Riley.
La noche de luna llena era nuestra tentación. Éramos lobos, y gracias a mi padre, Licaón, el primer hombre lobo, estábamos entrenados para toda clase de transformación. Dominábamos nuestra propia naturaleza como las palmas de nuestra mano humana.
—Tarah, ¿esa es la tipa que te molesta? —preguntó Tyler caminando a mi lado. Un domingo por la mañana, y Tyler seguía cuidando de mí.
—Algo así.
— ¿Algo así?
—Algo así Tyler. —lo fulmine con la mirada.
—De acuerdo. Pero recuerda que debo cuidarte. —se detuvo en frente de la tienda de Donas.
—Anda, entra. —lo animé. —. Yo no tengo ganas ahora.
—Las Donas son sagradas mujer.
—Lo sé. Pero ahora no Ty...
Ty ladeó la cabeza.
— ¿Ahora qué ocurre? —preguntó con dulzura.
—Nada.
—Soy el lobo negro de la manada, no le puedes mentir a tu lobo negro.
Fruncí el cejo.
—No eres mí lobo negro. —bufé absurdo. —. Pero admito que a un viejo amigo no puedo mentirle.
Dirigí mi mirada hacia la esquina del parque donde se encontraba un teléfono público, y alguien llamando por teléfono.
Mis ojos se centraron en una capucha blanca que nos observaba. Con sus manos en los bolsillos comenzaba a marcharse y a perderse entre la multitud de corredores.
— ¿Lo has visto? —le pregunté a Ty.
—Por supuesto que lo he visto. —se encaminaba hacia su misma dirección, mientras yo le seguía.
La capucha blanca nos observó de reojo. Y cada vez iba más rápido.
Pude notar las garras desprendiéndose de los dedos de Tyler. ¿Pensaba transformarse en media mañana? Si era necesario, sí que lo haría.
Nos adentramos por un callejón, donde la capucha caminaba demasiado rápido. Tyler casi corría.
Cuando la capucha se detuvo.
Ahora nos miraba.
— ¿Quién eres? —gritó Ty.
Pero aquella gruesa voz se intensificó como un eco en el pasillo.
La capucha no respondió.
— ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Por qué nos observas? —Tyler dio unos pasos adelante.
Aquella capucha retrocedió sólo un paso.
De pronto alzó ambos puños en posición de combate. Quería pelear.
Ty ladeó la cabeza estudiando sus movimientos.
Una especie de humo apareció a los alrededores en diferentes puntos, y de allí salieron más capuchas con máscaras. La original era totalmente oscura, como si no tuviera rostro.
—Ty...
En frente estaba el lobo negro dispuesto a atacar a quien se le colocara en frente. «Iba a ver madrazos. »
Sentía el crujido de mis huesos nuevamente. El lado salvaje de noche de luna llena que volvía a dominarnos.
Yo era el lobo café que acompañaba al lobo negro de ojos amarillos.
Sus gruñidos del animal se cuantificaban a mi lado, y yo sólo observaba ambos movimientos.
«No podíamos atacar primero» Esa era nuestra técnica, primero tenías que recibir el golpe y después atacar. Como si fuera defensa personal.
Tyler tenía que recordarlo.
Atacar primero no era ninguna opción.
Las capuchas se abalanzaron contra nosotros, y justo cuando íbamos a recibir algún golpe, todas desaparecieron en el aire. Apagándose como llamas de fuego.
Ambos miramos al aire, pero todas las capuchas habían desaparecido.
****
—Eran más de diez. —habló Tyler. —. Vestían de blanco, y algunas portaban máscaras de Halloween.
Mi padre le observó preocupado.
—No se puede tratar de la otra manada, ¿o sí? —preguntó Mikasa.
Dragonik colocó un libro grande sobre la mesa.
—No tenían descripción de lobos, ¿o sí?
—Saltaron al aire y desaparecieron como bombillas de humo. —respondí.
Mi padre abrió el libro, donde venían imágenes de capuchas blancas. Eran idénticas a las que yo y Tyler habíamos visto tan de cerca.
La del centro, ese mismo que parecía ser el líder, estaba justo sosteniendo una espada blanca con símbolos dorados y brillantes como diamantes.
Licaón tomó la fotografía entre sus manos. Era tan antigua como él, —aunque mi comentario no era para ofender —, parecía ser de la época de su nacimiento. También cuando mi padre bebió agua de lodo en aquel bosque, la misma que lo había convertido en hombre lobo. O a Dragonik, cuando un lobo de no montaña lo había rasguñado y ahora era un humanoide lobo.
«Jamás supimos cuál era la verdadera historia »
Editado: 22.07.2018