— ¿No irás?— León me observa mientras me acomodó en el lado del copiloto.
— claro, pero está noche, eligire yo — sonrió.
— por eso el jeans y los tenis — asiento y pongo mi cinturón.
— tú conduce, yo te dirigo — encendió el coche y antes de arrancar me miró y mordió su labio inferior, provocandome una subida de presión increible. León era mi criptonita.
Lo dirigí a un pequeño restaurante donde preparaban la mejor pizza, cuándo se estaciono, miró hacia todos lados.
— ¿Es seguro el lugar?
— lo es — iba a bajar pero senti su mano sobre mi brazo.
— espera — suspire al verlo rodear el auto, León era todo un caballero, me sentí pequeña al estar a la par suya, quizas eran los tenis. Primera vez que me vestia para ver a León como lo hacia para estar en casa o salir con mis amigos
Entramos al pequeño restaurante donde Gino andaba de mesa en mesa saludando a los clientes, al verme abrió los abrazos y hecho la cabeza hacia atrás.
—pero que hermosa sorpresa, si es la bella Fiorentina — avance hacia él y lo abrace— Gino — él se separó y me observó con aquella ternura cómo si yo fuera hija.
— Estás preciosa mi Fiorentina — sonrei por que nunca dejó de llamarme Fiorentina cómo se llamaba su mamá, conozco a Gino creo desde que abri los ojos a este mundo. Era cómo un hermano con papá, asi que desde niña pruebo está deliciosa pizza.
Sus ojillos se han clavado en León, su largo bigote enroscado en las puntas se mueve.
— ¿Quién es él? — saca mas su gran abdomen envuelto en su delantal y cuadra sus hombros.
— es mi jefe, Gino, deseaba que él conociera tu restaurante — Gino lo observa por un momento, luego sin más coloca dos dedos en sus ojos y luego apunta a León.
— te estoy observando — lo miró perpleja pero Gino no se inmuta — ahora sientense, las traere la novedad de la casa — me empuja hacia una mesa... donde él podia vernos perfectamente bien desde la cocina.
Ruedo los ojos y me siento con un León refunfuñando.
— ¿Se cree tu padre? — ambos hombres se observan desde la distancia en la que se encuentran.
— algo asi, me conoce desde que ando en el vientre de mi mamá.
— ¿Por que Fiorentina? — se recuesta en la silla y su mirada recorre el lugar, es rústico, pero muy acogedor.
— su madre asi se llamaba, en su matrimonio sólo varones tuvieron, ninguna hija. Él siempre quiso tener una hija y llamarla Fiorentina.
— entiendo — León mira a los meseros llevar las grandes pizzas y luego se rasca la nuca — yo no como grasa Fiorella.
Sonrei
— sólo está vez y te aseguro que no te arrepentirás.
Asiente y llama al mesero para pedir una botella de vino, yo lo devoró con la mirada, León era un hombre muy guapo, muy varonil, ese tipo de hombre que no dejaria una de voltear a ver a cada instante.
— Fiorella — parpadeo y me doy cuenta que literal me he quedado babeando una vez más por él — ¿Estás bien?
— si — desvío la mirada hacia la botella que lleva el mesero en ese instante.
Abre la botella y vierte el liquido en las copas, León toma una y da un sorbo.
— no está mal — sonrió por que sé que no es a lo que está acostumbrado pero no se está oponiendo a este cambio que le pedí.
— te gustará la pizza León — tomó la copa pero siento la mano de él en la mia.
— me ha gustado tanto esté vino que no podre conducir a tu casa, asi que te pido que no bebas para que nos lleves sanos y salvos.
— pero... — él me quita la copa y bebe el liquido de una vez.
— pedire alguna jarra de té para ti.
— está bien León — Gino se aparece con una gran pizza de peperoni, la coloca en nuestra mesa y toca mi mejilla.
— esperó te guste mi dulce Fiorentina, la hice con mucho cariño para ti.
— gracias Gino — él se retira, la mirada de León está sobre la pizza, creo un poco asustado, procedo a servirle un pedazo y se lo entregó.
Él suelta el aire retenido y da un primer mordisco, estoy atenta a sus gestos y no pasa desapercibido que León ha cerrado los ojos mientras mastica, y suelta un pequeño sonidito cuándo traga e inmediatamente vuelve a dar otro mordisco a la pizza.
— ¿Te gusta? — el abre los ojos y me mira.
— está deliciosa — asiento y miró asombrada que me esta tendiendo el plato vacío, le sirvo otra porción y empiezo a comer sin dejar de observarlo cómo disfruta la pizza.
— ¿Ya habias comido pizza?
— nunca una auténtica, crecimos comiendo sano con César — hace comillas con sus dedos — pero honestamente está pizza está exquisita.
— ¿Sano? — él asiente mientras vuelve a tender su plato.
— teniamos una nutricionista — se encoge de hombros y bebe un sorbo de su copa — esto está delicioso — apoyó mi mejilla en la palma de mi mano y me deleito en contemplarlo saborear la pizza.
— me imaginó.
— bien, ya estoy lleno.— enarco una ceja.
_ con nueve porciones cualquiera se llena León — el frunce el ceño.
— ¿Nueve? — asiento — ¿Cuántas porciones eran?
— diez.— él tiene cara de espanto.
— te he dejado sin comer — niego.
— siempre me como una porción — me encogo de hombros.
— Espero no dejarte hambrienta— le sonreí y negué.
La cena transcurrió de la mejor manera, León me pidió que le hsblara un poco de mi niñez, él sonreia y no se podia negar, León era un excelente anfitrión, miraba a los ojos a su interlocutor, sabia escuchar y no interrumpia. ¿Cómo no botar la baba por él?
Hoy era su primer pizza de verdad y la había disfrutado cómo un niño, Leon... él era una caja de pandora... pero asi me gustaba