POV VALERIA
—¡Val! ¡Has vuelto! — Michelle entró al baño donde yo estaba llenando mi tina de pedicure para el señor Alexander. Estos días han de haber sido de mucho estrés para él.
—¡Sí, linda! —Me puse de pie para darle un abrazo.
—Tengo un problema. —De inmediato con las malas noticias.
—¿No pudiste mantenerte alejada de los problemas dos días? —Le pregunté algo resignada.
—¡Val! Hice la carta que me dijiste, pero al entrar por un sobre a la oficina de papá, él llegó. La oculté entre sus papeles y salí corriendo, al regresar más tarde por ella, la carta ya no estaba. —Parecía verdaderamente aterrada.
—Tranquila, linda.
—¿Qué pasa si él la lee? ¡Va a matarme!
—Ya veré cómo la recupero ¿Pusiste tu nombre?
—No, solo escribí un montón de cosas que pasan en las telenovelas.
—Bien, no te preocupes. Yo la recuperaré. —Cerré la llave y tomé la tina, bajé hacia la oficina del señor Alexander. ¿Cómo rayos iba a recuperarla? ¿Por qué siempre me meto en estos problemas?
—Creo que tienes razón. Tal vez deba admitir… no lo sé, que yo la...—Escuchaba al señor Alexander mientras llegaba a la oficina.
—Toc toc —Entré con la tina en mis manos.
—¡Aguarde! —Andrés me gritó. Se tocó la cabeza desesperado. —¡Solo un segundo más! —Camino detrás de mí, azotando los pies y golpeando la puerta.—¡Solo necesitaba un segundo más para que lo dijera!
—¿Qué le pasa?—Le pregunté al señor Alexander.
—Ya lo sabe, las cosas están muy tensas. — Reía nervioso.
—Señor Alexander, tengo una pregunta. — Dejé la tina al lado del sofá pequeño que está en la oficina.
—¿Y cuál es? —Me miraba y me hablaba extraño.
—Ayer que me fuí le dejé una nota explicándole por qué me iba. Pero por las prisas se me olvidó otra. —Fue lo mejor que se me ocurrió.
—¿Otra?
—Sí ¿No la ha visto por aquí? La dejé igual en un sobre.
—No, solo tengo la nota que usted me dejó.
—¿Le molestaría que la busque? —Le pregunté sonriente. —Mientras siéntese y meta los pies en la tina.
—Adelante ¿Era muy importante la otra nota? — Se sentó en el sofá, se quitó los zapatos y metió los pies en el agua. Eso sí que era extraño, el señor Alexander hubiera resistido un poco más, hasta que lo hubiera obligado a quitarse los zapatos.
—Muy importante. —Moví los papeles que había en el escritorio,revisando entre cada uno de ellos, pero solo había contratos y cosas aburridas.
—Alexander... —Paula entró — ¿Aún sigue en pie la cena? —Paula se notaba muy triste, ¿una cena de la que no estoy enterada? ¿Qué está pasando aquí?
—Sí y no hay vuelta atrás.
—¿Y qué dirías si te digo que tengo una cita a las ocho? —Trataba de zafarse.
—Diría: nos vemos ocho treinta.—Andrés decía mientras iba a mi lado a ayudarme a buscar la nota.
—¡Cállate! —Paula parecía desesperada ¿Qué me habré perdido?
—Paula, no puedes faltar a la cena. Ni siquiera puedes salir de esta casa hasta que esa cena se termine.— Resignada cambió de tema.
—¿Ya leíste el guión de la junta de ayer?
—No, he estado resolviendo algunos asuntos.—Me dió un vistazo— Pero mañana sin falta lo leeré.
—Alex, me llamaron y me dijeron que hay un documento entre esas páginas ¿Puedes revisar? — El señor Alexander miró sus pies.
— Puedes tomarlo del portafolios. — Apuntó el portafolios que estaba en el escritorio.
Paula lo tomó, lo abrió y comenzó a sacar todos los papeles.
Andrés metió la mano al portafolios del señor Alexander y sacó un sobre de ahí.
—¿Será está? — Me la entregó.
La abrí inmediatamente y esa era mi nota.
—No, no es esta. Esta es la nota que le deje al señor Alexander. —La descarté.
—¿Qué? —El señor Alexander se puso de pie, sin secar sus pies fue hasta nosotros y nos arrebató la carta. — “Señor Alexander, me llamaron de urgencia. Mi padre tuvo un ataque al corazón, iré al hospital o a dónde sea que lleven a los que les da eso, perdón por no avisar. Con amor Val.” —Leyó en voz alta mi nota. —¿Esta es la nota que usted me dejó? —Parecía algo impresionado.
—¿No la había leído? ¿Qué le pasa? —Se sonrojó.
—Entonces ¿La nota que busca es esta? — El señor Alexander sacó su cartera y ahí doblada sacó una hoja, me la entregó.
—Perdona que no me atreva a decirte esto en persona… —Leí y de inmediato reconocí el diálogo de la novela de donde la había sacado, terminé de leerla nota. — ¡Sí! Es esta. — Mi alma descansó, debería cobrar el doble.
Todos se quedaron callados, Andrés miraba al señor Alexander.
—Ni se te ocurra hacer algún comentario, Andrés. —El señor Alexander lo amenazaba.
—No diré nada. —Andrés salió de la oficina y casi enseguida se escuchó una carcajada.
El señor Alexander se puso aún más rojo.
—¿De qué se ríe? ¿Se ríe de mí? ¡Ya me tiene harta ese mayordomo de quinta!—Paula salió a toda prisa y a los lejos se escuchó su grito. —¿¡Ahora de qué rayos te ríes!?
—Señor… no me diga que usted creyó que yo le había escrito está nota. — Deduje.
—Em… no, no. ¿Por qué usted me dejaría eso? Y también ¿Por qué yo creería eso? —Se reía tan falsamente como la nariz de mi tía Verónica.
—Me alegra que no me crea así, porque si yo quisiera decirle a usted lo que está aquí anotado. Créame que yo no sé lo dejaría en una nota. —Sonreí y caminé hacia la puerta.
—¿Usted escribió esa nota? —Me preguntó, voltee pero él estaba de espaldas.
—No, esta nota yo la recibí.
—¿Quién se la envió?— Decía interesado— Digo… bueno, si es que yo puedo saberlo.
—No, no puede saberlo. —Salí de la oficina y después corrí hasta la habitación de Michelle.
~~~
—Y entonces ella lo golpeó con una baguette. —Andres, Adela, Michelle y yo estábamos en mi habitación. Adela nos contaba lo ocurrido con Paula.
—Yo tengo lista mi cámara, Paula deberá humillarse frente a ese señor.