— ¡Oh, señor Alexander! No se preocupe, su película fue increíble. — Lo consolaba.
Todo el día estuvo muy nervioso, ahora estábamos cenando en un restaurant bar que encontramos en el camino a la casa. Andrés estaba con las niñas mientras, Paula, el señor Alexander y yo estábamos en la barra, yo pedí piña colada y ellos dos tomaban algo más fuerte.
—Si fue tan increíble ¿Por qué se fue a mitad de la película y regresó casi al final? — Me reprochó.
—Solo puedo decirle que para la próxima premiere, la haga en otro lugar, porque solo había dos inodoros para mujeres en todo el cine. — Me quejé.
—Detesto esperar las críticas, Alexander. — Paula se veía mal, pálida, sudaba frío.
—Creo que no tenemos de qué preocuparnos. Él es un profesional y no creo que mezcle lo profesional con lo personal ¿No? — Parecía que trataba de convencerse a si mismo.
—Cierto, no creo que deje que sus sentimientos de odio hacia nosotros nublen su juicio. — Le respondió Paula.
Hicieron que el bar cambiara el canal para ver la reseña.
—Estamos perdidos. — Dijeron a coro Paula y el señor Alexander.
—¡Ahí está! — La televisión mostró el slogan de las críticas.
—No puede ser. —El señor Alexander estaba muy nervioso.
—No quiero ver —Paula se cubrió los ojos.
“—Es hora del rincón de la crítica.
Desafortunadamente nuestro crítico estrella, Patricio Lombardo se intoxicó y no podrá acompañarnos.”
El hombre de la televisión anunció.
—¿Qué? —El señor Alexander estaba confundido. Sonreí.
— Val le dió un bocadillo que estaba en mal estado. — Andrés que se había acercado para escuchar la crítica y les explicó a todos.
—¿Los de la bolsa? — Paula preguntó.
— Sí.
— Yo comí de eso. — Ahora entiendo porque se veía tan mal.
“—Así que entramos directamente a la premiere a preguntarle a la gente lo que opinaban de la película.
—Hola —Aparecí en pantalla"
—Val ¿Eres tú? —Andrés estaba muy sorprendido.
—¡Lo sé! — Estaba muy emocionada. — Aunque me veo un poco gorda.
“—La película me cautivó, en realidad es una obra de arte, precisa, cautivadora, en verdad una película encantadora. ¡Un éxito total! —Sonreía a la cámara.—Fue una perfecta velada en el cine, aunque creo que deberían de poner más inodoros.— Querían quitarme el micrófono pero lo agarre con mi mano, era mi minuto de fama. — ¡Buenas noches a todos, adiós! — Envié un beso a la pantalla.
—Pues ya lo escucharon, amigos. La nueva producción de Alexander Maldonado es todo un éxito.”
Todos gritamos y festejamos.
— ¡Oww, muchas gracias. Señorita Valeria! — El señor Alexander me agradecía. Tomó ambos lados de mi cara y en lo que parecía ser un impulso, me besó. Cuando nos dimos cuenta nos quedamos en un silencio incómodo. — Bueno, quiero decir que gracias, muchas gracias. — Tomó mi mano y la agitaba arriba y abajo.
— Cuando quiera señor Alexander, ¿Escuchó? ¡Cuando quiera! — Volteó con Paula que nos veía algo extraña. — ¿Cuando es el próximo estreno? —Pregunté.
~~~
—¡Andrés! —Entré a su habitación exaltada.
—¿Qué pasa? ¿Rompiste otra cosa? —Andrés estaba acostado, ayer despertó con fiebre así que comimos pizza.
—¡No!—Respondí de inmediato. — Espera... —Recordé todo lo que había hecho hoy. — No. — Dije segura.
—¿Entonces?
—¡Daniela se divorció! — Le di la mala noticia.
—¿Daniela? ¿Tu hermana gemela?
—Sí y está muy mal. Mamá dice que llegó de madrugada, tuvo que darle algo para dormir. De seguro Iván, su ex-esposo le hizo algo muy malo.
—¿Por qué lo piensas?
—¡Como si no supiera cómo es! Salí con él seis meses antes de que mi hermana se metiera entre nosotros y me lo quitara. — Me encogí de hombros.
—¿Y qué quieres hacer? —Andrés se veía verdaderamente mal, aunque ayer estaba peor. El doctor le dió una semana de reposo.
—No lo sé, quiero pasar tiempo con ella. Ya sabes, tiempo de hermanas.
—¿Y tú no te sientes mal?
—¿Yo?
—¿No existe eso de que las gemelas están conectadas? —Se sonó la nariz con un pañuelo.—Que si ella llora tu lloras, si ella ríe tú también.
—No o almenos no en nosotras. — Me encogí de hombros. — Seria bueno que ella pudiera venir. ¿No lo crees? Pasar unos días aquí conmigo.
—Val, no quisiera ser grosero pero quiero dormir un poco. —Me cortó la inspiración.
—Sí, sí. Perfecto.— Con un incomodidad salí de su habitación.
—Gracias. — Respondió del otro lado de la puerta.
Tenía un plan, tenía que funcionar, me dirigí a la oficina del señor Alexander.
Entré sin tocar.
—Señor Alexander —Fui directo a su lado y me senté en el escritorio. —Estuve pensando.
—¿Dolió? —Paula estaba sentada en el sofá.
—¿Qué se preguntó ahora? ¿Si coco es feliz durmiendo en la jaula? Porque coco ya está libre por toda la casa como usted quería, las 12 horas del día o se pregunta ¿Porque Andrés tiene vacaciones? No son vacaciones, Andrés se enfermó y tiene que tener reposo o se pregunta ¿Por qué no dejo salir a Michelle con ese tal Adam? La respuesta es porque no. —Él mismo se preguntaba y se contestaba.
—Pues no, no era nada de eso. Pero tocando el tema de Michelle… — El señor Alexander decía que Adam no era bueno para Michelle porque Adam la invitaba a muchas fiestas, a las cuales Michelle no ha ido ni una sola vez.
—¡Basta! ¿Quién es el padre aquí?
—Usted.
—¡Exacto! Es mi hija y yo no voy a dejarla ir a esas fiestas.
—¿A qué le tiene miedo? ¿No confía en ella?
—Sí confío en ella, pero no confío en esos chicos.
—Señor, hay un mundo allá afuera, no podrá protegerla toda su vida. Un día Michelle tendrá que salir y si no la deja ir, ella no sabrá cómo controlar lo que se encuentre. No sabrá cómo comportarse con un hombre mayor, porque nunca pudo tratar con hombres de quince años. —Lo pensé un segundo— Aunque pensándolo bien, los hombres mayores se comportan como hombres de quince años.