Una escapada sorpresa
—Banco a la izquierda —dijo Helena por el micrófono de sus auriculares. —Banco, luego gira a la derecha Eso es todo, eso es todo. Ya te tengo, mutante testarudo. Helena escuchó una risa en su auricular
—Me pregunto cuánto de tu intensidad tiene que ver con hacer sufrir a tu hermano por lo que pasó hace tres noches.
Como siempre, la rica voz de Christian la hizo temblar.
—Hay un poco de eso—admitió ella mientras mantenía su mirada en el panel de instrumentos donde observaba como los tres autos se agrupaban en una línea. —Adelántalo —dijo ella alegremente. —Haremos un giro en la siguiente curva, Será agradable verlo.
—Como quieras —dijo Christian.
Segundos después escuchó a Adrián maldecir mientras hacía clic en su canal de comunicación.
—Hiciste eso a propósito, —se quejó su hermano.
—Adrián fue pasado una vez más por una chica, —dijo ella con voz cantarina. Uno de los coches desapareció instantáneamente de su pantalla grande. Segundos después, la puerta del simulador se abrió de golpe y su hermano la fulminó con la mirada.
—No vuelvas a decirme eso nunca más, —le dijo él, haciendo todo lo posible por parecer feroz.
Helena no estaba impresionada en lo más mínimo. Incluso le sacó la lengua.
—Te pasé en treinta segundos. Eso es bastante patético.
Adrián murmuró algo por lo bajo y se alejó. Christian ocupó su lugar en la entrada.
—Recuérdame que no te haga enfadar—dijo. —Tú no pareces perdonar y olvidar
—No. en lo que respecta a mis hermanos. Lo hicimos muy bien esta mañana.
—Estoy de acuerdo. Creo que prefiero conducir contigo que contra ti.
Ella sonrió.
—Un hombre sabio.
—Pensé que podríamos volver a intentar cenar esta noche. ¿Estas disponible? Ella estaba más que disponible, estaba a punto de rogar.
—Creo que podría sacar tiempo.
—Bien. Tengo un plan para evitar a la prensa.
—¿Cuál es?
—Nos vamos a otra ciudad.
***
ESA NOCHE SOBREVOLARON New York en un jet privado de lujo. Helena se tocó los rizos con la esperanza de que su cabello fuera lo suficientemente grande para la importancia del evento y tomó la copa de champán que Christian le ofreció.
—Así que es por eso que no estamos conduciendo nosotros mismos, —dijo ella.—Absolutamente.
Helena tomó un sorbo y trató de no leer demasiado en las miradas ardientes de Christian, mientras ignoraba la forma en que sus muslos seguían estallando en llamas.
Era demasiado, pensó mientras observaba el lujoso interior de cuero del jet. Demasiado lujo, demasiado hombre y demasiada clase. Se veía increíble con su traje azul marino hecho a la medida. Después del último intento desastroso, Helena había renunciado a lo original y se había puesto un sencillo vestido negro de cóctel. Sentía que se veía bien, pero ¿qué sabía ella sobre las expectativas de un Marshall?
—Entonces, ¿adónde vamos? —preguntó más para distraerse que en le importancia el destino.
—A Las Vegas.
—Oh, no están tan lejos… en un avión.
—Eso es verdad, pero nadie nos molestará allí.
—Nunca he estado en la ciudad de neón y del pecado, pero escuché que es muy increíble por la noche. Lástima que sea de noche, nos podremos ver Mojave, el desierto que lo rodea.
—Puedes volar sobre él cuando quieras.
—Quizás, lo haga-dijo ella con una sonrisa.
Curiosamente en medio de la nada. Había notado la primera vez que viajaba sola, sin su familia y de manera lujosa.
—¿Mojave? Disfrutarías más visitando el desierto, ¿verdad?
Helena esperaba una respuesta burlona. En cambio, Christian la estudió atentamente.
Editado: 07.01.2023