-¿Qué sí…? ¿Y que si quiero ser un encantador billonario que está enamorado de ti?
-Henry…-dije con voz siendo solo un débil susurro.
Sus ojos no dejaban los míos. Lo atractiva que era su mirada me hacía respirar con dificultad.
No había nada fingido en ella. No mostraba restricciones, solo lo que eran sus verdaderas intenciones.
Supe que todo era una mala idea. Si era sincera, desde un principio lo supe. Pero no pude con la tentación.
Esa manera en la que sus dedos se enterraban en mi cabello, la manera en la que me mantenía lo más cerca posible de su cuerpo… La manera en la que sus manos exploraban mi cuerpo despertaron ese anhelo que tenía por él.
Acepté todo con gusto, dejando que me besara como quisiese y donde quisiese. Todo con mi consentimiento.
De un momento a otro nos encontrábamos tratando de entrar a su habitación sin dejar de besarnos o golpearnos con algo.
Ambos éramos conscientes que aquello no era parte del contrato, pero lo ignorábamos en ese momento.
Desabotoné su camisa pasando mis manos por su perfecto pecho sin dejar de ver a sus ojos cafés oscurecidos con ese capricho mío que quería cumplir.
Sus grandes manos envolvieron las mías y me devolvió mi misma mirada.
-He querido hacer esto desde el momento en que nos conocimos-dijo con su voz ronca sobre mis labios enviando escalofríos por todo mi cuerpo.-Eres tan hermosa…-sus dedos acariciaron mi mejilla y cerré mis ojos disfrutando su toque que hacía que dejara de respirar.-Y tan atrevidamente real-volvió a besarme y dejó de hacerlo para después verme a los ojos y pasar sus dedos por mis labios.-Nuestra relación puede ser falsa, mi querida luciérnaga, pero no hay nada fingido sobre lo que sentimos por el otro.
Tomó mi cara con cuidado para besarme consecutivamente. Su otra mano bajó a mi cintura para acercarme a él lo más que se pudiese. Después estábamos en su cama con su cuerpo sin ropa con el mio igual. Los dos dimos lo que pudimos con el cuerpo del otro.
Nos tomamos nuestro tiempo besándonos y tocándonos hasta tomar el siguiente paso que aunque no lo admitiéramos, siempre esperamos.
***
Restregué mis ojos al sentir el sol de la mañana sobre ellos. Al sentarme en esa cama que ni siquiera era mía vi a Henry acostado boca abajo con su sábana blanca tapando su cintura hacia abajo. Se miraba tan tranquilo con sus labios entreabiertos.
Pero llegó el momento en el que me di cuenta de lo que había pasado entre nosotros cuando mire con mis ojos asustados su espalda desnuda.
¿Qué es lo que había hecho? ¿En qué demonios estaba pensando cuando deje que lo hiciéramos?
Nada de eso estaba dentro del trato que ambos habíamos firmado.
-¿Henry?-toque su hombro.-Henry-lo llamé de nuevo ya que no despertaba.-Henry!-le grité haciéndolo despertarse asustado. Tape mi cuerpo con mi parte de la sabana antes de que él me viera.
-¿Lucia? ¿Qué pasa?-me miró confundido. ¿Como no sabía qué pasaba? ¿Estaba fingiendo demencia esta vez?
-¿Cómo qué qué pasa, Henry? ¡Esto fue un error total!-grité desesperada y acerqué mis rodillas a mi cara y puse mi cabeza en ellas. Me abracé a mis piernas y las ganas de llorar del estrés que era mi vida y cabeza.
Sentí su mano sobre mi cabello y empecé a sollozar cuando me habló con esa voz suya. -Lo siento mucho, luciérnaga. Ha sido mi culpa que hayamos roto lo escrito en el contrato. Yo tenía que haber parado tan pronto llegamos muy lejos.
-Por favor, solo deja de llamarme así-levanté mi cabeza y sorbí mi nariz.
-Quiero disculparme contigo, ¿bien? No volverá a pasar. Te lo prometo.
-¿En serio podrías ser capaz de cumplir una promesa, Henry Kane?-lo mire a los ojos, desafiándolo.
-Trataré. Por ti.
-¿Pero y si…?-bajé mi cabeza deseando que él se fuera y me dejara hablando sola conmigo mismo. Me mordí mi labio inferior antes de decirle lo que estaba en mi mente en cuanto me levanté y lo vi recostado a mi lado.-Yo… yo quiero que lo volvamos a hacer-dije con mis mejillas sonrojadas, me tapé mi cara con mis cabellos enredados.-¿Y tú?-le pregunté con mis mejillas más rojas que antes.
-Si…-me levanto mi cara con sus dedos en un gesto que empezaba a amar que hiciera.-...lo deseo como no lo crees. Pero tampoco quiero poner nuestro plan en peligro o pasar por lo que está pasando. No quiero que ninguno piense que esto fue… un error. Tal vez lo fue, pero yo no lo veo así. No vayas a poner todo esto en mi contra.
-Sin resentimientos-le sonreí y él se levantó de la cama. Al verlo caminar para cambiarse e irse de su habitación en mi mente llegó el recuerdo de como me sostenía a su cuerpo en el momento.
Esa pequeña y minúscula parte de mi cabeza pensaba que nadie tenía que disculparse con el otro por lo que había pasado la noche anterior.
No rompen ninguna regla si hicieron algo que el contrato no cubría, boba.
Si, tal vez esa parte disipada de mi cabeza tenía razón. Sin embargo esa parte debía de entender nuestra preocupación por hacer algo que nos llevase a futuros… conflictos.
***
Había hecho mi rutina desde que salía con Henry como siempre. El único hecho que no la hacía perfecta era que no dejaba de pensar en él. Y también en lo incómodo que sería el desayuno.
Entré a la cocina encontrándome a Henry, ya listo para ir a trabajar, leyendo el peridodico y a mi cabeza llegó la discusión, la preparación del omelette no quemado… el casi beso de Henry… y en ese momento sería el desayuno con el premio al más extraño e incómodo.
-Te ves preciosa, Lucia-dijo bajando el periodico para tomar un trago de su taza de café.-Tal vez haga que comiences una línea de ropa con tu nombre pero ponerlo todo al mio.
-Muchas gracias, Henry, pero eso no es lo mio.-le di una sonrisa de comercial de pasta dental.
-Bueno… mi asistente me dijo que el día de hoy no habrá ningún medio cubriendo el campus de tu universidad hoy. Puedes ir sola hoy, ¿no?-Su cambio de tono a uno profesional no me sorprendió. Nada que viniera de Henry Kane iba a sorprenderme de ahora en adelante.