Riley.
Al abrir los ojos y despertar de un sueño profundo, la televisión está encendida, y la oficial Shyre está delante con su arma sobre su bolsillo.
— ¿Dónde está mi familia? —me levanto con rapidez, y es un error, porque las muñecas están adoloridas.
—Están en la sala, tienen una visita.
—Pero yo estoy aquí —le digo. —. Un.... Cachorro con rabia me atacó y...
—No hace falta mentir, Riley. —toma asiento en la camilla junto a mí. —. Fue un lobo lo que la atacó.
Se refiere a mí.
Me reviso las muñecas, las dosis de la medicina de Tyler hace su trabajo.
—Una familia completa fue asesinada anoche —su voz suena como un castigo.
Recuerdo que pude detenerlo, pero a cambio me había lastimado.
—Melanie de cinco años, Edward de ocho, Cristal y Parrell de treinta y veintiocho. Sus cuerpos fueron devorados por un animal.
El peso de su muerte choca contra mi pecho. Estaba segura de que el lobo rabioso había huido, de que Stev no asesinó a esas personas.
—Lo fueron por el mismo animal que te atacó —agrega.
—No tuve... Nada que ver en eso... —aclaro con nerviosismo.
—Debo hacer mi trabajo, e investigar qué fue lo que te pasó, es parte de mi trabajo.
—Le he dicho que no se nada de lo que me está hablando. Un cachorro me atacó, tenía rabia. Quería darle de comer y se abalanzó sobre mí.
Sus ojos estaban centrados en mí. Se puso de pie y suspiró.
—Nunca vuelvas a darle de comer a animales de la calle, no sabes si son de confiar.
Asentí.
Tyler entró en seguida. Con esa mirada de «Te lo advertí cientos de veces».
Conozco esa mirada.
—Te lo advertí cientos de veces —desvié la mirada. —. Ahora estás cargando con ese lobo.
—Estoy segura de que lo detuve. Stev no pudo...
El chico del telescopio. Recuerdo cuando lo había asesinado.
—No fue él. —aclaré, alzando mi mirada.
—No estés dando la cara por él. Un par de aventuras con ese sujeto no son algo... Tan importante. —bufa sin tranquilidad.
—No empieces —rodeo los ojos y me pongo en pie.
— ¿Viste sus ojos? ¿Eran rojos? —se cruza de brazos.
—Déjame en paz —tomo la toalla sobre la puerta.
— ¿Te preguntas por qué estaba en su forma animal? Mencionaste la parte sobre un loco psicótico que quería devolverlo a su humanidad.
Me encerré en el baño. Al mirarme al espejo, veía ese rostro perturbado. Tan perturbado de tan solo imaginar a Stev asesinando a esas personas.
Me arranqué las cintas y las tiré al bote de basura.
—Maldita sea —enciendo el agua.
Esta loba necesita una ducha.
Dejo el camisón de Tyler sobre una canasta y me retiro la ropa interior. El agua está fría como siempre. Tenemos la piel tan caliente que no necesitamos más calor.
Pongo un pie sobre la ducha, y me adentro por completo.
Unas manos me cubren la boca, y su otro brazo roza con mi pecho, sosteniendo mis brazos.
—No grites —escucho su voz. Se que es su voz.
Me doy la vuelta al zafarme, está asustado, y su rostro está cubierto por sangre.
Me llevo las manos hacia el rostro. «Tengo a su asesino en frente».
Mi mano aterriza sobre su rostro. Tyler o alguien pudo haberlo escuchado.
No me mira. Solo contiene la mirada alejada de mis ojos.
—Eres un maldito asesino —retrocedo.
—Basta —entrecierra los ojos y me devuelve la mirada.
— ¿Basta? Creí haberte detenido. Pero al contrario, asesinaste a esas personas... —lo atisbé con asco.
—No lo sé —lame su labio. Está pensándolo. —. No sé si yo... asesiné a esas personas...
—La policía está buscándote, Banehallow —inquirí desesperada.
—La policía está buscando al asesino. Y yo no sé si yo soy el que asesinó a esas personas. —me mira. —. En realidad, sí quería. Pero no lo hice, porque tu me detuviste. Y al contrario te lastimé.
Me inspecciona, y me doy la vuelta rápidamente sin recordar que estaba desnuda ante él.
Sus manos son suaves, las palmas rozan sobre mi espalda, y recarga su cabeza contra mi cuello.
—No sé que hice... Lamento tanto... Haberte lastimado...
Me doy la vuelta, y sin dudarlo lo beso con intensidad. Sé en mi interior que él no pudo haberlo hecho a pesar de que era capaz.
Pero tengo que salvarlo. No puedo dejar que siga dudando o haciendo lo mismo.
Introduzco mis dedos entre su cabello, y veo que se pierde entre mis caricias, que todo se vuelve cegado en sus ojos y que se siente mareado.
Editado: 22.07.2018