La oscuridad que esconde tu mente.

Celebración.

Capítulo: 4

 

Llegue ante mi padre el cual no había notado mi presencia y tampoco la mujer. -padre- llame su atención- por curiosidad has visto a amali- me quede mudo ya que no solo llame la atención de papá, sino también en de la mujer que le hacía compañía y a la cual reconocí de inmediato- tú.

Era la mujer la misma mujer que vi en la visión, la misma mujer que vi hace un año era el espectro.

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Tú, yo te conozco- dije a la mujer que tenía al frente mío a lo que ella y papá negaron al instante, tras una mirada cómplice.

- no la siento no he tenido el gusto de conocer a tan apuesto caballero- dijo la mujer extendiendo su fina mano hacia mí para que la besara.

 – un gusto soy- ella iba a decir su nombre, pero yo se lo impedí.

-Elena un gusto- dije- a como lo dije antes me pareces familiar, papá siempre habla de ti, pero no he venido perder el tiempo con ustedes- dije de manera fría, claro que la conocía y más que yo ella lo sabía y que lo negara en mi cara era totalmente un insulto y para empeorarlo papá la apoyaba.

 Ella era la mujer de la visión que tuve en la tarde y tarde o temprano sabré la verdad “recuerda” fueron las palabras del espectro hace ya un año y estas llegaron a mi mente en este momento.

- Apolo has el favor de disculparte con Elena, no entiendo cómo es posible que actuéis de esa manera yo no te he cría- lo interrumpí- “Lo lamento Elena” – dije retorciendo los ojos.

 – ¿satisfecho padre? – pregunte. - ¿enserio quieres mi respuesta? –dijo enfadado.

- no la verdad es más una pregunta retórica, por cierto, casi lo olvido ¿por casualidad has visto a la traidora de Amalia? - pregunte con el ceño fruncido.

- sí, respondió se encuentra en la bodega de vinos a por unas botellas de vinos, pero creo que - no le preste atención ya que me retire sin que le diera tiempo de terminar.  

 Es tan molesto siempre me recrimina, “yo no te eduque así”, “este no es el ejemplo que yo te doy” son las frases más frecuentes que utiliza haaaaa, lo detesto.

 Seguí mi camino hacia la bodega- ¿AMALIA ESTAS AQUÍ? -pregunté, pero no tuve respuesta alguna. Seguí caminando hasta la puerta de la bodega, pero no escucho nada en el lugar- ¿HAY ALGUIEN AQUÍ? - pero nadie contesto.

Estaba a punto de retirarme, pero un leve sonido llamo mi atención. Era como un pequeño gemido, pero este no era de placer sino de dolor, pero no solo está el dolor, había miedo, angustia y entonces le reconocí, era ella, Amalia, de ella provenía tal angustia y miedo.

 No sé qué fue lo que en mi se apodero, me sentí, me sentí totalmente diferente y sin pensar ni un segundo corrí de la manera más rápida que en mi vida, llegué a hasta la puerta, al llegar esta se encontraba cerrada, podía sentir el miedo y angustia del otro lado, las cuales provenían de Amalia cada vez más fuertes.

-Amalia abre la puerta- dije, pero no tuve respuesta- Amalia abre la puerta AHORA- grité, pero tampoco obtuve respuesta, golpe y golpe la puerta, pero nadie la abría.

- AMALIA- volví a gritar- ayuda- pidió ella, era casi como un murmullo, este estaba lleno de temor. Me sentí impotente al no poder abrir la puerta, al no poder-Haaaaaaaaa- un grito desgarrador que provenía del otro lado de la puerta, para ser precisos de los labios de Amalia, eso helo mi sangre, un aroma metálico llego a mi nariz, solo paso por mi mente una cosa que la perdería, perdería a la persona que ha estado conmigo siempre.

No podía perderla, no a ella era lo única que me quedaba y no iba a renunciar tan fácil a ella.

-PATENTIBUS – al gritar esas palabras la puerta salió volando en pequeños pedazos.

 Al entrar encontré como una persona se quitaba de enzima de Amalia, ella estaba llena de sangre, no solo había una persona en el lugar si no dos personas a las cuales reconocí de inmediato, era Ernesto Betancur y su bastardo hijo, ambos tenían sangre en la comisura de sus labios, sangre la cual pertenecía a Amalia.

-Largo de aquí niño no te metas en esto- dijo el repulsivo hombre.

- Aarón sácalo de aquí – su hijo sigue las ordenes, de manera anormal llego y quedo justo al frente mío.

- hola Apolo – dijo de manera sínica- me voy a divertir contigo.

 tomo mi brazo y tiro de él y me saco del lugar – SUÉLTAME MALDITO DEMONIO- dije, puse mi la palma de mi mano sobre su rostro

- Lux – y mi mano se calentó y su cara se encendió, llamas aparecieron en todo su rostro y como su fuera algún tipo de combustible se esparció por todo su cuerpo, gritos de dolor, salieron de él, pero no duro mucho ya que las flamas se apagaron y su rostro se regenero.

 – no debiste hacer eso pequeño Apolo – dijo riendo– ¿QUÉ DIABLOS ERES? - le grite, pero este solo se burló de mi pregunta.



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En el texto hay: amor, venganza, ira

Editado: 24.04.2018

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