Podía sentir el minúsculo rastro de sangre en mi paladar causado por el constante mordisqueo de mis dientes contra mis uñas en todo el trayecto hacia la prisión nacional de Moscú. Agnes miraba el paisaje que se tornaba borroso a nuestro alrededor que se contemplaba en las ventanas del coche, con el mismo nerviosismo que yo, pero el suyo parecía totalmente diferente al mío.
Estaba ocultándole algo una vez mas.
Nuevamente estaba haciendo algo a sus espaldas justo cuando habíamos decidido estar juntos.
Acaricie con las yemas de mis dedos el frío del metal que conformaban la sortija, recordando el dulce momento cuando Leander decidió entregármelo, con sus mejillas algo sonrojadas y los nervios a flor de piel, a pesar de todo lo que habíamos pasado juntos, aún así estaba preocupado porque yo no lo aceptara.
Pero esta sería la única ocasión que lo haría. Esta sería la primera y la última vez que le escondía algo, porque tal vez Agnes solo quería discutir algo con Sergei, tal vez ella solo quería gritarle toda la ira que traía guardada en su interior y después le entregaría la nota.
Después de ello, no iba a seguir guardando este secreto, ni ningún otro.
El guardia nos indicó que esperáramos unos momentos en la sala de espera en el interior de la prisión mientras él hablaba con sus jefes, para posteriormente avisarle a Sergei Ivanov de nuestra repentina visita. Era muy sabido que si él no aceptaba vernos, entonces nada podíamos hacer para hablar con él y eso era lo mejor, que el ex jefe de la mafia rusa no aceptara hablar con Agnes, era mejor, a que accediera a hacerlo.
Las luces de la sala parecían parpadear constantemente, la iluminación en esta zona no era tan buena como en las demás partes de la ciudad y eso era algo contradictorio, ya que cualquier descuido podría conducir a una posible fuga y eso no sería bien visto viniendo de una de las prisiones mas resguardadas de toda Moscú.
El guardia regresó minutos después, los cuales se me habían hecho eternos, y contrario a lo que yo esperaba, Sergei Ivanov no se había negado a verla, como yo había pensado que lo haría. Él apareció en la sala de visitas y su dura mirada se suavizó al verla.
Agnes comenzó a llorar al verlo. Quería ir hacia él pero el cristal que los separaba no se lo permitía. Ella sollozaba en silencio mientras murmuraba cosas intangibles, rasgando el cristal que la separaba de su esposo. Sergei la miraba con dolor. Observándola con aquellos ojos azules tan fríos, que al verla la tormenta en su mirada se había calmado
La observaba con compasión, con dolor, le dolía verla sufrir, era como si aquella escena ya lo hubiera visto antes y le afligía que ésta se volviera a repetir.
– Mi hijo Sergei. Mi hijo. Me van a quitar a mi hijo – susurraba ella junto con algunos murmullos incomprensibles. Yo me mantenía parada detrás de ella, expectante a la escena que se estaba desarrollando frente a mi.
– No lo harán. Mírame Agnes. No lo harán.
Ella lo miró. Su respiración se volvió mas estable y dejó de rayar el vidrio con sus uñas.
– ¿Estará bien?
Sergei asintió. Tratando de mantener la seriedad en su mirada, pero por primera vez en todo este tiempo, había visto una grieta en aquel severo hombre.
– Nadie podrá tocar a Zev.
– Quiero que vuelvas – dijo ella con la voz ahogada. Sergei negó dolorosamente.
– Te dije que esto era necesario para protegerlo. Solo debes resistir un poco mas Agnes, después estaré contigo.
Él siguió murmurándole palabras de aliento, diciéndole que volverían a estar juntos pero yo ya no los escuchaba, había dejado de hacerlo desde que ella le rogó volver.
Ella lo había encarcelado por el bien de sus hijos, yo había creído que realmente había sido así, pero me había equivocado, Agnes Ivanov nunca dejó de estar entre las manos de Sergei, nunca se escapo de él ni por un segundo.
– ¿Qué significa esto? – pregunté. Arrepentida de haberla traído aquí.
– Agnes. ¿Me dejarías un minuto con la chica?
Agnes asintió, levantándose ante la orden de Sergei sin rechistar. Se levantó, cediéndome el lugar y entregándome el teléfono para que yo hablara con él en su lugar.
– ¿Qué es todo esto? – inquirí con incredulidad.
– Agnes no se encuentra bien en estos momentos. Es un tipo de trastorno que surgió después de un evento del pasado, suele ocurrirle cuando pasa situaciones de mucho estrés. Ella confío en ti al pedirte este favor y yo hubiera preferido que no lo hiciera. Pero debido a las circunstancias, debo pedirte que la lleves al hospital psiquiátrico del norte, en ese lugar esta el doctor Pick, él la atendió en el pasado y te dará los medicamentos que necesita.
– Eso no fue lo que pregunté. ¿Dije, que qué es lo que esta ocurriendo?
– Así que por fin serás una de nosotros – dijo con sorna, ignorando completamente mi pregunta y mirando el anillo en mi dedo con incredulidad. Sus orbes azulados mirándome con reproche.
– No tengo porque darle explicaciones, solo quiero saber que es todo este teatro que se han montado. Todo el asunto del arresto, ¿usted lo planeo?
Sergei Ivanov cruzó sus manos entre sí, apoyándolas en el espacio que tenía frente al teléfono, sonriendo con suficiencia.
– Ya sabía lo que Leander estaba planeando desde el momento en el que te rapte. Sabía que pensaría en esta solución para salvar a sus hermanos y lo dejé hacerlo, porque esto es lo mejor para la familia, para mantenerla a salvo.
– ¿A salvo de qué? – pregunté aún sin comprender lo que estaba ocurriendo.
– De los enemigos que están en el exterior, tanto como los que están adentro. No necesitas saberlo. Solo necesitas traer los medicamentos de Agnes, ella debe estar bien para lo que sea que el enemigo planee en nuestra contra.
Agnes se acercó nuevamente hacia nosotros y me arrebato el teléfono de las manos.
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Editado: 21.04.2022