Si he de iniciar este relato, nada más decir que los ojos de aquella dama, azules como el cielo, me hacen pensar en los tranquilos prados despejados de mi pueblo, en aquellos días en que la pureza de mi amada aun miraba a escondidas tras los árboles, me detendré aquí pues puede que nunca termine con este hermoso recuerdo.
El grupo de gente reunida comenzó a aplaudir, la mayoría de las mujeres pedían más palabras para cada una de ellas, pero en sus ojos solo existía una mujer para él. Una vez apaciguada la multitud tomo rumbo al hospital, subió hasta el séptimo piso, habitación 217, en ella una mujer en silla de ruedas miraba por su ventana, su cabello era largo y de un color negro brillante, no media más de un metro con cincuenta.
- Llegaste, me tenías preocupada - dijo al mirar hacia la puerta, su voz era tierna y esbozaba una sonrisa.
- Lo siento, esta vez había más gente de lo normal, veo que te has levantado, ¿quieres ir al jardín? - Dijo mientras la besaba tiernamente. Su estatura no resaltaba, era de la media, su pelo estaba revuelto y la luz de la ventana resaltaba su piel morena.
Habían pasado ya algunos meses desde el accidente, en el que una mina no detonada exploto cerca de Serena y los demás que hacían ayuda humanitaria. La onda expansiva derribo a todo el grupo, todos salieron con heridas y rasguños de poca gravedad, todos excepto ella. La fuerza la había azotado contra uno de los tantos escombros del suelo, golpeándose la espalda con el único resto de edificio con un arco de fierro, se lesiono la columna dejándola en silla de ruedas.
A pesar de su condición, siempre se preocupó por sus compañeros, en cambio ellos nunca han aparecido para visitarla, ni siquiera una carta, el único que ha estado a su lado a sido Anderson.
- Creo que cada vez llegas más tarde, siempre dices que se junta demasiada gente - Decía Serena mientras observaba el juego de luces de los arboles con el sol.
- Es como si se corriera la voz, siempre comienzo a la misma hora y cada vez se reúne más gente, al menos saco a los demás de la rutina, la economía post guerra ha afectado a todos -
La post guerra, momento actual que vive gran parte del mundo luego de la tercera guerra mundial, conflicto iniciado por el mundo árabe contra las principales potencias, todo fue tan rápido que nadie supo que el conflicto inicio hasta cuando las bombas ya habían sido arrojadas en las principales capitales. Ni siquiera se sabe los nombres de los ganadores, solo quedo la ruina pues toda la economía se enfocó en armamento, creación de nuevas bombas y minas antipersonales con un gran poder de choque más que explosivo. Anderson vivió el calvario de la guerra en carne propia, se le obligo a ser soldado en la batalla del Sahara, el conflicto más largo y que dio fin a la guerra. La mayor parte de su pelotón murió, los únicos sobrevivientes siguen merodeando por las ciudades no bombardeadas, teniendo pesadillas sobre la guerra y del pasado, se le denomino a esto como el efecto “nostalgia”.
- ¿Cuándo vas a decírmelo? - Exclamo ella mientras acomodaba su silla bajo la sombra del árbol más alto del jardín.
- ¿Decirte que cosa? - Respondió Anderson mientras se acomodaba entre las piernas de Serena mientras ella jugaba con su cabello revuelto.
- De que te vas, sé que te ofrecieron un trabajo en Winter, dejaste la carta en mi habitación el otro día - Dijo con algo de pena mientras seguía jugando con el cabello de Anderson.
- Bueno, ya lo sabes, no quería decírtelo hasta que estuviera confirmado, pero sí, me ofrecieron un trabajo de guardaespaldas en Winter y si todo sale bien, debería presentarme en dos semanas más -
- No quiero que te vayas, sé muy bien que los gastos del hospital son muy altos, pero no quiero perderte…. No de nuevo - Dijo con lágrimas en sus ojos.
- No quiero que llores- Le hablo tomándole las manos con calidez- volveré es solo por un tiempo, además es tu hermana trabajando en el hospital no estarás sola -
- ¿Y tú?, Estarás solo en Winter -
- Sabes que yo crecí en Winter, además Andrea vive en la ciudad ahora y creo que Paz está por llegar según su carta de la semana pasada -
- Sabes bien que no me gusta mucho que estés con ellas, tú las ves como hermanas, pero ellas no, siempre andas muy apegado a ellas y ellas a ti - Se apresuró a decir apretando las manos de Anderson.
- Oye, que sean mis hermanas adoptivas no quiere decir que no sean mi familia, además tú sigues pensando en eso cuando solo lo hacían por molestarte, en fin, mejor aprovechemos el tiempo, ¿regresamos a almorzar? -
El tiempo paso rápido y la hora del toque de queda se acercaba, Anderson debía marcharse. No se permiten alojados en el hospital, ya era difícil ingresar por alguna enfermedad así que quedarse era imposible. Su casa quedaba lejos y el transito debía de cesar hace media hora.