Piso con fuerza las baldosas del aeropuerto mientras camino en busca de mis padres. Camino despacio pensando si es buena idea estar de regreso y creo que sí, llevo tiempo queriendo volver y cuando mi padre hace 2 semanas me habló sobre enseñar arte en un colegio la idea cobró fuerza. Y después de la proposición de Guillermo no me quedó otra opción que aceptar. Alejarme de él es lo mejor, en especial para él. Además, ya era hora de volver a casa, no puedo pasar toda mi vida escapando del pasado.
Busco con la mirada a mis padres y cuando los veo grito de emoción y dejo la maleta a un lado para correr hasta donde están ellos esperándome con los brazos abiertos.
—Mami, papi, los extrañe mucho. —les digo mientras los abrazo.
Mis padres me abrazan como si llevarán un siglo sin verme. Sonrió y me dejó llenar de amor. Siempre he sido muy mimada por mis padres, soy la hija del medio, tres mujeres en total, mi padre siempre bromea con mi madre que está seguro que el cuarto hijo hubiera sido varón. Pero mi papá nos adora, somos su razón de existir.
Mis hermanas y yo somos muy diferentes entre sí, Ellie es la mayor, solo es 2 años mayor que yo, estudió pedagogía igual que mi madre y da clases en la escuela, ella es la persona más dulce que he conocido, es más buena que el pan. Mi hermana menor Peyton, es un huracán de emociones, un fosforito como dice mi padre, tiene veinte y estudia arquitectura igual que mi padre. Yo fui la única que no se inclinó por ninguna de esas carreras, preferí el arte, siempre me gustó el arte. Mis padres siempre me apoyaron para que alcance mis sueños, algo que les agradezco mucho.
—Me siento tan feliz de verte mi niña hermosa, mi pequeña Hope volvió a casa. — me dice mi mamá mientras pone un mechón de cabello rubio detrás de mi oreja. —Mi bebé volvió a casa.
Mi mamá es muy exagerada solo han pasado tres años desde que me fui a estudiar a España. Pero ellos creen que regresé para quedarme y al menos por ahora no tengo definido que hacer con mi vida así que sólo sonrió y digo que sí con la cabeza.
Mi padre va a buscar mi maleta y después caminamos hasta el auto. Me hacen contarles con lujo de detalles todo mi vuelo, aunque la mayoría del viaje lo pasé durmiendo. Me preguntan un millón de veces como estoy y siento que vuelvo a tener diez años y no veinticuatro. Mi mamá como toda buena madre sospecha que algo pasa, ella sabe que por algo decidí regresar así de imprevisto y sé que apenas estemos un momento a solas me va a preguntar por eso.
Cuando mi padre detiene el auto frente a nuestra casa un suspiro se escapa de mis labios. Veo la casa y sonrió al darme cuenta que esta igual, la han pintado, pero solo cambiaron el color de los bordes y la casa sigue siendo de ese suave marrón. Siempre me gustó que sea de ese color con ventanales blancos.
Nos bajamos del auto y me sorprende que mis hermanas no estén en el portal esperándome.
—¿Dónde están Peyton y Ellie? —le pregunto a mi mamá y ella solo se encoge de hombros.
Mi papá va sacar mis maletas mientras mi mamá y yo caminamos hasta la casa. Mi mamá abre la puerta y ese aroma particular de vainilla y lavanda que siempre habido en mi casa me invade y me hace volver a sonreír. De pronto las luces se encienden y mis hermanas gritan sorpresa, pego un fuerte grito porque nunca me han gustado que me hagan asustar. Yo soy muy fácil de sorprender. Peyton y Ellie se lanzan abrazarme y me aprietan con fuerza mientras me dicen lo mucho que me han extrañado. Hay globos morados por casi toda la casa y un letrero que dice "Bienvenida Hope"
—Hola cuñada, es bueno volver a verte. —Daniel el novio de Ellie mientras me abraza.
Ellos han ido novios desde hace seis años, se conocieron la primera semana de Ellie en la Universidad y se volvieron inseparables desde entonces.
—Hola, cuñado, a mí también me alegra verte.
Daniel Miller, es un hombre alto y muy guapo de un carácter amable y una sonrisa que te invita a confiar en él. Muy diferente al hombre que está parado a su lado con cara de pocos amigos. Santiago Miller, el hermano menor de Daniel, con veintinueve años de edad se posiciona como uno de los abogados más importantes del país. Él al igual que su hermano trabajan en el prestigioso Bufet Miller que fundó su tatarabuelo hace ya varios años.
Santiago me mira y solo me saluda con un leve movimiento de cabeza.
¿Pero quién se cree que es? Cualquiera me dice: Hola Hope, estas más hermosa que antes, ese corte de pelo te queda muy bien. Pero en realidad a ti todo te queda muy bien o algo así, no un simple movimiento de cabeza.
—Hola Santiago, como siempre con tu cara de amargado. —le digo con una sonrisa.
Escucho a Peyton reírse fuerte a mi espalda y veo a Ellie negar con la cabeza avergonzada por mi comentario. Daniel también suelta una risa al ver la cara de sorpresa de su hermano.
—Hope Evans. —me regaña mi madre. Sé que está molesta porque acaba de decir mi nombre completo ¿por qué las madres siempre que se enojan dicen todos nuestros nombres? —No seas maleducada.
Mi querida madre, Catalina, es una mujer muy dulce y algo olvidadiza, pero da mucho miedo cuando se enoja. Pero como acabo de llegar dudo mucho que se enoje conmigo así que ignoró su tono y saludo al resto de personas que mi familia decidió invitar. No son muchas personas unas diez creo. Converso con todas y respondo las mismas preguntas una y otra vez.
—Y bueno ¿Porque decidiste regresar? —me pregunta Peyton.
—Porque te extrañaba.
Ella aprieta mis mejillas y niega con la cabeza.
—Vamos, Hope, ¿Qué hiciste ahora? —ella toca mi nariz y espera a que yo responda. —Te conozco, sé que hiciste algo malo y estas huyendo. No me digas que mataste a alguien.
Golpeó su brazo.
—No seas idiota, por supuesto que no maté a nadie. —todavía—Es complicado.
—Como todo en tu vida.
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Editado: 28.10.2021