Abrí mis ojos de golpe al sentir algo frío en mi frente. Me levante rápidamente causando que un ligero mareo se apropiara de mi cuerpo, logrando que mi vista se volviera borrosa por unos segundos. Una mano me detuvo, haciendo que me volviera a recostar en la cama para lograr que mi mundo volviera a girar con normalidad.
– Esta bien Yelen. Estoy aquí.
Su voz logró que dejara salir un suspiro de mis labios.
Estaba en casa.
La pesadilla había terminado.
– ¿Estas bien? ¿Quieres agua? – pregunto con voz apacible.
– Agua.. por favor – logré responder en un susurro.
Mi garganta se sentía seca y la cabeza me daba vueltas por mi repentina acción. Hace unos momentos estaba teniendo una pesadilla, con un hombre de máscara blanca en un tétrico almacén. Realmente podía hacerme la fuerte diciendo que no tuve miedo en ese instante, pero después de estar de vuelta, después de que ya estoy a su lado nuevamente, entonces el miedo llegó a mi de golpe.
El qué hubiera pasado es lo que mas me atormenta, creí que finalmente podíamos hallar algo de paz en un mundo como éste, pero supongo que estaba siendo demasiado ingenua al pensar en ello.
– Aquí tienes.
Leander me entregó el vaso con agua que traía consigo, lo tome con mis manos temblorosas para después beber de el. Sentía como el agua hacía su recorrido por mi garganta y lograba que la sequía que sentía se fuera.
Le entregué el vaso a Leander nuevamente, quien lo puso en el buró que se encontraba a lado de la cama. Después de eso ninguno dijo nada. Era como si tuvieramos algo que preguntar al otro pero nos costaba hacerlo.
¿Qué debía decir en momentos como estos?
¿Debería disculparme por tener tan mala suerte con las bodas? ¿o simplemente deberíamos hablar normalmente como si nada hubiera pasado? Realmente no lo creía así, no podíamos simplemente planear otra boda en momentos como estos.
Hubo un silencio incómodo entre nosotros, ambos nos encontrábamos buscando las palabras correctas para decir, pero no podíamos formular la oración completa.
– Yelen – pronunció mi nombre en un susurró cálido, llamando mi atención. – No quiero presionarte, pero quiero saber lo que sucedió lo antes posible – demandó con voz seria.
Aquellos ojos azules se encontraban oscurecidos, con una frialdad impresionante. Leander había construido un muro nuevamente. Eran los mismos ojos con los que había mirado a Erick aquella vez, era la misma mirada indiferente, era la mirada de un Ivanov que busca calmar su sed de venganza.
– No.. no puedo recordarlo – mentí, y mi corazón se oprimió dentro de mi pecho nuevamente. Con el paso de los días me volvía cada vez mas buena en mentir, en colocarme una máscara de falsa inocencia y mentir sin escrúpulos.
– Lo sé. Sé que es difícil para ti recordarlo, pero quiero que lo intentes Yelen. Cualquier detalle, algo de lo que ocurrió ese día, tienes que decirlo, porque solo así podré encontrar al responsable.
Sus ojos me miraban con súplica, desesperados por encontrar una respuesta. Respuesta que yo no le diría.
Clavé fuertemente mis uñas en mis muslos por debajo de las sábanas cuando un fugaz pensamiento surgió en mi mente. Si yo nunca le decía la verdad, entonces.. ¿como es siquiera que yo digo amarlo?
Lo hacía para protegerlo. Para que él no se involucrara, pero esas no eran nada mas que simples excusas, porque si hablábamos de su hermano, tarde o temprano lo haría, se lo dijera yo o no, él se enteraría, y aunque supiera la verdad, él no dejaría de estar de lado de Zev, nada cambiaría con mi silencio. Lo único que estaba logrando con ello, era separarnos aún mas de lo que los demás lo hacían.
– ¿Yelen?
Su voz llamándome me trajo devuelta de mis pensamientos.
– Vi un almacén – comencé a decir. Leander acomodo su silla mas cerca de mi, prestando atención a lo que yo decía.
– Estaba atada en una silla. Entonces un hombre apareció, no pude verlo, porque traía una máscara blanca cubriendo su rostro. Él hablo acerca de un jefe que había escrito la nota que me enviaron, luego me dejo ir, y realmente no se que sucedió después, mis recuerdos son borrosos de cuando iba corriendo. Era un terreno enorme y la única casa que se veía era el almacén.
Leander asintió con la cabeza cuando termine mi relato. Sus manos deshicieron el puño que había hecho con ellos y en cambio, tomo las mías entre sus fríos dedos, acariciando mis nudillos.
– Esta bien – dijo en un susurro. Mas para si mismo que para mi.
– ¿Qué es lo que planeas hacer? – pregunté preocupada. Lo que menos quería era que el Leander que le disparaba a un hombre sin remordimiento, volviera.
– Son asuntos de mi padre Yelen, no haré nada. Se los prometí a ambos, a ti y a Zev, que no me metería en los asuntos de la organización, porque ya di un paso fuera de ello, si vuelvo dar un paso de vuelta, entonces nunca podré salir. Tu eres ahora lo que mas me importa, pero si ellos vuelven a involucrarte en esto, entonces no me importaría dar cien pasos mas.
Apreté el agarre en nuestras manos, sonriéndole con sinceridad. Él también era lo que mas me importaba ahora.
Leander se acerco mas a mí, dejo caer su cabeza en mi hombro, dejando que el aroma a su shampoo inundara mis fosas nasales. Era el aroma a hogar que yo tanto amaba. Repose igualmente mi cabeza contra la suya, disfrutando la calidez del momento.
Era hora. Tenía que decir la verdad.
Tenía que revelar el secreto que guardaba antes de que fuera demasiado tarde.
– Leander..
Él se apartó de mi lado al escucharme llamarlo. Me miró con atención y los nervios me invadieron en ese instante. Mis labios parecieron cerrarse de repente, pero no debía de retroceder, no tenía que seguir guardando esto porque no quería mentirle.
Hice ademán por comenzar a hablar otra vez, pero la puerta de la habitación se abrió de manera abrupta, silenciando mis palabras una vez mas.
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Editado: 14.02.2022