Las personas mienten todo el tiempo, algunos lo hacen incluso de forma inconsciente, es parte de la naturaleza del ser humano mentir de vez en cuando, eso no quiere decir que está bien, porque si hay algo en lo que podemos estar de acuerdo casi todas las personas, es que las mentiras nunca traen nada bueno.
Esta mal mentir, lo sabemos, pero por alguna razón a veces no podemos o no queremos evitar mentir, como yo ahora.
—Lamento no haberles contado, pero eso no me incumbía a mí, estaba en Hope, hablarles de nuestra relación y ella decidió no decir nada y yo respeté su decisión porque ella significa mucho para mí, ha sido así desde la noche en que nos conocimos. Estar con ella ha cambiado mi vida para mejor.
Santiago miente con tan destreza y facilidad, que no puedo evitar quedarme analizar y recordar si en algún momento él y yo llegamos a tener algo, porque incluso yo me creo lo que él acaba de decir. Él también, de alguna manera, lanzó la pelota a mi cancha y él quedó como el bueno de la película. No puedo decirle nada porque al menos está aquí y me va ayudar.
—Las cosas son complicadas, pero ahora estamos bien y estábamos pensando en contarles todo. —le digo a mis padres cuando salgo del trance que la mentira de Santiago me provocó.
Mi padre cruza sus brazos sobre su pecho y mira a Santiago que no se deja intimidar por la mirada de mi padre.
—¿Y cuándo y cómo se arreglaron? —pregunta mi mamá.
Miro a Santiago y lo veo fruncir levemente el ceño por un momento. Sé que este favor me va a salir muy caro.
¿En que lio te estas metiendo Hope? —me pregunto mentalmente. —Sales de Guatemala, para ir a Guatepeor.
—Viaje a España hace unos meses y hablamos, volvimos a estar en contacto, pero no volvimos hasta que Hope me dijo que había terminado con él—señala con el mentón de forma despectiva a Guillermo.
Siento casi un alivio al recordar que Santiago es abogado, mentir es parte innata de su trabajo y él lo maneja muy bien.
Miro a Guillermo y siento pena por él, porque no se merece esto. Soy una mala persona, lo sé, no voy a jugar el papel de mártir porque eso sería muy hipócrita de mi parte.
—Guillermo lo siento. —no puedo evitar decirle al ver su mirada triste, él siempre me ha dado pena, pero no puedo estar con alguien por esa razón—No te mereces esto.
—Pero en los sentimientos no se manda—agrega Santiago.
Me siento mal por Guillermo, porque yo mejor que nadie sé lo que se siente cuando te dejan por alguien más, los sentimientos encontrados al pensar que no eres suficiente para quien amas y por esa razón eligió a alguien más. No puedo evitar pensar en la noche que Emmanuel terminó conmigo y en lo devastada que he estaba y en como a pesar del tiempo aún me duele pensar en eso.
—¿Dónde te estás quedando?
Es mi mamá quien responde a mi pregunta.
—Tu papá lo va a ir a dejar a un hotel.
Suspiro y me paso una mano por mi cabeza sin saber cómo manejar la situación desde aquí.
—¿Podemos dejar esto por ahora? —le pregunto a mis padres y algo en mi mirada hace que mi papá asienta con la cabeza.
—Llevaré al muchacho al hotel. —dice él.
Guillermo me mira y le hago una seña para decirle que lo llamo después. Sólo quiero un respiro de toda esta situación.
Cuando mi padre se ha ido con Guillermo, miro a Santiago.
—Voy a mi habitación—tomó la mano de Santiago y empiezo a caminar hasta las escaleras.
—Con la puerta abierta—grita mi mamá.
No puedo evitar poner los ojos en blanco
—Si no tuvimos sexo en tu casa, ¿qué les hace pensar que lo haré aquí?
Santiago no me dice nada.
Suelto su mano y subo las escaleras. Mi habitación queda al final del pasillo a mano izquierda, la habitación de Peyton queda frente a la mía. Abro la puerta y sonrió al ver que mi mamá conserva todo tal y como lo dejé. Entró en mi cuarto y Santiago entra después de mí.
Es un poco raro tenerlo aquí en mi habitación.
—Vaya, en serio te encanta el arte. —me dice mientras se agacha a recoger un dibujo que está cerca de mi pequeño escritorio. Lo observa por un momento y lo deja junto al resto de dibujos que están en el escritorio—Eres buena.
Me siento en la cama y observo como Santiago recorre mi habitación admirando los dibujos que están en la pared y algunos premios que tengo en una repisa.
—Así que viniste.
Él no me mira, está concentrado mirando una pintura sobre un paisaje que pinte hace años.
—Sí, es obvio que vine.
—¿Por qué?
—También voy a sacar algo de esto, hay alguien a quien quiero dejarle claro que ya no quiero nada y una novia falsa me viene bien.
El nombre Bianca viene a mi mente. ¿Será ella? Me muerdo la lengua para no preguntar y hacer que Santiago se arrepienta de ayudarme.
—Así que ahora también me necesitas.
Ahora él sí se gira y levanta un dedo frente a mis ojos mientras lo mueve en señal de negación.
—No, claro que no, Hope. Aunque lo creas o no, suelo hacer muchas obras de caridad y está es mi buena acción del día. — él golpea suavemente mi nariz con su dedo algo que me hace sonreír. —Es mentira, te estoy ayudando porque te vi tan desesperada y tú discurso sobre tu ex me convenció.
—¿Mi discurso te convenció? —le digo con incredulidad, puedo ver que esa no es la única razón por la que él me ayudo—Gracias.
Él simplemente se encoge de hombros para restarle importancia a la situación.
—Vamos a poner reglas. —me dice Santiago adoptando su postura de abogado. —Sólo será por tres meses, al final quedará en ti decir la verdad o simplemente olvidar todo, a mí me da igual. Podemos salir de vez en cuando, para mantener las apariencias de una relación real, pero tienes que avisarme con tiempo, porque a diferencia de ti, yo tengo una agenda muy ocupada.
Me paro de la cama y camino hasta la pequeña ventana que esta frente a mi cama, miro un momento el vecindario en el que crecí y siento melancolía, pero me trago ese sentimiento porque no es momento para eso.
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Editado: 28.10.2021