La Obsesión del Monstruo 2

Capítulo#20 T2

 

Narra Owen.

Layla y yo hablábamos sobre mi padre, ella  sacó a relucir ese tema sin querer, sé que se arrepintió después de hacerlo, me recordó que se había marchado mal herido  y no había vuelto a saber nada de él. Sé que no había pasado tanto tiempo solo eran unos pocos días; pero la angustia de no recibír noticias suyas era muy grande. Evitaba pensar demasiado en ello y más cuando estaba con mi mujer y mi hijo, no quería que vieran mi dolor. Layla había pasado por muchas cosas y había sufrido mucho, lo único que deseaba era hacerla feliz por el resto de su vida.

Nuestro inquieto nefilim, se estaba removiendo más de la cuenta, iba a tomarlo en mis brazos para tranquilizarlo cuando de pronto hizo un gesto que no esperaba e hirió a Layla. Me paralicé por un segundo, esas zanjas que se vieron perfectamente poco antes de llenarse de sangre causaron un efecto de déjà vú en mi mente, pero más fuerte fue la preocupación por mi amada y me abalancé a su lado para comprobar cómo estaba.

—¡Layla!, ¿estás bien?  

—Sí, es solo un rasguño —respondió presta, ella era increíble, sabía que era profundo, lo ví con mis propios ojos, pero aún así ella se negaba a angustiarme. No sé que habría hecho de extraordinario en la vida para merecerla.

—¡No lo es!, mira cómo estás sangrado —. De pronto vinieron varias imágenes a mi cabeza como si estuviera viendo una película de mi propia vida... —Tía Ariadna...

No era a Layla la que veía en este momento, todos los recuerdos se agolparon tan de repente que quedé aturdido. Layla me contemplaba fijamente, anonadada.

Estaba completamente conmocionado.

—Owen, reacciona. ¡Owen! —el grito de Layla asustada me sacó de mi estado doloroso. La miré confundido, aún no era capaz de distinguir la realidad del pasado.

—Layla, tu fuiste mi tía en el pasado, fuiste la mujer que me crío, ahora puedo recordar su rostro, ¡eras tú! —. De pronto creí que era Ariadna la que tenía enfrente, pero mirar a mi hijo me hizo comprender la realidad. Aunque estar consciente era mucho más doloroso, porque sabía que le había causado mucho daño en el pasado—. Yo fuí el culpable de tu muerte, lo supe hace poco, cuando estuve en el infierno.

El alimento principal de un demonio es la energía vital de los seres humanos, de pequeño no podía controlar ese condición y con seguridad me fui alimentando de Ariadna, hasta que consumí su vida. En el infierno hay una regla, los demonios no pueden estar mucho tiempo al lado de los espíritus de los morales, porque pueden estinguirlos para siempre, la llegada de las almas es un banquete para los demonios, las necesitan para subsitir; pero mi padre se encarga de que solo tomen lo necesario, no permite que ningún demonio dañe ninguna de esas almas, castiga de muerte a quién lo haga. ¡Cómo no admirar a mi padre después de saber eso!, actua tan despreciativo e indiferente con los humanos, pero los cuida y los preserva en su paso transitorio por el infierno.

—¿De qué estás hablando? —la voz alterada de Layla me sacó de mis cavilaciones.

—Me alimenté de su energía vital, la enfermedad se la provoqué yo mismo, se fue debilitando y apagado hasta quedar sin vida —. No podía estar cerca de Layla, estaba descontrolado, no era capaz de mantener un tamaño aceptable, podría consumir de su energía vital en este estado, tenía que irme lejos para calmarme, jamás me perdonaría si la volvía a lastimar.

—Cálmate, no sé lo que pasó, pero sé que no es tu culpa, no fue tu intención —. Su preocupación me conmovía hasta lo más profundo de mi ser, pero no aliviaba mi culpa.

—¡Pero sí lo fue!, saberlo o no en aquel momento no es lo importante, ¡¡¡deberías odiarme!!!, te maté directamente en 2 de tus vidas pasadas y fuí el responsable de que te suicidaras en otra, no soy bueno para tí, soy tu perdición.

Tenía que salir de aquí, no podía controlarme más, temía perder la consciencia como ocurría en la luna roja.
Desplegué mis alas y escapé veloz por el balcón. Me fuí por ella, para protegerla de mí. En momentos como este era más consciente de que era un monstruo. Sin pensarlo llegué hasta la misma playa donde la llevé el día de su cumpleaños, todos los recuerdos de esa noche llegaron a mi mente, habían pasado tantas cosas desde ese lejano día.

Mi mente viajó mucho más al pasado, casi un siglo atrás, a un momento específico. Ariadna acababa de leerme uno de sus libros favoritos. __________________

—Tía, ¿el amor es cuando quires estar al lado de una persona para toda la vida?—le pregunté.

—Esa es una parte muy importante...

—Entonces yo te amo —le confesé sin pensarlo, sin esperar a que terminara de hablar. Ariadna me miró con sorpresa y asombro.

—Eres muy pequeño para comprender el significado de lo que dices.

—Lo comprendo bien, en todas las novelas que me lees hay una o varias historias de amor, se lo que significa amar a alguien.

—Es mi error leerte esas novelas románticas que tanto me gustan, eres muy pequeño y te han confundido la mente.

—No soy pequeño, soy mucho más alto que tú— rebatí. Quería ser un hombre para ella, que ella me viera como uno.

—De tamaño, pero de edad eres un niño de 9 años.

Mi cuerpo no parecía de un niño, era alto y musculoso y mi mente distaba mucho de la edad que tenía. Estaba muy desarrollado en todas los sentimientos y no me sentía para nada infantil.

—Pero sé que estoy enamorado de ti— afirmé con ímpetu.

—Me puedes amar como familia, soy tu tía biologica y tu madre de crianza, el amor de todos los niños es su madre, pero cuando son adultos se enamoran de verdad, de una chica de su misma edad o algo más joven. El amor que sientes por mí es normal, cuando seas adulto lo comprenderás.

—Sé lo que siento y no cambiará.

Ariadna sonrió con afecto.

—Eres muy dulce, Owen; me siento mal por ser tu única compañía.

—Te tengo a mi lado, no necesito a nadie más.

—Eres muy maduro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.