Bianca llegó con las bolsas de la compra, estaba a tiempo pues Thomas había quedado de llegar sobre las cuatro y eran tres y media.
Se cambió por un pantalón de chándal y una blusa holgada y decidió mantenerse descalza le gustaba la sensación de la madera sobre sus pies.
Comenzó a acomodar la despensa, sus bebés estaban pasando la tarde con Emma, habían comprado una pequeña casa unas calles abajo de la de ella; Leila tenía un poco de fiebre así que habían preferido que no saliera mucho, aun no mejoraba mucho el clima.
Metió una botella de su vino favorito al enfriador y las demás las guardo en la pequeña cava de la cocina, después del embarazo se había vuelto uno de sus gustos preferidos. Luke se burlaba diciéndole que poco le faltaba para volverse alcohólica.
Sonrió cuando Liam llegó a su mente, se iba a enfurecer cuando se enterara que le había pedido ayuda a Thomas para cambiar las camas de los niños.
Su casa había sido un río de alegría cuando las gemelas la visitaron y conocieron a su nueva familia, ahora todo estaba muy silencioso.
Recogió las revistas que había votado en la entrada, había llamado para pedir la cancelación de la suscripción al darse cuenta de que, en una de ellas Mark había salido.
Había perdido la cuenta de las veces que había salido en ella con él
Los jóvenes empresarios más prometedores de los últimos diez años, los habían llamado.
El matrimonio maravilla, la pareja más hermosa de la socialité neoyorkina. Los habían llamado de tantas maneras que ahora le parecían completamente estúpidas.
Todo había sido una nube falsa. Los dos se habían reído tanto de esas publicaciones frente a la chimenea de la casa.
Bianca sacudió la cabeza, como sí con eso fuera a alejar esos recuerdos. Imposible.
Separó los recibos de los gastos dejando la revista de finanzas que le gustaba leer y saco la de chismes dispuesta a cotillear un poco.
No tuvo siquiera que abrirla. El enorme vacío que había en su pecho pulso, como sí tuviera vida propia y hubiera decidido tragarla, se sostuvo del mueble donde se había recargado para no caer, no estaba segura de sí sus piernas aún servían.
Definitivamente el tiempo no curaba nada, estaba segura de que habían vuelto a arrancarle algo y estaba sangrando, no sabía que estaba llorando hasta que se humedeció la portada.
Mark salía en ella, como muchas otras veces, afeitado, bien peinado y esos hermosos ojos azules heredados a su hijo. Ella lo hubiera soportado en verdad que lo habría hecho sí solo lo hubiera visto a él, pero a su lado estaba la mujer que reconocería incluso en el infierno, jamás olvidaría el rostro de Tiffany Jones.
Los Turner ¿Separados? ¿Engaño? ¿Dónde está Bianca?
Al parecer la revista tenía un especial referente a las diferentes teorías que barajeaban respecto a aquellas fotos.
Bianca ni siquiera la abrió, la opresión en su pecho era aún mayor y estaba comenzando a tener dificultades para respirar.
Necesitaba deshacerse del nudo que había en su garganta, abrió la nevera y sacó la botella de vino.
El primer trago la alivio, pero no lo suficiente, por lo que siguió bebiendo hasta terminarla, no entendía cómo es que no había parado de llorar. Entonces, busco el resto de las botellas.
Llevaba la mitad de la segunda cuando algo hizo corto dentro de ella, la furia y la tristeza chocaron provocando una tormenta en la que se dejó consumir.
Arrojó la revista y todo lo que había en la superficie del mueble, algunas cosas se hicieron añicos
— ¿Por qué? ¿Por qué? —No sabía a quién le gritaba, pero ya no podía detenerse.
La frustración estaba desbordándose dentro de ella solo quería desahogarse, todo en la cocina comenzó a volar por los aires, con una mano sostenía la botella y con la otra arrojaba las cosas.
Bianca no noto los cristales que había en el suelo hasta que caminó sobre ellos y cayó, pero aun así ese dolor se vio opacado por lo que sentía en su corazón.
En algún momento había terminado la segunda botella y abierto una tercera. Se quedó ahí por mucho tiempo, pero no podía calmarse, lloro tanto como ese primer día.