Rius
—¿Sigues con ese juguete, Idris? —le recrimino. Estoy cansado de hacer mis rondas y siempre encontrarlo en su cómodo sillón manipulando ese maldito celular— ¿No te cansas de reproducir las mismas fotos día a día?
—Nunca me cansaré de ver las cosas hermosas, Rius. Es emocionante —me responde con su solemne apacibilidad. Si es que dice estar emocionado, como lo afirma, créanme que su rostro no lo demuestra. Está triste, lo sé. Yo conozco cada ángulo de su rostro, cada expresión y el significado de cada ligero movimiento de su cara.
—¿Por qué solo no regresas a esa casa para ser la mascota de esa humana? Yo de ti lo haría. Vivir aquí es tan aburrido.
—No puedo —responde él.
—¿Qué te ha dicho tu abuelo? —le pregunto, ya que cuando pusimos un pie en el castillo, el abuelo y su nieto entraron silenciosamente al despacho y discutieron por una hora; de lo que conversaron no tengo conocimiento, no se me ha sido dicho nada, aunque parece que tampoco quisieran decírmelo.
—Nada en particular...
— ¿Es otro encargo? ¿Por qué no lo haces y ya? ¿O ya te cansaste de tener batallas clandestinas con los opositores del Principado o mejor dicho, de tu abuelo?
Missasar no me responde nada. Guarda silencio, pero ya deja de manipular el celular. No creo que se haya molestado con lo que afirmé.
Nosotros, los tres, Lanark, Idris y yo, hemos estado bajo las órdenes de Kasama desde hace medio siglo y siempre se nos ha usado como herramientas para sacar del juego a los que van contra nuestro régimen o más bien, contra los planes de Kasama. Ese maldito viejo solo vela por sus intereses, ni siquiera le importó obligar a su propio nieto a mancharse las manos.
—Me voy a ir —suelto solo para fastidiarlo. Siempre recurro a la provocación, ya que Idris no es de los que habla mucho y de esa forma alargo aunque sea un poco más nuestras pequeñas charlas— No sé qué se traen tú y tu abuelo, pero él me ha ordenado regresar a ese suburbio y vigilar a la humana— Después de terminar de pronunciar mis palabras, por fin Idris voltea a verme; sin embargo, no ha mostrado la reacción que yo esperaba. Sus ojos siguen tan azules como el cielo primaveral.
— No olvides el trato —dice mirándome directamente a los ojos. Está perfectamente sentado, tan dignamente como una majestad y yo, que estoy frente a él, podría lucir como un simple lacayo.
Tuerzo mi sonrisa y bufo. No me he olvidado de eso. "No toques al mestizo", nos dijo Idris a Lanark y a mí. Nos pidió algo imposible para nosotros, ya que odiamos irremediablemente a las bestias peludas por el desgarrador hecho de que ellas fueron los causantes de la muerte de nuestros padres y ello llevó a mi abuelo a traicionar al Principado para cazar a los castizos que mataron a su hijo, dejándonos a Lanark y a mí a la suerte de, quien él creyó, era su fiel amigo, Kasama.
— Sabes que los tratos no van conmigo —advierto burlonamente, pero en vez de sacar de quicio a Idris, él sonríe arrogantemente dejándome asombrado.
— Tú sabes que yo soy bueno en hacerlos cumplir.
— ¿Me suena a una batalla? —critico a la ofensiva.
— No, en ese caso sería un asesinato asegurado, el tuyo—responde con seriedad. Me está subestimando al extremo. No soy tan débil cómo él lo cree. He mejorado demasiado.
— ¿De dónde ha salido tanta arrogancia, Idris? Enfréntame, soy bueno dando sorpresas —digo haciéndole la invitación con los brazos abiertos—, pero si deseas enfrentarme será cuando regrese de la casa de esa niña. ¿Algún recado? —le pregunto porque Kasama me ha ordenado hacerle esa premeditada pregunta.
— Ninguno —responde amargamente.
***
Interactuar con los humanos es algo fácil para mí. He desarrollado una soltura natural debido a que desde niño estuve bajo cuidado de neoseres y después de la muerte de mis padres, pasé al mundo nocturno de Francia. En cambio, Lanark permaneció encerrada en las mansiones más caras del mundo o en los castillos más lujosos, pero sin contacto de algún vampiro o humano, solo ella y sus cosas. Idris por otra parte, siempre disfrutaba su tiempo a solas, no hablaba mucho, ni hacía cosas resaltantes, él era un perfecto "no muerto", por eso Lanark le tomó cariño, ya que siempre hacía lo que ella le ordenaba.
Siempre me burlé de Idris por eso, pero yo soy igual, soy el juguete de su abuelo y debo seguir sus órdenes.
Las mujeres en el avión no disimulan sus miradas hacia mí. Tengo tantas con quién jugar, pero por este momento solo quiero descansar. Dormir es algo que no he podido conciliar desde niño. Dicen que un vampiro sabe que ha conocido a su otra mitad cuando es capaz de dormir a su lado. Nosotros siempre tenemos que estar cuidándonos las espaldas, con una mordida en nuestra verdadera forma podemos morir por siempre y en un mundo tan hostil como el nuestro, ni siquiera podemos darnos el lujo de depositar confianza en nuestra sombra. Pero bueno, no es que muriéramos por no dormir, en realidad, no lo necesitamos.
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Editado: 25.03.2019