Camila, quien acostumbraba estar sentada en la azotea de la casa todas las noches, se encontraba en la misma junto a su prima Jaqueline, cuando Juan, su padre llamo al teléfono de la casa. Mientas estaba allí sentada, pensaba en todas aquellas promesas que el mismo le había hecho. Y como no había cumplido ninguna de ellas.
-No entiendo por qué tiene que hacer esto. Si solo supiera cómo me hace sentir cada que me miente, no es lo material lo que me importa. Sino que se mantenga cerca de mí, que me preste atención y me demuestre su amor. En estos momentos lo necesito más que nada.
Me duele mucho ver como mis amigas y mis primos tienen a sus familias, como tienen a su padre cerca y todo el amor que reciben, no le desearía esto a nadie y sé que no soy la primera ni la última en ser abandonada.
-Ay primis, no sé qué decirte. Mira el lado positivo, tienes una madre fantástica que te da todo lo que pides…
-Jaque, no solo las cosas materiales son las que importan. Me gustaría más tener una hermanita o hermanito, mi familia unida, importarle a mi familia paterna. Y a cambio solo recibo cosas materiales con las que intento llenar este vació.
-Sin palabras…
-Me lo imaginé tonta, te llamé para que me escuches no para que me aconsejes.
Mientras Camila se destruía por dentro, las demás personas eran felices. En algunas ocasiones, decía dejar de creer en la existencia divina, otras veces solo se alejaba de todos y lloraba todo el tiempo, su familia, sin entender que sucedía optaba por decir que su actitud era bastante extraña, que de todos los demás ella era la más rara, se preguntaban por qué estaba siempre llorando y cuestionaban el hecho de su depresión. Camila, quien escuchaba los comentarios y criticas de su familia, solo solía sentirse peor al no recibir ayuda, y escribía en su diario la siguiente oración una y otra vez:
Estoy muriendo en silencio, me estoy quemando por dentro. Nunca imaginarían todo lo que siento”.
Todos en vez de ayudarme, solo me juzgan, de todos modos ya estoy acostumbrada a que me juzguen sin conocer los motivos de mi tristeza. Mi madre es la única persona que siempre me apoya y me ayuda a sentirme mejor, no sé qué haría sin ella, si ella llega a faltarme estoy perdida.