Él no llegó a entender de donde había salido esta manada. En Lael no había moravos salvajes, excepto que hubieran venido del vecino Erdaman.
Era posible, por supuesto, freírlos un poco con fuego, pero Einar sintió lástima por ellos. Los tontos animales ya se habían dispersado al chocar con el dragón, así que ¿para qué perseguirlos por el cielo echando fuego?
— ¿Estás bien?, — Einar miró con preocupación el rostro pálido de Dastian.
Los moravos le dislocaron el ala, pero mucho peor fue que al caer se lesionó una pierna. ¡Y esto tuvo que suceder justo encima de la única franja de bosque que hay en Lael!
Si el amiran hubiera permanecido en su hipóstasis de dragón, las heridas se habrían cerrado rápidamente, pero logró transformarse durante la caída, y ahora Einar tenía que llevar a Boligard sobre sus hombros.
Sentarlo sobre su espalda y convertirse en dragón tampoco es una opción fiable. Si Dastian no puede mantenerse en el aire y vuelve a caer, será una catástrofe.
La mejor solución sería dejarlo aquí y volar al palacio del rey Gastón en busca de ayuda. Pero Einar no se arriesgó a dejar a su amigo solo en el bosque, así que solo se sacudió, echándose a Dastian al hombro y siguió adelante.
Ellos volaban a Lael, al palacio del rey vasallo Gastón para su compromiso de matrimonio con la princesa laeliana Aselin. Einar no creyó que su amigo hubiera expresado su acuerdo para este matrimonio hasta que él mismo le pidió que lo acompañara al palacio de Gastón y testificara el compromiso.
El hecho de que el amiran Dastian Boligard, príncipe de la corona y heredero del amir Erregor Boligard, Señor Supremo de las tierras de Andalursia, se casara, no era nada extraordinario.
El mismo Einar, por ejemplo, también es príncipe y futuro rey de Gerona. Él como nadie sabe lo que es la responsabilidad ante el trono.
Pero aparte de todo lo demás, Dastian es su amigo, y Einar sabía muy bien quién ocupaba el corazón del futuro Señor de Andalursia. Por eso fue que se sorprendióde de que el joven dragón cediera ante su augusto tío Erregor.
Él y Dastian amaban a la misma chica. Iveina Veron, la pequeña y fea amiga de la infancia de Einar, que resultó ser su prometida Elissa Boligard, era prima de Dasty, por lo que el amiran solo podía contar con sentimientos fraternales.
¿Tal vez fue por eso que su amigo dio su consentimiento para casarse con la princesa Aselin? Bueno, la princesa aún es pequeña, por lo que aún es temprano para pensar en la boda. Y el compromiso de matrimonio, se puede anular...
— Aguanta un poco, Dastian, cuando salgamos del bosque, intentaremos volar.
— Einar, ¿ves ese humo allí?, — Dastian levantó la cabeza.
Einar incluso se agachó de la alegría. ¡Alabado sea el Dios Celestial, una morada humana! Podrá pedir que cuiden de Dastian y él podrá volar al palacio por el devin (*).
— Parece la cabaña de un guardabosques, — dijo Einar y fue siguiendo el humo.
Tenía razón. No lejos de allí encontró una pequeña choza a punto de derrumbarse y cubierta de árboles. Einar sentó al amiran en el umbral y tiró de la puerta. Estaba cerrada.
— Oye, ¿a quién buscan ustedes?, — se oyó una voz sonora, y desde algún lugar arriba saltó ante ellos una chica mugrienta con el pelo revuelto y enmarañado. La ropa le quedaba grande y colgaba de la chica, como si se la hubieran quitado a otra persona. — ¿A quién buscan?
— Mi amigo se cayó y está muy dañado, me temo que puede haber fractura, — respondió Einar.
— ¿Es que tu amigo no sabe caminar?, — preguntó burlonamente la chica. — ¿O se cayó del cielo?
— Del cielo, — respondió Dastian y frunció el ceño. — ¿De dónde saliste, tan parlanchina?
— Yo vivo aquí, — respondió ella, agitando la mano en un gesto indefinido—. — ¿Y quiénes son ustedes?
— Somos de Siridan, volamos al Palacio del rey Gastón — dijo Einar y se enmendó—, volábamos.
— ¿Es a ustedes a quienes están esperando desde hace una semana? Hay tanto alboroto que nos han hecho la vida imposible, — la chica se quedó mirándolos.
— Es posible que sea a nosotros. ¿Cómo te llamas?, — preguntó Dastian.
— Nilesa, — gruñó ella, mordiéndose el labio, — ¿para qué quieres saberlo?
— Escucha, será mejor que me ayudes, ya me duele la cabeza de tanta charla, — intervino Einar, pero Dastian lo detuvo.
— ¿Y dónde está tu padre? Eres la hija del guardabosque, ¿verdad?
— Bueno, sí, —asintió Nilesa, — pero ¿para qué necesitan a mi padre?
— ¿Aquí son todos tan torpes?, no pudo de nuevo contenerse Einar y de nuevo lo detuvo Dastian.
— Dulce chica, ¿serías tan amable de llamar a tu padre o a uno de los adultos? Necesito un devin, o mejor aún, si mandan un carruaje con moravos desde el Palacio. Me temo que será difícil para mi amigo llevarme hasta el castillo.
— ¿Dónde están sus moravos? ¿Se escaparon?, — ella tomó de nuevo un tono burlón.
— Nosotros no volábamos en moravos, cariño. Somos dragones, — respondió Dastian y se recostó a la pared.