—Jajaja, vieja loca, ¡te atraparon! —celebró Abril, mientras saltaba en la cama— Oh shit —dijo asombrada mientras veía la película. Samuel solo sonreía y veía la película desde su lugar—. La mataron —dijo en un susurro. Samuel se encogió de hombros.
—No lo se —verificó cuánto tiempo la faltaba a la película y sonrió—. Aún falta. Puede que haya un giro inesperado —Abril sonrió y volvió a su lugar.
—Esa señora no debería morir así de fácil —refunfuño. Fijaron su atención a la película.
Terminaron de verla y los dos estaban de acuerdo con el final.
—Se lo merecía —agregó Samuel. Abril asintió.
—Si, estaba loca la vieja —afirmó.
Aún faltaba más de una hora para ir al Caré. Decidieron quedarse en casa y jugar algunos juegos de mesa.
Ya había pasado una hora desde que empezaron a jugar parchís.
—Samu, luego de haberte ganado todas las rondas —dijo—, se torna muy aburrido —bostezó. Samuel la miró con los ojos entrecerrados y Alonzo los brazos en forma de inocencia. Abril hizo un puchero y tiró los dados de mala manera.
—Está bien —rodó los ojos —. Guardaré esto —señaló el tablero—. Ve a darte una ducha y cambiarte para luego ir al Caré. —Abril asintió y fue a hacer lo que mandó Samuel. Samuel ordenó todo y espero en el balcón mientras Abril terminaba de ducharse. Revisó su celular y tenía algunas llamadas perdidas de Rebeca y Francesca. Decidió mandarles un mensaje explicando que no pudo hablara ya que estaba con Abril. Sacó un cigarrillo —la tarde se estaba tornando más fría de lo normal— , lo encendió con ayuda de un mechero y procedió a fumar. Abril salió de la ducha unos minutos después.
—Ya puedes entrar —invitó. Llevaba una toalla cubriendo su cuerpo y otra secando su cabeza. Samuel asintió y entró a la ducha. Cuando salió abrió ya estaba cambiada y tarareando alguna melodía.
Samuel ya se había puesto unos bóxers en la ducha. No le molestaba en absoluto el hecho de que Abril estuviera ahí mientras se ponía un jean y una camisa blanca. Abril ya se había acostumbrado a verlo de esa manera y tampoco le molestaba.
—Samu.
—¿Uhm? —preguntó, mientras se ponía los zapatos. Abril le enseñó una imagen desde el celular. Samuel levantó la mirada sin interés, pero luego de percatarse de lo que se trataba, intentó quitarle el celular a Abril. Se rindió y buscó el suyo para encontrar aquella publicación que lo había dejado asombrado.
—No-lo-puedo-cre-er —dijo atónito. En la imagen se mostraba a Francesca y a Daven en la Toscana. Se encontraban en una mesa, Francesca tomando de la mano a Daven con una enorme sonrisa, y él mirando atento la posición. Abril asintió lentamente y se encogió de hombros—. Daven Damme y su nueva... ¿pareja? —leyó en voz alta lo que decía el anuncio.
—Wow, no pensé que sería tan... rápido —habló Abril.
Los dos se miraron sorprendidos, procesando.
Salieron de la casa y se dirigieron al Caré. Llegaron justo a tiempo, Francesca se veía más radiante, más feliz de lo que solía estar.
—¡Hola! —saludó a Abril y a Samuel con dos besos en cada mejilla. Estos dos se quedaron atónitos. Vestía un vestido rojo, y sin mangas, un abrigo de piel con unos tacones negros— Abril —susurró—, ve a prepararte, tu vestuario ya está listo. Falta una hora para que empecemos —Abril asintió aún confundida por la situación. Se dirigió a camerinos y espero que la estilista terminara de maquillar y arreglar a Hillary.
—¿Qué rayos te pasa? —preguntó, Samuel, apretando los dientes. Francesca lo miró como si no entendiera nada. Arreglo su cabello y le sonrió con suficiencia.
—Querido, no me pasa absolutamente nada —le guiñó un ojo. Samuel puso los ojos en blanco.
—Ash, cómo sea —dejó de lado el tema y preguntó en un murmuro—: ¿qué te dijo Rebeca?
Francesca lo miró con dureza. Volvía a ser la de siempre. Volvió a sonreír.
—Metete en tus problemas —dijo, apretando los dientes mientras fingía una sonrisa. Samuel la miró con incredulidad y se dispuso a irse. Sospechaba que aquella actitud era por la publicación. No le interesaba en absoluto, así que también se fue a preparar para la noche. Terminó de arreglarse y salió del bar para tomar un poco de aire. Faltaba más de media hora para empezar. Un todoterreno color silky silver metallic se dejó ver. De el lado del copiloto bajó Luca, vestido con ropa sencilla, se veía relajado.
—¿Qué hay? —preguntó Luca a Samuel. Samuel lo miraba confundido.
—¿Cómo...? —vio acercarse a Daven. Y observó confundido la situación. Luca sonrió y le susurró:
—Luego te explico —se adentró al bar. Daven también entró y saludó a Samuel con un asentimiento de cabeza. Samuel también asintió.
Entró al igual que ellos, se metió a los camerinos y Abril ya estaba casi lista. Le sonrió y ella hizo lo mismo. Francesca pasó como una flecha. Samuel la miró con el ceño fruncido y la siguió para saber de qué se trataba.
Daven conversaba con Luca, Francesca se les acercó. Daven la miró con indiferencia, pero ella se pegó a él, lo tomó de la mano, y sonrió. Daven la miraba un poco molesto. De repente sonó una cámara fotografiando. Daven alejó a Francesca de su tacto y se levantó del taburete. Francesca aún sonreía. Luego de que Daven se alejara ella se acercó a un hombre y lo llamó a que la siguiera. El hombre junto a Francesca se metieron a los camerinos.
Antes de que entrara a su oficina Samuel la tomó por el brazo.
—¿Qué rayos haces? —le preguntó. Francesca miró la mano de Samuel y resopló.
—Samuel, metete en tus problemas —se zafó del agarre de Samuel, y cerró la puerta en su cara.
Se quedó ahí intentado escuchar de que se trataba, pero fue inútil.
—Sa... ¿qué haces? —preguntó Abril. Ya estaba maquillada, aún faltaba el peinado y el vestuario.
Samuel se encogió de hombros.
—Nada —resopló y la invitó a sentarse—. Creo que Francesca está muy feliz con la última polémica.