Sebastián
—¡Qué frustrante! —exclamo con desánimo y al instante siento un manotazo de Eliot en mi estómago que bien pudo haber dejado a cualquier humano sin aire.
—No vuelvas a expresarte así delante de Lila —regaña de forma paternal— La harás sentir culpable.
—Pero si es su culpa... —murmuro con desdén.
—Aunque lo sea, ahora que surgió el problema debemos ayudarla. Somos sus amigos... Además ya sabes el plan de Abel. Todo va a salir bien.
—Lo sé, lo sé. Lila solo quería ayudarte —canto con cierta burla—. Pero bueno... Supuestamente Abel ya percibió la presencia de otro lobo, llegará en aproximadamente cuatro horas. Lo interceptaremos la carretera ciento uno en las afueras del estado y desviaremos su camino. Tú te mantendrás en el colegio y Lila estará en casa de Riley.
—Sí, lo sé. Ella debería estar alistando sus cosas ahora. Riley sospecha, no es tonta, pero al ver a Lila en su casa dejará de preocuparse un poco —afirma con cansancio.
Llegamos a la intersección de la avenida y ambos nos separamos. Abel me espera en la carretera de las afueras de la ciudad. Se le ocurrió la brillante idea de adelantarse a los hechos. No quiere permitir que el hombre lobo con quién Lila hizo una enlace ingrese al suburbio, ya que si lo hace detectaría al instante a Eliot. Y eso es algo que no podemos permitir.
El plan consiste en convencerlos de que Lila es nuestra "bruja amiga", ya que en su mundo es común que esas razas posean lacayos como los brujos. Sin embargo, yo he cuestionado esa idea. Es muy ilusa, pero es mejor que propiciar la pelea porque sin duda, el único objetivo que puede arrastrar a aquel desconocido hombre lobo, es asesinar a quién lo ha observado. Hasta ahora no puedo creer la imprudencia de Lila y lo peor es que lejos de ayudar, nos metió en un problema y lo único que logró Lila con esa búsqueda clandestina y sin orientación es en sí, ubicar mediante una especie de telequinesis al hombre lobo más cercano a ella y en ese tipo de conexiones —y con ese tipo de ser tan ultrasensorial— su actividad oscura es fácilmente detectada y por ello no podía ser olvidada al considerarse hostil. Abel dijo que el probable procedimiento que realizaría el hombre lobo al llegar aquí, es torturar y arrebatar el propósito de aquella abrupta violación a su privacidad, en otras palabras, lo que hizo Lila está prohibido. Su ley les da plena autoridad para intervenir contra ese tipo de ataque, que antes era usado para las guerras entre ambas razas.
Llego al lugar indicado y me toma un poco más del tiempo debido, ya que en el día no puedo moverme a mi libertad. Es fácil detectar a Abel que está parado en el margen derecho de la desolada carretera.
Abel sonríe al verme y yo me acerco lentamente hacia él.
—¿No sientes aquel aura? —me pregunta. Yo niego ya que en realidad, no percibo nada— Es enervante —prosigue. La primera vez que estuve frente a un castizo fue hace veinte años y me intimidó a más no poder. La mayoría usa grandes sombreros para ocultar su cabellera y usan gabardinas para ocultar sus amplios hombros, es fácil reconocerlos.
—Pues Eliot no tiene ninguna de esas características que has mencionado —comento.
— Eliot es mestizo, no los puedes comparar. Por naturaleza, será más débil.
—Abel, hasta que venga el invitado, me podrías decir porqué a Lila le ha aparecido una cadena en negra en la muñeca. Esa tinta no sale con nada.
—Oh... Eso se le llama Pacto Oscuro... —Jamás he oído de eso, así que al notar mi desentendida expresión facial, Abel continúa— Imagina este amplio mundo. Hasta antes que te convirtieras en un neosere, no hubiera cabido en tu cabeza la posibilidad de que existieran los vampiros, menos los hombres lobos. Entonces, si nosotros, unos extraños seres vivimos en este mundo, ¿no crees que existirán otros?
—Las brujas, por ejemplo.
—Bueno, ellas siempre han existido. Pero hay otros seres que son más anteriores a ellas, al mundo en sí, hablo de los...
—De los malditos demonios —espeta Rius quien de la nada ha aparecido entre nosotros—. Ya me parecía muy extraño tu comportamiento; y la presencia de esa bruja me ha hecho sospechar, pero lo que más ha llamado mi atención, es la presencia de dos malditos hombres lobo. ¿Por qué no me lo comentaste Abel? —reclama el rubio sangrepura.
—Sé que no puedes intervenir —responde Abel sin sorpresa algún, en cambio, yo estoy con la boca abierta por la sorpresa. Ni siquiera sentí su presencia aproximarse.
—Es cierto. No lo haré. Me encantaría matar a esas bestias, pero no puedo hacerlo. No sin una excusa razonable. Y eso también va para ustedes, ¿por qué no solo dejan que atrapen a la bruja? —Abel se sorprende que Rius tenga pleno conocimiento de nuestra situación— Solo la matarán y así no tendrán más problemas —opina el vampiro con plena seriedad.
Habla de la vida tan superficialmente que me indigna.
Ante esas conjeturas, Abel suelta una risilla— No puedo permitir que un niña muera, solo para no tener más problemas. Solo hago lo correcto y lo que mi maestro haría.
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Editado: 25.03.2019