Los párrafos en cursiva son recuerdos del pasado.
Sus manos sostienen las mías mientras miramos tranquilos las estrellas. Yo señalo una estrella brillante en el cielo y le digo en tono de broma que ésa es mi estrella. Que un viejo amor la compró para mí. Él se ríe y me sigue el juego preguntado sobre aquel viejo amor que no existe. Él sabe que es mi primer amor y yo sé que soy el suyo.
—¿Me amas? —le pregunto.
Él me mira a los ojos y su mirada me hace sonreír. Dibuja algunos patrones en mi rostro hasta que llega a mis labios y me da un casto beso lleno de sentimientos.
—Sí, te amo. No lo dudes, Hope, no importa lo que pase mañana o después, siempre te amaré, siempre serás mi dulce Hope.
Pero yo no quiero pensar en el mañana o el después, solo quiero pensar en el ahora y en él, en mí y en el nosotros. Solo pienso en lo feliz que soy ahora y en cuanto lo amo. En lo feliz que soy mientras el sostiene mi mano. Mientras nos sentamos a mirar las estrellas sin hacer nada, más que disfrutar de nuestra compañía. Pienso y siento sus dedos alrededor de los míos y lo bien que encajan juntos. En como él y yo encajamos muy bien. Emmanuel siempre sabe que decir para hacerme reír y también sabe cuándo no debe decir nada. Emmanuel sabe muchas cosas sobre mí y yo sobre él.
—A veces me cortas la respiración, te miro y no puedo creer lo afortunado que soy ¡Por Dios eres tan hermosa!—me dice él antes de besar mi mejilla— En cada separación siento que muero un poco al alejarme de ti. ¿Tú no sientes eso?. Te amo, Hope Evans, te amo.
Sus palabras me hacen sonreír y siento la necesidad de decir muchas cosas en este momento, como que yo también comparto ese sentimiento y más, pero no puedo hablar, solo tomo su rostro y lo beso de forme lenta, tratando de guardar este momento. Tratando de trasmitir todo lo que no puedo decir en este beso.
—Es la primera vez que me dices te amo. —digo mientras junto nuestras frentes.
—En voz alta. —me dice él. —Ya lo había dicho antes en mi mente y estando a solas mientras sin darme cuenta estaba pensando en ti.
Soy realmente afortunada, lo reconozco. Es difícil amar a alguien y es aún más difícil que esa persona te ame de vuelta. Amar y ser amado es una bendición, yo soy muy bendecida.
—Yo también te amo. —le digo.
—Lo sé.
—Engreído.
Él besa mi mano.
—Dime otra vez que me amas. —le pido.
Emmanuel se ríe.
—Te amo. —me da un beso en mi mejilla. —Te amo—me dice mientras besa mi frente—Te amo, te amo, te amo.
Me da besos por toda mi cara mientras no deja de repetir que me ama.
Él dibujo me quema, no tiene sentido, pero no puedo sostenerlo por más tiempo al sentir como quema mis dedos. Veo el dibujo caer al piso y me siento cerca de donde cayó, para seguir mirando aquel dibujo de hace algunos años. Yo lo hice, mi firma está en una de las esquinas de la hoja, es mi técnica, es mi dibujó. Somos nosotros sentados en la acera viendo las estrellas y no puedo dejar de pensar en esa noche y en esas palabras que lo cambian todo.
—Primer te amo. —leo en la parte de arriba del dibujó.
Tomo los otros dibujos que deje sobre la cama. Está nuestra primera cita, la primera vez que él sostuvo nuestras manos, nuestro primer beso y nuestro primer te amo. Hay otros dibujos y no puedo evitar sonreír al ver algunos dibujos y recordar esos momentos. Fueron buenos momentos, momentos realmente felices.
—¿Ya se fue Santiago? —me pregunta Lola desde el marco de la puerta.
No levanto la mirada hacia ella, no puedo dejar de ver aquellos dibujos.
—Sí, hace un par de horas. Es sábado, pero según él, la ley no espera y se tuvo que ir.
Lola murmura algo, pero yo no la escucho.
Hoy después que se fue Santiago, empecé a ordenar mis dibujos y cosas de arte y encontré esta caja celeste con algunos dibujos y cartas. No pude evitar abrir la caja y ver lo que hay dentro.
—¿Mirando el pasado? Los viajes por el carril de la memoria no suelen ser sencillos. —me dice Lola.
Asiento con la cabeza.
—¿Qué paso entre Santiago y tú anoche? —me pregunta ella. —Fue la primera vez que duermen juntos. Quiero detalles.
