Daven la mira confundido mientras se aleja.
Se levanta y deja a aquel hombre ahogándose en su vomito.
—Vaya que es una malagradecida —resopla mientras se toca el puente de la nariz.
—Te lo dije —dice el hombre tirado en el suelo mientras tose—. Perras como ella no valen la...
Daven no lo deja terminar y lo noquea con un solo golpe.
—¡Cállate, idiota! —le grita.
Se dirige hacia su auto y se sube aún más enfurecido. Golpea el volante repetidas veces tratando de que se disminuya su furia.
No fue lo que esperaba. Esperaba volver a ver el primer restaurante que asistió, recordar los primeros buenos momentos con Lauren. Pero, todo fue lo contrario. Pasó un mal rato y más aún, con una malagradecida.
Encendió el carro y lo puso en marcha.
Iba saliendo del centro de la ciudad, ve a aquella mujer. Las mismas mallas y la misma sudadera, ahora qué hay un poco más de luz ve su cabello largo y negro azabache que le llega hasta la cintura, tiene un cuerpo normal, ni muy gorda, ni muy flaca. Aunque con esa sudadera gigante no se diferencia mucho.
Ella voltea la mirada, y él se hipnotiza al ver sus iris color avellana, la esclerótica algo enrojecida, al parecer estuvo llorando. Luego de unos segundos empezó a correr como una desquiciada.
Un recuerdo invade su mente:
Sencillamente bella.
Acelera un poco y alcanza a la mujer. Se baja rápidamente del auto y la persigue ya que ella sigue corriendo.
—¡Espera! —grita Daven intentado alcanzarla ya que le lleva algunos metros.
Al fin la alcanza y la carga como un saco de papas.
Vaya, es un poco pesada.
—¡Suéltame! ¡Suéltame! —grita desesperadamente, mientras golpea la espalda de Daven.
Cuando llega a su auto la suelta. Ella mantiene la cabeza gacha y no dice nada.
—La co... —Daven no termina porque ella lo interrumpe.
—Le juro que el otro mes me igualo con la renta —ella súplica mientras se arrodilla–. Madre está en su lecho de muerte y no tengo dinero. —suplica con la voz entrecortada.
Daven la mira confundido y la ayuda a levantarse. Ella levanta la mirada sorprendida.
—¡Oh por Dios! —exclama sorprendida—usted es... es... —tartamudea nerviosa mientras se arregla el cabello enmarañado.
—¿Qué pasa? —pregunta Daven aún más confundido y los recuerdos invaden su mente:
—Oye, oye ¿te encuentras bien? —una dulce voz interrumpe sus pensamientos.
—¡Usted es Daven! —grita emocionada mientras salta e interrumpe los recuerdos de Daven— Daven Damme —completa el nombre en un susurro, sintiéndose pequeña— vaya, en persona es mucho más guapo —murmura entre dientes.
Daven enarca una ceja astuta y sonríe.
—Y ¿Qué con eso? —pregunta intentando entender y tomándola de los hombros para que levante la mirada.
Ella se cruza de brazos.
—¿Qué con eso? —lo mira fijo— ¿A caso si se conoce? —este comentario hace carcajear a Daven— usted es dueño de Dreams, dueño de la isla más frecuentada en el mundo, ex novio de Amber Müller... —Daven se ríe al ver su ingenuidad— ¿Quiere que siga? —pregunta con obviedad. Daven hace como si pensara y asiente con interés mientras se recuesta en el todo terreno.
La joven toma un poco de aire.
—Bien —dice por fin—, hace 7 años comenzó con un pequeño negocio, sus ideas y su creatividad lo llevaron al éxito. Pasó un momento duro de su vida —murmuró. Daven apretó un poco la mandíbula. Odiaba que la gente sepa sus intimidades, pero de inmediato se relajó. Ella siguió hablando—: le dejó su cargo a Martín Frater —resopla—, muy mala idea, por cierto —murmura entre dientes, Daven se sonríe enarcando una ceja—; luego compró una isla desolada, y por arte de magia ahora es una de la más visitada —la joven suspira y lo mira, el tiene un gesto divertido.
—Bueno, Bueno —dice Daven con su típica voz autoritaria y enderezándose de su postura incómoda—. Vamos por partes —suspira dudoso—en primer lugar: dreams, no la empecé solo —la joven lo mira confundida.
— Y... ¿con quién? —pregunta Cruzando los brazos y posicionándose frente a Daven. Fascinada al saber que se enterará más de dreams y de él.
—Agustín, Agustín Drisk —resopla Daven—. El contador —el hace una pausa y la observa, ella lo mira fijo y se le hace indescriptible su mirada; ¿Curiosidad? ¿sorpresa? ¿decepción?¿Lastima? en fin, continúa—. Yo había terminado mi carrera universitaria con el apoyo de... —evita mencionar su nombre pero su mirada de nostalgia al solo pensarlo, lo delataba— termine de estudiar economía y tenía muchas visiones, objetivos, Agustín Drisk fue la persona que me ayudo a llevarlos a cabo, tenía mucha experiencia en el campo.
—Wow, me encantaría a conocer a Agustín Drisk y a la persona que lo apoyó —dice con una sonrisa sincera.
Daven aparta la mirada. No quiere hablar de ese tema y menos con una desconocida. La desconocida que alguna vez lo ayudó y esta misma noche escapó de él.
La típica: cambiar de tema.
—¿Por qué huyó? —pregunta Daven.
Al no haber respuesta la invita a subir al auto y caballerosamente le abre la puerta donde esta el asiento de copiloto y ella sonríe con sorpresa.
—¿Quiere que la vaya a dejar a tu casa? —continúa preguntando luego de subirse al auto y ponerse el cinturón.
—Mmm, n-no gracias —dice mientras mira por el vidrio polarizado— me gusta caminar.
Daven enarca un ceja.
—Bien —pone en marcha el auto sin decir nada.
—No, espere, yo me bajo en aquella esquina —habla inquieta, señalando una esquina algo iluminada.
—Vamos a ir caminado a su casa, pero primero voy a dejar el auto en mi casa —habla Daven.
—¿Vamos? —pregunta irónicamente a la mujer.
—Si, usted no puede ir sola caminando a estas horas —Afirma sin dejar de mirar el camino oscuro.
—Siempre lo hago. No creo ser una damisela en apuros señor —se cruza de brazos.