Capítulo 4: depresión.
John y Jane se querían mucho, no les importo la diferencia de edad ni abandonar todo para seguir juntos, si tomamos ese enfoque romántico el haber muerto a manos de Grady Alkala solo hizo que su amor fuera sincero y real hasta el último día.
Di con su paradero por las notas del motel que John dejo en su chaqueta olvidada en el taller ¿recuerdan el incendio al inicio? Pues entre toda esa infidelidad y bajos instintos había un poquito de amor verdadero. Los había encontrado ese día. De algún modo todo paso de esa manera para que yo pudiera darle a Felicia la respuesta que estaba buscando ¿Cómo iba a decirle que los encontré y que ya no había más que hacer? ¿Cómo iba a explicar que averigüé que Grady Alkala era el asesino pirómano?
Necesitaba un buen trago, así que fui al bar de enfrente de mi edificio, tome whisky hasta que vi la luz del cuarto de Felicia apagarse. Era hora de volver, al llegar vi todos los archivos de mi investigación en el escritorio, ¿acaso ya lo sabía? Guarde lo que pude antes de quedar dormido en la silla.
No sé cuánto tiempo pasó aún era oscuro y la pequeña Felicia hacia su mejor esfuerzo por levantarme de la silla, mi cabeza aún daba muchas vueltas.
-¿Niñita? ¿Qué rayos? Ve a dormir
-No puedo hablas mucho, si te llevo a tu habitación quizás me dejes dormir
-¿tu llevarme a mí? ¡Jamás! Déjame, estoy bien yo puedo solo.-
-Te ves bastante mal ¿otra vez te rompieron el corazón?
-Ya te dije que a mí nadie me hace eso.-
-¿entonces porque repetías Ángela? Eh borrachin. Creo que es la misma de la que hablabas ese día que nos conocimos.
Cuando escuché su nombre la voz, los recuerdos y el amor formaron un rostro. Ángela era real y los recuerdos de los días junto a ella volvieron. El alcohol solo hizo que se me soltara la lengua.
-Ella apareció un día sentada en una banca junto a unos de mis amigos, quedé abrumado -ante su belleza pero había algo más que curiosidad, no podía entender que había sobre ella que me atrajo pero no le di importancia en ese momento y me acerqué a charlar mis amigos. Después de un rato charlando note que no se movió y mi curiosidad no pudo más, tenía que saber si mis colegas la conocían.
-¿O sea que ella estaba ahí con tus amigos y no la saludaste ni te presentaste?
-Pensé que solo era una extraña que estaba sentada ahí por casualidad, ¿cómo iba a saber que me gustaría tanto? En fin, resulta que era nueva en la ciudad y mis amigos lucían bastante amigables, ella se acercó a ellos para saber sobre los lugares de la ciudad y así comenzamos a charlar y ella lucia bastante amable, gente como ella hacía falta en esta ciudad así que hicimos planes para reunirnos nuevamente y sin querer en ese momento había puesto en marcha este viejo y gastado corazón.
-¿es en serio? Siempre me dices que nadie puede romperte el corazón y ella hace que parezca lo más fácil del mundo.
-¡Ya se! Pero que te puedo decir, es malvada no seas así. Pues nos reunimos la siguiente semana, yo había bromeado sobre contrabandear drogas en el parque y ella por ser la nueva tenía que llevar el almuerzo. Pero la broma fue para mí, porque llego con una gran bolsa llena de comida.
-Y dices que yo soy ingenua.-
-No le digas así. Ella puso una sonrisa en mi rostro y la comida en mi estómago, pasamos un buen rato explicando que no éramos criminales, al menos no peligrosos y sin darnos cuenta el tiempo pasaba, mis amigos iban y venían mientras contábamos historias. El daño estaba hecho y su muestra de ingenuidad me había intrigado, quería pasar más tiempo con ella.-
-¡Oow, Mi vida!
-¡Calla! Aun no acabo aquí viene lo triste. Realmente eran muy buenos días, pero como en cada historia trágica cada día con ella me acercaba más al inevitable fin. Debo de admitir que yo sabía cómo terminaría esta historia, la había visto varias veces, lo único que cambiaba era el chico en turno y esta vez me tocaba a mí. Yo había puesto muchas barreras para evitar sentir lo que sentí, pero además de su car bonita, y de los mismos gustos en todo, ella tenía una hija.
-¿En serio?
-¡Sí! Eso es trampa, la pequeña se robó mi corazón en 2 minutos, ella se paraba frente a mi sonriendo como si supiera que me intimidaba al saber que no tenía mucho que decir a una niñita de su edad, pero lo que realmente le daba poder sobre mi es que ella sabía mi secreto. A veces peleábamos por la atención de su mamá y me cuesta admitir que daba buenos golpes, pero quien podría enojarse con una niñita ¿eh? y más aún cuando después de cada intensa batalla su madre siempre nos regañaba con ese cariño maternal. En fin así fue como decidí estar junto a ella, preparando cada día la manera en la que le revelaría mis sentimientos, juntando todas las partes buenas de mi vida para entregárselas, alistando a Clara y a Tony para que además de mi felicidad procuraran también la de ella.