Jamás dije que no quisiera el dinero. —Sonreí. Eramos tan parecidas, aunque a veces eso nos hacia pelear mas.
—De acuerdo mamá, tranquila. Te visitaré más.
—Puedo visitarte yo…
—¡No! —Dije de inmediato.
La última vez que mi madre vino a casa de los Maldonado, se quitó los zapatos mientras comíamos las niñas y yo. Afortunadamente el señor Alexander solo se la topó al salir, aunque eso no impidió que ella tratara de llevarse los dulces del recibidor.
—¿Por qué? —Esa era una pregunta que podía desatar la guerra.
—Porque te digo que hay muchos problemas, mamá.
—¿Nadamas es por eso? — No.
—Sí. Mamá, pero cuando todo mejore puedes venir.
Mi madre y yo hablamos sobre Isaac y las citas que hemos tenido, ella me contó sobre que gracias a que usó el baño de una plaza, se encontró con un cupón para dos masajes gratis en spa.
Nos pusimos de acuerdo para que podamos ir a canjearlo.
Colgué con mamá después de una larga plática, encendí la televisión con un gran apetito y Michelle bajó.
—Val ¿No has hablado con papá?
—No, linda. ¿Por qué?
—Mis amigas ya se desesperaron, les dije que esperen un poco más pero están un poco indecisas. He tratado de llamar a papá y me manda directo al buzón de voz.
—Trataré de comunicarme yo, mientras tu sube y no dejes que se vayan —Le advertí. Tome el teléfono y comencé a marcar al celular del señor Alexander, todo debía de salir bien hoy, de esto depende que Michelle tenga o no amigas.
No me cansé de marcar una y otra vez, hasta que Michelle y las otras bajaron.
—Debíamos haberlo sabido, solo inventaste eso para poder ser nuestra amiga ¡Que patética! — La que parecía ser la líder iba al frente de las tres.