Exhausta voy a las duchas, mi título de llegar siempre última ha resultado invicto, como siempre. Encuentro a Lila y Laurien allí, nos regalamos una mirada cargada de culpa las unas a las otras y juntas salimos en dirección al aula de clases.
Nos sentimos incompletas sin Ana....
Llego a casa casi arrastrando mi mochila en el sucio piso de la calle, al igual que a mi triste ánimo.
Es tarde, así que mis padres ya debieron irse a trabajar, lo que significa que solo estaremos Missasar y yo dentro de cuatro paredes.
— Riley, buenas tardes —me saluda de pie, al instante en que yo abro la puerta.
Su presentación me toma por sorpresa y solo logro articular un <<Buen día>> casi imperceptible. Sigo de largo hasta la cocina, no tengo ánimos, pero sí tengo hambre.
Sin pedírselo, Missasar me acompaña en la mesa, en silencio e inmóvil. No inicia una conversación ni yo tampoco, somos como los cuadros en mi pared que muestran pinturas opacas, sin vida.
De soslayo mis ojos viajan hacia él. Su tez, su perfil, sus ojos, su manera de sentarse y de estar inmóvil, todo me atrae. Él lo sabe, sabe que lo observo y también se limita a observarme. Pienso luego, en mi día y en las pocas palabras que había cruzado con Ronny. Si no fuera porque preguntó por una chica que estuvo al lado mío, hubiese creído que en realidad ya me estaba mirando a mí.
— Missasar ¿cómo era la chica que mostraste a mis amigas el día de la fiesta de San Valentín? —pregunto tragándome el orgullo de iniciar primero la conversación. La situación ha estado tensa entre nosotros, no le atribuyo a algo en particular, seguro forma parte de algún problema ficticio o real que aún no he descubierto y creo que todo ello gira en torno a Ana.
— Riley... ¿Quieres que te la muestre? —replica Missasar suavemente. Sus pupilas clavadas en las mías me miran frías, pero resplandecientemente.
— Sí... Si puedes —respondo jugueteando con el cubierto y sin despegar mis ojos de él.
Missasar cierra sus ojos y allí, en su misma posición, su figura va cambiando lentamente como un espejismo que se forma en el desierto y da forma a la silueta de una menuda mujer, de su mismo porte y talla.
Los largos cabellos cenizos rodean su delicado rostro, sus ojos pardos acompañan a su pequeña nariz y sus labios parecen los pétalos de una flor, específicamente a los de una rosa. Parece de mi edad y es muy hermosa, su cara parece hecha de mármol al igual que la de Missasar. Jamás en mi vida creo que he descrito a una mujer como ella. ¡Con cuánta razón los chicos la rodeaban como moscas! ¡Maldita belleza se carga!
Viéndola me atrevo a afirmar que su belleza, no solo los ha cautivado a ellos, sino también al chico que me gusta.
Comprendo ahora el recelo que mis amigas tuvieron cuando la vieron por primera vez. ¡Ay! ¡Maldito Missasar que tan bella la hizo!
— Creo que Missa me ha quitado a mi novio que no es mi novio, pero iba a serlo —comento riéndome de mí misma. No me siento mal del todo ya que Ronny ha puesto sus ojos en alguien imposible para él y además en "una vampira".
— ¿No te entiendo? —dice Missasar, vuelve a ser quién es y ladea un poco la cabeza como demostrando confusión.
Eso fue un reflejo humano... Me sorprendo levemente, pero le respondo sin sobresaltar eso— Un chico, uno de mis compañeros a preguntado por ti, "Missa". Tu versión de chica humana lo ha cautivado.
— ¿Y eso es malo, Riley? —cuestiona.
— No, para nada —trato de minimizar el asunto. Pero en realidad eso no es malo para él, aunque para mí...
Reubico mis pensamientos y fuerzo una sonrisa. Ya no quiero hablar de mi vida amorosa que no llega a tener vida y además es frustrada por una imagen creada por un vampiro. Viéndolo así, me siento patética.
— Voy a mi cuarto —murmuro mientras abandono el comedor.
**
Aun cuando Missasar estaba en silencio y era como si en realidad no estuviera allí, yo no me sentía aburrida. En cambio ahora, sola en mi habitación el ocioso hace que más pensamientos tristes se formen en mi cabeza.
Pienso en Ana, en ella es en lo único que he pensado en estos días. No puedo dormir tranquila sabiendo que nunca más volveré a escuchar su voz, su risa... todo. Aunque mis padres dicen que lo más probable es que ella ya haya abandonado el país.
De todo corazón le deseo lo mejor.
Observo el panorama de la calle en mi balcón, mi vecindario es tranquilo, la mayoría de mis vecinos ya son adultos mayores así que no tengo muchos amigos aquí con quién hablar.
Me conformo con los cinco minutos que pasé viendo el horizonte y entro a mi habitación, las seis de la tarde son indicadas por el reloj cucú de la sala, mayormente hasta mi cuarto solo llega un sonido casi imperceptible, pero en el completo silencio que está sumida ahora mi casa, lo escucho perfectamente.
Sin deberes que hacer divago por internet, hace unos días pensaba en crearle una cuenta de Instagram a Missasar, pero ahora estoy tan desanimada y además, mi diálogo con él es más escaso que nunca.
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Editado: 25.03.2019