—Amanda, saldré un rato —dijo Daven, mientras bajaba las escaleras.
—Está bien, doctor —respondió Amanda, contenta—. Espero tenga una buena noche.
—Muchas gracias Amanda. Comeré fuera —manifestó. Salió de la casa antes de que Amanda replicara algo.
Llevaba algo de prisa, faltaban algunos minutos para que Abril hiciera su presentación, y aún estaba esperando el cambio del semáforo. Antes de ir pasó por una florería a comprar un ramo de rosas. Llegó al bar, quedó confundido al ver el lugar cerrado. Salió del auto y cerró de un portazo.
—Buenas noches —escuchó. Busco con la mirada al remitente. Era Luca, vestía con ropas manchadas, y zapatos rotos. Daven no tomó en cuenta su aspecto.
—Se supone que abren todos los días —dijo, confundido. Camino hasta donde se encontraba Luca. Estaba fumando, le ofreció el cigarrillo, Daven no lo tomó.
—Yo también supuse eso. Llevo más de dos horas aquí. Nadie me ha dicho nada —dijo, indiferente. Se encogió de hombros.
—Al parecer nunca te toman en cuenta en nada —manifestó con sorna. Le palmeó la espalda a repetidas veces. Luca lo miró con los ojos entrecerrados.
—Dicen que soy muy joven, y que me dedique a servir tragos. Pero gracias a mi este lugar no es un matadero. Hay peleas por todos lados —resopló, poniendo los ojos en blanco.
—Si lo he visto —asintió.
—Eres la centésima persona que viene —afirmó, asintiendo. Daven lo miró con el ceño fruncido.
—Vaya, ¿por qué te has quedado tanto tiempo? —preguntó. Luca lo miró astutamente, se sentó en la acera de la calle y dijo:
—Me gustó decirle a cada uno el que venía que no hay atención, escucharlos maldecir por lo bajo y luego preguntar algo como: ¿mañana si abrirán, verdad?, y contestar algo: no lo sé, están pensando en cerrar el bar —carcajeó. Daven lo miró con reprobación.
—Creo que si tu jefa se entera de estás ahuyentando a la clientela te meterás en graves problemas —advirtió, recostándose en el capó del auto.
—Lo sé —suspiró, asintiendo. Daven negó con la cabeza y sonrió—. Sabes, no creí que las chicas tendrían tales pretendientes —confesó, pensante. Daven frunció el ceño.
—¿A qué te refieres? —preguntó Daven. Luca sonrió y lo señaló dando una larga calada. Luego de expulsar el humo continuó:
—A ti, a Alan, a Edwar, a Jorge, etc —dijo, mientras se encogía de hombros. Daven levantó las cejas, sorprendido—. Digo, Abril es la que se lleva mucho más crédito que todas, y luego está Hillary, luego Grenda, pero todas tienen algo —se encogió de hombros, una chica atractiva pasó por el lugar, Luca la siguió con la mirada. Daven pensaba en lo que Luca había dicho. La desconocida miró a Luca por un momento, le dedicó una sonrisa coqueta. Luego miró a Daven, que estaba absorto de la situación, aún así la desconocida suspiró encantada. Pasó por su lado casi rozándose. Daven la miró indiferente.
—¡Vaya! —exclamó Luca—, veo que las chicas te llueven. Tuve que mirarla por unos minutos para que me preste atención, y tú solo con una mirada de "si me tocas te mueres" las traes locas a todas —sonrió. Daven no prestó atención a su comentario.
—Dijiste que Abril se lleva el crédito más aún que las otras señoritas —afirmó, Luca asintió, confundido—. Y cuando dices "las chicas tendrían tales pretendientes", ¿a qué te refieres?
—Bueno —resopló—, en general lo hablo por el dinero. Alan por ejemplo: tiene un estudio fotográfico, aunque se vista de mendigo, ahí donde lo ves, el dinero no le falta —afirmó. Daven se quedó mirándolo, pensado en que la humildad de Alan es tan grande que aunque tenga dinero se dejó humillar por él, estaba sorprendido—. Edwar, es otro. Es un diseñador gráfico. No es muy conocido, pero si hace muy bien su trabajo, y pues como es lógico, tiene dinero —continuó. Daven lo escuchaba atento—. Jorge —resopló—, Jorge es el tipo suertudo, tiene dinero y no es porque trabaje, lo gana en apuestas. Una vez perdí más de doscientos dólares apostando contra él. Y así se gana la vida —resopló en sorna. Daven asintió comprensivo, y ya conociendo a varias personas de ese rubro—. ¡Y tú! —exclamó—. Tú eres Daven Damme, el GRAN DAVEN DAMME —exclamó, Daven lo miraba con el ceño fruncido, expectante a cada movimiento—. Con empresas, islas, marcas, mujeres, dinero, dinero, ah, y también dinero —escupió. Daven alzó una ceja astutamente.
—De no ser que me están ilustrando enormemente, ya te habría golpeado por exagerar tanto —afirmó Daven. Luca soltó una sonora carcajada y negó con la cabeza como si no tuviera remedio.
—Buenooo —dijo—. Yo no exagero —se encogió de hombros.
—Mejor has silencio —amenazó molesto.
—Okey —resopló, se levantó de la acera, se limpió el trasero y preguntó—: ¿me podrías llevar a casa? —. Daven le dedicó una mirada llena de tedio. Pero cedió al pedido del muchacho.
—¿Crees que soy brujo? —preguntó Daven. Luca lo miró con el ceño fruncido, su rostro cambió a uno pensante, luego a uno de asombro.
—No se me había pasado por la cabeza —comentó—. No tienes pinta de brujo, pero sospecho que lo eres. Acaso... ¿Haz hechizado a las mujeres para que caigan a tus brazos? —Daven lo miraba absorto— o tal vez... ¿con hechizos hiciste tanto dinero? —comentó formando una "o" con sus labios—. Wow, pero... ¿no te perjudica decirme tales cosas? Yo no te delataré, te lo aseguro —afirmó. Daven frenó frenéticamente, inhaló exageradamente y de igual manera exhaló. Lo miró tratando de controlarse.
—¡Maldita sea Luca! —exclamó—. Creo que ahora entiendo a tus superiores, eres muy ingenuo y tonto —resopló. Luca lo miró sin entender nada.
—Per... —intentó decir.
—¡¡JODER, CÁLLATE!!, entraste al auto y no me diste tu maldita dirección, por esa razón te pregunté lo inicial, y me saliste con babosada y media —resopló—, pensé que lo estabas diciendo para fastidiarme, pero me sorprendió ver tus gestos honestos.