La otra cara de la luna

CAPITULO 23.

Había pasado un mes después del accidente de Evan, un largo y pesado mes. Los padres de Evan, Lían y Elisabeth se turnaron para cuidar de Evan. muchas veces Elisabeth hacia los turnos de la noche, ella estaba agotada, tenía una cara pálida, unas ojeras notables, y había bajado de peso, pero nunca perdía la esperanza. A comparación de ella, Lina estaba peor, su único hijo, en una cama, sin señales de despertar, James era un gran apoyo ahora.

Esa última tarde del mes, Elisabeth se había quedado con Evan. Lina entro con una sonrisa amable, para hacer el turno de la noche.

-hola –dijo con voz apagada.

-hola –saludo Elisabeth - ¿Qué tal el trabajo?

-agotador –Elisabeth asintió.

-hola –entro saludando Lían, seguido por Luana –hemos venido por Elisabeth.

-Lían, justo a tiempo –dijo Lina.

-Lina, mañana, puedo pedir que venga James entre mañana y tarde –dijo Elisabeth apenada –tengo algunas pruebas que presentar.

Lina asintió con una media sonrisa.

-puedo venir en la mañana –interrumpió Lían.

Lina paso su mirada de Elisabeth a Lían y Luana.

-gracias chicos, siento el gran cariño que tienen con Evan.

Elisabeth dio ánimos a Lina, antes de salir e irse con Lían y Luana.

. . .

James había estado toda la tarde en ese pequeño sofá leyendo un libro, de vez en cuando se acercada a su hijo, vagos recuerdos volvían a su mente, lo cuales le aguaban los ojos. James estaba acariciando la cabeza de su hijo, de repente solto un suspiro.

-voy por un café –susurro, se dio la vuelta y salió.

Evan tuvo una primera reacción, haciendo un leve movimiento de sus dedos, después de que su padre le hablara.

James fue hasta el ascensor, caminado por el largo pasillo hasta llegar a este. Espero unos cuantos minutos hasta que llego el ascensor; de ahí salió una chica de estatura baja, llevaba un vestido azul marino de mangas, que quedaba ceñido a su cuerpo delgado, su cabello crespo lo llevaba recogido. James no le prestó atención, dejo que ella saliera y entro enseguida al ascensor, presionando el número uno.

. . .

Monserrat tuvo su libertad de vuelta después de un largo mes, sus padres la tenían irritada con tantas personas de negocios que le habían presentado, ni siquiera recordaba sus nombres. Tomo el primer vuelo de vuelta a Praga en cuanto eso termino, llevo al medio día, tuvo una pequeña charla con Nora, la cual no le dio detalles interesantes, solo cosas como que Elisabeth cuidaba a Evan, y que se turnaban con los padres de él y Lían para cuidarlo. Luego se dirigió al hospital.

En cuanto llego tuvo la suerte de que nadie estuviera en la habitación, entro sigilosamente y se acercó a Evan, parecía profundamente dormido, con una máquina que pitaba a su lado. Ella soltó suspiro y empezó a dar pequeñas caricias en la cabeza de Evan.

Evan lentamente fue abriendo sus ojos, acostumbrándose a la luz de la habitación, estaba confundido miro a su alrededor y se topó con Monserrat, ella estaba sorprendida.

- ¿Monserrat? –dijo en susurro.

-Evan, despertaste –dijo Monserrat con voz tranquila, Evan frunció el ceño, intento levantarse, pero ella lo detuvo –no te esfuerces, voy por el doctor.

- ¿el doctor? –dijo confundido. Monserrat asintió.

-estarás bien.

Monserrat se dio media vuelta con una sonrisa, cuando toco la perilla de la puerta, Evan volvió a hablar.

- ¿Dónde está Elisabeth? –pregunto.

Monserrat tomo con más fuerza la perilla de la puerta y se giró lentamente.

- ¿Por qué preguntas por alguien que no se preocupa de ti? –Evan estaba aún más confundido –he cuidado de ti, junto a tus padres todo este tiempo. Ella se la ha pasado muy bien junto a Lían.

Monserrat hizo una mueca –voy por el doctor –se giró sin remordimiento alguno.

Evan sintió una pequeña punzada en su corazón, sus recuerdos volvieron como flash a su cabeza, haciendo que le doliera un poco esta, recordó cada imagen, cada palabra que salió de su boca. Soltó un suspiro.

- ¿Cuánto tiempo he estado aquí? –susurro para sí mismo.

Al momento llego su madre, hecha un mar de lágrimas, para luego abrazar el cuerpo de Evan, luego entro James, con cara sorprendida, pero feliz, abrazo del otro lado a Evan, Lina repetía una y otra vez lo mucho que lo amaba, en el marco de la puerta, Evan miro a Monserrat junto al doctor. Después de una emociónate momento familiar, el doctor dio algunos pronósticos buenos, y recomendaciones. Posiblemente al otro día seria dado de alta.

. . .

Elisabeth caminaba por el largo pasillo con un vaso de café en la mano, eran las siete de la noche, estaba realmente cansada, en cuanto termino su último examen fue al hospital, ni siquiera reviso su teléfono.

En cuanto llego a la puerta blanca que tanto conocía soltó un suspiro, hizo una mueca y giro la perilla de la puerta lentamente –sigue igual –pensó. Se acercó lentamente a Evan, dejo su café a un lado, y se sentó en aquella silla de siempre, tomo su mano como era de costumbre.

-Hola –dijo con voz apagada –al fin estoy aquí, ha sido un día muy largo y cansado para mí, pero estoy mejor ahora que estoy contigo –se quedó en silencio, observando cada detalle del rostro de Evan –te extraño, por favor despierta –dijo en susurro, se dio media vuelta y fue a dejar sus cosas al pequeño mueble de la sala.

Elisabeth estaba de espaldas de Evan, saco su teléfono y lo prendió, frunció el ceño al ver tantos mensajes y llamadas perdidas, iba desbloquear su teléfono, pero alguien la interrumpió.

- ¿Por qué has venido? –Elisabeth se sorprendió, todo su cuerpo sintió recorrer un frio intenso. Se volteo lentamente, para ver a Evan sentado en la cama, observándola fijamente.

-Evan –dijo en susurro, sus ojos se aguaron.

- ¿Por qué? –volvió a cuestionar Evan.



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En el texto hay: emociones, amor juvenil, amistad amor

Editado: 27.04.2020

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