—La esperaré —dijo—. Si quieres puedes irte —indicó—, pero en taxi.
Se encontraban aún en el Caré. Ya la mayoría se había ido, solo estaban las chicas y algunas personas de limpieza. Luca estaba insistiendo en regresar a casa, no quería explicar el porqué, pero estaba muy insistente. Daven por lo contrario necesita hablar con Abril. Necesita que le diga en la cara el porqué de su mentira, debe tener algún fundamento para rechazarlo de tal manera.
Luca vacilaba entre escoger en irse en taxi, o esperar a Daven. Tenía muchas ansias en darle las buenas noches a Lara.
Esa tarde había aprovechado cada ocasión que tenía para observarla. Luca en algún momento pensó que Lara y la señora Amanda comerían en la misma mesa que ellos, pero luego se enteró de que existía un comedor para ellas y algunas personas que se encargaban de la casa.
Se la encontró en la azotea. Subió a tomar un poco de aire y a esperar a Daven —que se demora una eternidad para buscar su atuendo—, antes de ir al Caré. Él había escogido de las prendas que Daven le obsequió, una camisa de sencilla al igual que el calentador. De igual manera tendría que cambiarse en el Caré. En una esquina se encontraba un recogedor y una escoba —todo estaba muy limpio—. Escuchó el click de una cámara sobre él. Subió las escaleras que llevaban a una mini azotea más privada. En uno de los sillones se encontraba Lara, sentada. Estaba fotografiando el cielo, mientras este se tornaba de unos colores rojizos. La escuchó sollozar, y se preocupó de inmediato.
—Oye —susurró. Lara se exaltó, volteó frenéticamente. Sus escleróticas estaban rojas al igual que sus párpados, nariz; encima de su labio y sus mejillas. Intentó acercarse para acariciar su rostro, aún en ese estado se veía muy tierna. Ella se apartó de su tacto; y en un movimiento brusco se levantó y alisó su uniforme.
—Mil disculpas y buenas tardes —se escuchó su voz rota—. ¿Qué se le ofrece joven Luca? —guardó la pequeña cámara en uno de los bolsillos de la falda y agachó la cabeza. Luca la mira con incredulidad. Sin intención una lágrima baja por la mejilla de Lara; él —delicadamente—, la limpia con su pulgar, toma su barbilla y levanta el rostro de Lara. Tenía cerrados los ojos y sorbía sus mocos.
—Míreme —susurra Luca—. Lara, míreme —toma un mechón rebelde y lo coloca detrás de su pequeña oreja. Lara abrió los ojos, evitó su mirada. Luca buscó su mirada y sonrió—. Es muy preciosa —susurro, inconscientemente. Lara volvió a bajar la mirada, y se alisó la falda. Luca nuevamente tomó su mentón y alzó su rostro, aún sonrojado e inflamado.
—U-usted también e-es muy a-apuesto —murmuró, Lara. Luca sonrió al ver lo tierna que era.
—Señorita —susurró, invitándola a sentarse nuevamente. Se sentaron. Ella evitaba todo el tiempo su mirada; le incomodaba el hecho de que Luca la haya visto. Luca se apegó mucho más a ella, y con cuidado pasó su brazo por detrás de su cuello, invitándola a acurrucarse. Ella correspondió y se acurrucó en su hombro. En el momento que él acarició su cabello trenzado, Lara estalló en llanto. Sorbía sus mocos e intentaba limpiar sus lágrimas. Luca, cada que podía limpiaba sus lágrimas. Poco a poco la intensidad del llanto bajó. Luca acunó su rostro con sus dos manos. Ella lo miraba. La volvió a abrazar. Luego de unos minutos Lara habló:
—Si-siento —sollozó— esto —nuevamente lloró en el hombro de Luca. Él se limitó a acariciarle la cabeza.
—¿Quiere hablar? —preguntó con dulzura. Ella solo miró al vacío y negó con la cabeza. Luca asintió y comprendió.
—Joven Luca —escuchó a Amanda a su espalda—. El doctor Daven lo está buscando —dijo entre jadeos. Miró a Lara la cual ya se había levantado y limpiado sus lágrimas.
—Ahora voy —dijo Luca aún sentado—. Discúlpeme, estuve entreteniendo a la señorita Lara. Mil disculpas si le quite su tiempo señorita —le dijo a Lara. Le dedicó una sonrisa honesta y a Lara le brillaron los ojos. Amanda miraba seria la situación.
—Lara, tienes trabajo en la cocina —señaló Amanda invitándola con la mirada a bajar junto a ella. Luca espero a que bajaran ellas y luego bajó.
—¿Dónde te habías metido? —preguntó Daven, molesto. Tomó las llaves del auto. Vestía casual, como siempre: peinado estilo tupé, pantalones de pinza azules, camisa custom blanca, mocasines marrones.
—Me distraje en la azotea —resopló—. Lo siento —había pasado más de media con Lara y no lo había notado.
Daven no dijo nada. Se adentraron en el garage y se dirigieron directamente al Caré.
Ahora estaba decidido en irse en taxi. Esperaba que Lara esté despierta, ya eran un poco más de las nueve.
Luca pagó el taxi con el dinero que había obtenido hoy, lo demás se propuso guardarlo para ahorrar y tener sus propias cosas. No le incomodaba en lo absoluto el hecho de estar viviendo de "arrumado" Daven lo hacía sentir como si fuera un hermano o algo así. Daven se mostraba indiferente, pero no sentía que incomodaba a nadie.
Se adentró en la casa luego de que Amanda le accediera el pase. Entró dispuesto a buscar a Lara. Los empleados se quedaban a dormir desde lunes a viernes, los fines de semana iban a sus casas o si es que no tienen se quedaban en casa de Daven.
Se encontró a Amanda. Vestía una bata gigante y se encontraba en la cocina llenando un vaso de agua.
—Buenas noches —dijo Luca.
—Buenas noches Joven —respondió Amanda, concentrada en secar las gotas de agua que se le habían desparramado en el suelo—. El doctor me informó que vendrá mas tarde.
—Así es —dijo Luca. Se sentó en uno de los taburetes—. Señora Amanda —dijo.
—Solo Amanda, joven —pidió.
—Está bien... Amanda —se lo escuchó algo incómodo.
—Bien, dígame —dijo refiriéndose al tema anterior.
—Ah si, e-esteee —se rasco la nuca, incomodo—. Quizás sea muy raro, pero sé que usted sabe de la señorita Lara.