La noche de Abril

Capítulo 5

—¡Amanda! —exclama Martín, sorprendido— un gusto volverla a ver —deposita un suave beso en su mejilla y entra a la casa de Daven.

—Buen día señor Martín —con una enorme sonrisa impregnada en ella—. Ha pasado mucho. Pase, el Doctor lo espera en su oficina —. Amanda abre paso para que Martín entre.

—Wow, esto es aristocrático con un toque de minimalismo —dice paseando la mirada por la enorme sala de Daven. Nunca había entrado al despacho de Daven.

—Así es, gustos de la señora Lauren —suspira y sonríe recordando los buenos momentos.

—Lauren —repite Martín con curiosidad–Daven nunca ha hablado de ella—Mira sobre su hombro a Amanda que se encuentra con la mirada perdida.

Amanda alisa su uniforme. Está nerviosa.

Ejem.

—Oh, doctor, acaba de llegar el señor Martín —se apresura a decir al ver a Daven.

—Eso veo, Amanda —dice mirando fríamente a Martín—. Por favor lleva dos cafés a mi oficina.

—Está bien Doctor, en un momento le llevo —dicho esto se dirige a la cocina para llevar acabo las órdenes de Daven.

—Martín, acompáñame —invita a Martín a su oficina situada en la segunda planta de la casa.

—Vamos —resopla Martín.

—Con que Amber Müller ¿eh? —habla Martín, tomando un sorbo del café recién preparado. Está delicioso.

—Así es —responde Daven mientras lo observa fijamente recostado en su silla de escritorio—. Sé que este año Amber ha publicitado nuestras prendas, sin ningún tipo de interés; sin embargo, ella será una fantástica portada, una perfecta imagen de la colección de esta temporada—. Daven hace una pausa para beber un sorbo del café Kona importado nada más y nada menos desde Hawái. Uno de los mejores—. Espero y le des un contrato generoso.

—Tienes razón, mucha razón. Amber es perfecta para esta colección —afirma recostándose en el asiento— ¿Viste los bocetos que te envió Denisse? —Pregunta frotándose su espesa barba con sus nudillos— son espectaculares.

—Si —resopla Daven—, son —piensa—, son vintage, me gusta bastante eso ¿Cómo se llama esta colección?

Martín ensancha su pecho, se siente bien que a Daven le guste algo sin reprochar.

—Se llama Quinientos veinte, en número romanos —Martín se inclina hacia delante para tomar un lapicero y escribir en una hoja.

"DXX"

Quinientos veinte —repite Daven mientras mira la hoja con los números— ¿Por qué? —se inclina hacia delante y posa sus codos en el escritorio apoyando su quijada en sus manos.

—Mmm, lo propuso Agustín, y a Denisse le encantó —Contesta Martín.

—Bien. Espero que Quinientos Veinte sea un éxito. La colección es muy buena —afirma Daven—. Mañana me pasaré por ahí y estaré presente cuando Amber firme el contrato.

—¡Bien! —exclama Martín. Se levanta y le ofrece su mano, Daven la estrecha y lo invita a salir.

De un momento a otro Daven toma a Martín por el cuello de la camisa y lo presiona contra la pared.

—Nunca, nunca en tu maldita vida —gruñe y lo mira fijamente —vuelvas a mencionar el nombre de Lauren —Lo suelta y Martín empieza a toser.

—Maldita sea Daven —reclama mientras se recompone y toma su maletín—, tu forma de arreglar las cosas —enfatiza las tres últimas palabra— no siempre servirán —dicho esto abre la puerta de la oficina, sale y la cierra de un portazo.

—Doctor —dice Amanda mientras toca la puerta de la oficina de Daven—, doctor ¿se encuentra bien? —sus palabras salen preocupadas.

Luego de insistir y no recibir respuesta se marcha.

Daven sirve en un vaso ancho y corto otro poco de su whisky favorito: The Magallanes. Alza el vaso y dice:

—Por ti Lauren —se acerca el vaso a la boca y bebe todo. Se siente como quema el líquido espeso, mientras baja por su garganta.

Luego unas horas, y de hecho, haber bebido unas copas demás, sale de la oficina; y se dirige hasta su cuarto. En la mesita de noche que acompañaba su cama había una pastilla y un vaso de agua, Daven mira confundido la pastilla.

—Doctor, eso es un somnífero —asegura Amanda, desde la puerta.

—Un somnífero —murmura Daven— ¿Qué hora es? —pregunta lanzándose a la cama y masajeándose el puente de la nariz.

— Ocho de la noche, doctor —contesta Amanda.

—Bien —toma el somnífero, lo lanza dentro de su boca y lo pasa con ayuda del agua—. Dormiré, mañana tengo que ir a la empresa. Debía estar ahí cuando Amber firme el contrato con dreams.

—Está bien Doctor, hasta mañana —Amanda cierra la puerta y se marcha.

—Hola chiqui —una dulce voz llama su atención y voltea para ver de quien se trata.

Una mujer alrededor de los 20 años con un jean y una blusa básica lo mira con ojos cariñosos mientras fuma.

—...

—¿Te encuentras bien? —pregunta confundida cuando no le responde.

El niño se encuentra sentado en el piso de aquel parque. Esta sucio y lleno de ampollas en los pies. Tiene una camisa manchada y con huecos, con una cobija que cubre sus piernas.

—¿Tienes hambre? —vuelve a preguntar.

El niño asiente y le muestra unas monedas que tiene en una lata.

—¿Quieres que te compre algo de comer? —pregunta la mujer mientras examina la lata. El niño asiente y le entrega la lata oxidada.

—Bien —suspira la mujer— ¿me puedo sentar a tu lado? —Vuelve a preguntar.

El niño la mira confundido y asiente mientras se hace un lado dándole espacio en el pequeño cartón.

—¿Cómo te llamas? —pregunta la mujer mientras se sienta.

El niño mira al frente y se limita a encogerse de hombros.

—¿Dónde están tus padres? —pregunta, observando a su alrededor.

El niño la vuelve a mirar y nuevamente alza sus hombros.

De un momento a otro la mujer empieza a cantar. Una melodía dulce.

Des yeux qui font baisser les miens
Un rire qui se perd sur sa bouche
Voila le portrait sans retouche
De l'homme auquel j'appartiens.




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