Los días se habían pasado volando Andrew y Amber se la pasaban encerrados en la habitación haciendo planes para conocer a su padre, Bianca no podía estar más de un par de minutos en la habitación. No podía evitar preocuparse sobre el resultado de aquello ¿Había tomado la mejor decisión al volver?
Había estado trabajando en la joyería, mientras su hermano se encargaba del edificio donde Mike pondría sus nuevas oficinas, a veces le sorprendía el poder económico que su padre tenía.
La semana siguiente su padre y Thomas llegarían a la ciudad.
Ese día Emma había decidido salir con los niños al centro comercial, quería llevarlos a Central Park, mientras que Luke y Bianca se habían quedado en casa.
Luke se había mantenido en la biblioteca revisando el inmueble de las oficinas mientras ella estaba acostada en la sala tratando de leer, pero le era imposible.
No quería pensar en Mark, pero en momentos como ese su mente divagaba hacia él durante esos seis años no había sabido, las gemelas nunca lo mencionaron, sus únicas noticias habían sido las publicaciones.
Claro que ella pensaba en que debería estar muy feliz con Tiffany, eso había creído hasta el día que había ido a la empresa.
Por su parte aún se sentía rota lo único que le hacía seguir eran sus hijos no podía engañarse y aunque jamás lo demostraría sentía como si esa herida jamás fuera a sanar.
Su felicidad con él duró alrededor de seis años, solo tres de casados, maravillosos años recordó, todo se fue a pique después de enterarse que estaba embarazada por primera vez.
Se dio cuenta de que hacía más de diez años había conocido a Mark.
Sintió las lágrimas escapar de sus ojos, por eso odiaba recordar aquello y aún más al saber que su amor por Mark no había diezmado en lo más mínimo, al contrario, su cuerpo lo extrañaba como una loca.
Limpio sus mejillas, no quería llorar por él, no de nuevo y no después de tantos años sin hacerlo.
El sonido del timbre reventó su estado de letargo y se apresuró a ir a abrir, el aire abandonó sus pulmones, Mark estaba frente ella. Los dos estaban embelesados el uno en el otro, después de varios minutos lograron reaccionar, aunque el rubio no pudo evitar notar sus ojos irritados.
— ¿Qué haces aquí? —cuestiono molesta.
—Tengo que ver a mis hijos ya —a Bianca se le acelero el pulso al escucharlo hablar con tanta posesividad de los niños, su mente se dividía en dos, una en enojo porque después de tantos años se atrevía a reclamarle y por otro lado emoción, al saber que realmente sentía algo por ellos.
—Pues no están, salieron —trato de sonar lo más tranquila posible, no pensaba doblegarse frente a él jamás.
— ¿No están o no quieres que los vea? —las palabras la enfurecieron por lo que se hizo a un lado para dejarlo pasar
—Te dije que no estaban, búscalos si quieres, me han pedido que te diga que ya quieren conocerte pero que aún tienen cosas que arreglar antes de hacerlo— Mark la miró frustrado.
—Tienen seis años Bianca, son muy pequeños para decir eso —su tono volvió a enfurecerla.
—Tú no los conoces —dijo lentamente, eso le dolió a Mark más de lo que creyó posible y ella lo notó.
Los dos guardaron silencio sin saber que decir o cómo reaccionar hasta que los interrumpieron.
— ¿Que hace Turner en mi casa? —la voz de Luke lleno la estancia y los dos respingaron pues estaban demasiado concentrados el uno en el otro.
Mark miró con odio e impotencia como el castaño, a quien creía Liam, se acercaba a Bianca y la rodeaba con sus brazos protectoramente como si él fuera a atacarla, por suerte su odio era mutuo y eso lo hizo feliz.
Bianca se dio cuenta de lo tensa que estaba la atmósfera y decidió intervenir
—Mark por favor lo que te dije es cierto, escucha, mañana vamos a ir con tus padres así que por favor, mañana. Además, tengo que hablar con ellos no puedes aparecer, así como así todo sería demasiado para ellos, por favor.
Mark sabía que tenía razón por eso no insistió y abandonó esa casa aún más frustrado de lo que había llegado. Ni siquiera había pensado, en cuanto hurto la agenda de su madre se había dirigido ahí.