Fiorella
— me gusta está cuna — pasé los dedos encima de la madera y me causo ternura imaginar a una personita ahi.
— es bonita — levanté la mirada y León me observaba — llevaremos está.
Asenti y continúe examinando los muebles.
— ¿Será niño o niña? — levantó la mirada y la chica que tengo enfrente sobaba su vientre abultado.
Recordé que León me ha dicho que es un varón.
— es un varón — observaba con ojo crítico la bañera que usaria el futuro Amoretti.
— no se te nota aún el embarazo — casi no escuchaba a la mujer ya que estaba centrada en lo necesario — tú debes de estar con algún buen entrenador, pero mirate tienes un cuerpazo de infarto... yo parezco una salchicha envuelta.
— creo me llevaré este cambiador, está precioso.
— oh... ¿Es León Amoretti?
— si, ambos deseamos llevar tantas cosas pero no sabemos si alcancen en la habitación — mi mirada seguia centrada en los muebles.
— interesante — alcance a oir a la mujer.
— un gusto — declare, ella me sonrió.
— ¿Cuál es tu nombre? — mordi mi labio por que acababa de ver una cuna mas linda que la anterior, de hecho esa me llevaria.
— soy Fiorella Rinaldi — sonrió — disculpa pero creo que no sólo yo he visto esa cuna.— apuntó el objeto y a dos parejas que se dirigian a ella pero ya habia calculado la carrera y llegaria antes.
Avance rápidamente y pose mis manos en la cuna, de tono azul con blanco, era digna de un rey, era...
— preciosa — León la tocaba y la examinaba.
— me quedó con está y mira.— me acerque a las mesitas de noche, las lamparitas, los banquitos, el cambiador, todo combinaba — este jueguito es digno de todo un Amoretti.
El vendedor sonrió.
— ya le indico de cuanto es el monto de su compra, me indica la dirección donde serán enviados.
— esto me urge para hoy — el vendedor miró a León como si estuviera loco.
— señor... — enarco una ceja.
— la factura a nombre del señor Leon Amoretti — rodé los ojos al notar que el hombre se había impresionado.
— ya coordinare la entrega para hoy mismo señor Amoretti.
— perfecto — puntualizó.
Ambos nos dirigimos a la salida después que se pagó y nos indicaron que en una hora estarian en la casa de León.
— ¿Y si no alcanzan los muebles? — de soslayo miré a León.
— alcanzarán la habitación es grande y tengo la sospecha de que eres buena decorando — resoplo molesta por que es más que obvio que León sigue pensando que por ser mujer todo lo sabia yo.
— no soy buena decorando — me encojo de hombros.
— combinas muy bien tu ropa a la perfección — lo veo sorprendida por que él me notaba.
— eso no te dice nada.
— me dice todo — enciende el estereo y la musica suave inunda el interior, suspire y mi mirada se perdió en el lindo paisaje de Florencia.
Cuándo llegamos al apartamento de León, él me ayudó a bajar, entramos a su apartamento, suspire al ver lo elegante que era. Un lugar hecho para seducir pero ahora estaria impregnado con olor a talco de bebé, el silencio seria roto por el llanto de su sobrino, aún no salia de mi asombro al saber que León estaba sacrificando su nido.
— ¿Por qué no el hotel? — tarde quise refrenar mi lengua. No era de mi incumbencia.
León caminó directo a una puerta y la abrió, entramos y era una habitación amplia, estaba segura que todo lo elegido alcanzaria.
— mi hermano me necesita — corrió las cortinas y entró una fresca brisa.
— está bonita la habitación.— él asintió y se dirigió a una puerta que estaba en un rincón.
— conecta con la de sus padres, creo que bien alcanza una cama unipersonal para la enfermera.— rasco su nuca y me miró con una sonrisa... demasiado bella para ser gratis — ¿Me puedes ayudar con eso?
Resoplo y no me importa haber sonado nada femenina.
— ¿En dos dias? — León asiente.
— pides lo imposible — León caminó lentamente hacia mi, apoyo sus manos en mis hombros y me miró a los ojos « estoy perdida»
— esa palabra no existe para ti, no sé como lo haces pero siempre sacas un As de la manga — mis piernas flaqueaban, León sin estar bajo los efectos del alcohol me ha tocado. Me ha piropeado, ¿Realmente era León o esto era un sueño y yo debia estar encima de mi escritorio babeando los documentos? No era algo que hiciera muy a menudo... esta bien, cuándo él cerraba sus cortinas, apoyaba la cabeza entre mis brazos y daba una siestesita de cinco minutos pero juraba que estaba despierta.
Sentia que su mirada me acariciaba... ¡Alto, hormonas! Me niego a pasar mas vergüenza. Mis dientes están presionados con fuerza mientras trato de tomar todo el autocontrol que exista en mi... pero no... Cuándo se trataba de mi jefe, hasta la razón huia.
— puede que está sea la primera vez que no pueda resolver — él sonrio y ahora si vali, una rodilla falló y sentí que me derrumbaba pero esos brazos me sujetaron fuerte y me pegaron a su cuerpo, ¿Por qué tenia que oler tan bien? Es que ni una gota de mal olor habia en León.
— ¿Estás bien? — asiento pero él no está muy confiado, cuándo me doy cuenta he sido levantada en los aires y cargada hacia... ¡ Su habitación! ¡Espera! La voz no salia de mi garganta, fui depositada en aquella cama comoda, grande —¿Qué pasa contigo? — su ceño se ha fruncido grandemente.
— los tacones, he perdido equilibrio.
— ¿Estás segura? — niego y me doy cuenta de mi error, León abre la boca pero no lo dejó hablar.
— muy segura, yo cargaba los tacones — mi piel se calienta cuando toma mi tobillo entre sus dedos, mi mente es un caos, no recuerdo si las piernas las afeite, los zapatos eran nuevos asi que no sabia si me causarian mal olor. Siento la garganta seca cuando me despoja de los zapatos... espero verlo arrugar la nariz pero no pasa.
Acomoda los zapatos a un lado y sus manos dan suaves masajes en mis pies... se siente tan bien, que recuerde nadie me habia dado un masaje.