La calma inundaba su mente: podía sentir las débiles corrientes de viento que chocaban su cuerpo, el sonido de su corazón palpitar, la respiración pesada de su adversario y el aliento detenido de los espectadores, al igual que el sonido que producía el viento al ser cortado por la mano del Juez. Ésta descendía como una espada veloz.
— ¡Comiencen! —una voz resonó en el Dojo y su adversario gritó con toda energía.
— ¡argh! —Tensando todo su cuerpo el hombre se preparo para liberar todo su poder.
Del lado contrario; su adversario pareció relajado, sus ojos cerrados demostraban la calma que gobernaba en él. Su adversario era débil, demasiado débil; para Kai, no existía emoción alguna en este encuentro. En el momento que poso los ojos sobre aquel hombre, toda esperanza de un arduo y excitante combate desapareció completamente.
Poco a poco el escenario se mostró a sus ojos, mientras se abrían lentamente; cual si fueran las compuertas de acero pesado que retenían todo su potencial destructivo. En un instante la distancia fue calculada y su cuerpo comenzó a moverse; flexionando las rodillas mientras su cuerpo se inclinaba hacia delante, se movió a gran velocidad cubriendo la distancia que lo separaba de su adversario.
Su velocidad fue tal que parecía inhumana. Incapaz de percibir el movimiento casi inhumano, a su adversario le dio la impresión de que siempre estuvo ahí, agachado a un costado de él y que simplemente ahora se había parado.
Muy lento, su adversario era demasiado lento para combatir contra él. Ni siquiera había tenido tiempo de procesar el movimiento que Kai efectuó, pero no le daría la oportunidad. Quería terminar éste aburrido encuentro rápido.
Disparado como una bala, su puño derecho; el cual había recibido fuerza desde sus piernas y cada musculo de su cuerpo, impactó en la boca del estomago de su adversario con una fuerza destructiva, expulsando todo su aliento. El cuerpo de su oponente se doblo sacando la lengua junto con los fluidos que subían por su garganta, incluso lo había desprendido completamente del suelo por unas fracciones de segundo. Tomando todo el impacto de los noventa y ocho kilogramos de peso disparados a más de veinte kilómetros por hora; el cuerpo salió disparado deslizándose por la madera del suelo hasta finalmente detenerse varias decenas de metros por delante.
—Tch — no pudo controlarse y charqueo su lengua en disgusto.
Estaba disgustado; él había esperado ansioso por su combate, pero ahora estaba decepcionado. ¿Acaso él era demasiado fuerte? ¿O era que su adversario no se había preparado como debía?
Su adversario cayo inconsciente y los gritós de asombro inundaron el dojo «increíble», «que fuerza tan monstruosa», «no lo puedo creer» entre otras frases llegaron a su oído.
— ¡El combate termino!... ¡El vencedor, Kai Yagami! —No había duda alguna de ello entre los presentes.
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Vacio; así es como Kai se sentía respecto a su victoria. Era una victoria vacía. A pesar que su adversario era el campeón mundial de karate, no había sido el adversario digno que pensó. « ¿No se esforzó lo suficiente porque no era un encuentro oficial? » se preguntó a sí mismo.
Kai no buscaba fama; él se conformaba con ser el maestro de su pequeño dojo dedicando todo su tiempo a pulir sus habilidades, por lo que no le interesaba ingresar dentro de las grandes empresas del deporte.
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Desde que tenía memoria siempre le gusto todo tipo de arte marcial: kendo, iaido, karate, muay thai. Dominando también diferentes tipos de armas tanto como la esgrima medieval de espadón y espada con escudo; ahora, en sus 35 años era considerado maestro en muchas disciplinas. Incluso cazar con arco a caballo era una de sus actividades preferidas.
Aunque el arte marcial en esencia podía disfrutarlo; hacia ya mucho tiempo que perdió la emoción por los combates, el fuego y la adrenalina; habían desaparecido, dejando un vacío tras cada victoria.
—jah —el suspiro se abrió camino en el bullicio de la ciudad.
Las luces de ésta iluminaban todo el cielo, haciendo imposible poder ver siquiera una estrella. Una recta de arboles delimitaban la calle de la acera y la gente pasaba a su lado: de ida y venida. Había una gran actividad en la ciudad a pesar del frio de la noche.
Su cabello negro y ondulado se movía junto con la capa de su saco negro por el fuerte viento que arremetía contra él. Su saco desabotonado mostrando la negra camiseta de algodón, sobre su hombro un bolsón deportivo; tenis y pantalón jeans.
De pronto una poderosa ráfaga soplo e instintivamente su brazo derecho se movió cubriendo su rostro, acto seguido una luz blanca ilumino todo su alrededor y una dulce voz llego a sus oídos. Tan delicada… tan efímera y femenina; la más dulce melodía cual si fuera el más fino instrumento en las manos mágicas del mejor músico.
— ¡ya lo decidí!... ¡tú serás mi paladín!... jujuju —la vos reía con delicadeza.
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Editado: 10.03.2019