Pero no hay mucho que contar. Creí que sería incómodo, pero no lo fue. Hablamos como siempre y cuando eran casi las cuatro de la mañana, me quedé dormida y cuando me desperté él ya estaba listo para irse. Me dio un beso y se fue, no sin antes decirme que me llamaría.
—No hay mucho que contar. —le digo a Lola.
Ella resopla frustrada.
—¿Qué pasa, Hope?
Hay algo en su tono que me hace levantar la mirara hacia ella. Lola esta recostada sobre la puerta con los brazos cruzados y esa mirada llena de calma.
—¿Y si solo me estoy engañando? —le pregunto—Tal vez solo estoy tratando de tener con Santiago aquello que tenía con Emmanuel.
—Dijiste que ya no lo amabas.
—Como antes. Ya no lo amo como antes.
—Hope...
—No controlo lo que siento, Lola. Estoy cansada de escuchar a todos decirme que lo saque de mi corazón y de mi mente. No puedo hacer como si él nunca hubiera existido, no puedo eliminar todo lo que hemos vivido. Estoy cansada que todos me digan que debo sentir. ¿Crees que yo me quiero sentir así? No, desearía poder sacarlo de mi mente, pero no puedo, no tengo ese poder. No elegí enamorarme de él, no elegí sufrir por él y créeme cuando te digo que no elijo en ciertos momentos desear poder regresar a la noche que nos conocimos. No es posible, lo sé, pero a veces me permito creer que puedo hacerlo, que tengo ese poder. A veces elimino a Rosalie de nuestras vidas y solo somos él y yo.
Admitirlo en voz alta lo hace real y ya no solo parte de mí. Ya no son solo ideas que flotan en mi cabeza, son deseos inconscientes que he tenido por un tiempo.
Lola se sienta con cuidado frente a mí y la veo pensar atentamente que va a decirme ahora. Ella toma uno de los dibujos y sonríe cuando recuerda aquel viaje a la playa.
—No quería que Santiago se vaya anoche. Pero tal vez es porque no quiero estar sola y estar con él me hace sentir bien. Me gusta, pero no sé si podré llegarlo amar y eso me asusta. ¿Y si no amo a nadie como amé a Emmanuel?
Me asusta la idea de saber que no podré amar a nadie más como lo amé a él. Porque yo también merezco ser feliz, seguir adelante y sonreír. Además, no quiero lastimar a Santiago, él merece alguien que tenga claro sus sentimientos y sepa a donde va y yo me siento muy confundida ahora. Creo que aún no estaba lista para empezar una relación, que necesitaba tiempo y no debí apresurar las cosas. Todo tiene su momento. Yo acabo de terminar con Guillermo y aunque no lo amaba, él era muy importante para mí. ¿Qué hago ahora?
—No, es obvio que nos vas amar a nadie como a él, debes entender eso. Él fue tu primer amor y siempre ocupará un lugar importante en tu corazón. —me dice Lola con calma y cariño. El tono en el que me habla me relaja. —A cada persona las amas de manera diferente. Algunos tienen un solo amor en toda su vida y otros tienes dos e incluso hasta tres y está bien, cada persona es diferente. ¿Quieres a Santiago?
Suspiro y respondo con más tranquilidad.
—Sí, lo quiero.
—¿Lo amas?
Muevo mi cabeza.
—No se ama a alguien de la noche a la mañana. —le digo a Lola. —Amar es un proceso, lleva tiempo.
—¿A qué le tienes miedo?
Agacho la cabeza y observo los dibujos que están regados en el piso.
—No quiero romper el corazón de Santiago porque sé lo que es tener un corazón roto y tampoco quiero que él rompa mi corazón.
Lola se pone de rodillas y empieza a recoger los dibujos. Se levanta con los dibujos en la mano y los guarda en una caja, cierra la caja y la guarda en mi armario. Luego se sienta a mi lado y toma mi mano.
—Hope, mi querida amiga, no puedo prometer que no van a romper tu corazón, no puedo decirte que tú no vas a romper el suyo porque a veces en el amor es una puerta hacía el sufrimiento, hacía la decepción y debemos decidir si queremos atravesar esa puerta o no.
—¿Por qué voy atravesar una puerta que me hará sufrir?
Lola me da una dulce sonrisa.
—Ese es el dilema. Creo que si lo piensas y no sabes la razón no deberías atravesar esa puerta.
—¿Tú sabes la respuesta?
—Sí. —me responde ella.
—¿Me vas a decir la respuesta?
—No, tendrás que averiguarlo sola.
Resoplo frustrada.
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Editado: 28.10.2021