Encuentro a Missasar en el comedor, él me anuncia que mi padre ha salido con Sebastián, es viernes, intuyo el motivo de su ausencia.
Me sirvo solo un vaso de jugo de naranja y una tostada para acompañar a Missasar en la mesa.
Como todavía estoy somnolienta, no había notado cómo está vestido él ahora, ha dejado de lado su pesada gabardina negra y solo oculta su pálida piel un suéter color crema, eso lo hace ver aún más delicado como una pieza de porcelana que ante el tacto podría romperse.
— ¿Y ese atuendo? —Le pregunto con un tono divertido— ¿Por fin has caído ante la moda del siglo 21?
Missasar me mira pareciendo no entender mi forma de expresarme y seriamente me responde— Abel me lo ha comprado y no sé si estaré a la moda.
Entrecierro mis ojos y no me sorprendo por la falta de picardía de Missasar, es algo que le falta desarrollar. Y eso es algo que se puede aprender rápido...
Es la primera casería en la que papá vuelve a ir con un compañero, espero que todo salga bien. La compañía del inestable Sebastián, aunque irritable a veces, es un consuelo para Abel, lo he notado; creo que siente algo así como un lazo de compañerismo, ve en Sebastián como alguien con quien comparte el mismo destino y la misma soledad por sentirse eterno.
Termino de desayunar y no le oculto a mi amigo las ganas de interrogarlo con respecto a Sebastián y su nueva vida vampiresca.
— ¿Te arrepientes de haberlo convertido? —le pregunto.
— No —responde lacónicamente.
— Lo lamento, no debí insinuarlo, tú eres dueño de tu deseo de convertir a alguien, eso solo te correspondía decidirlo a ti —confieso con culpabilidad. Agacho la cabeza y junto mis cejas, no solo la pesadumbre se demuestra en mi cara ya que también mi cuerpo me pesa.
— Riley, fue mi decisión. Y te aseguro que no me arrepiento, hasta te puedo decir que me divierto y aprendo mucho de Seb. Es un neosere peculiar será, tal vez, porque aún tiene dieciséis años.
Siento que solo lo dice para tranquilizarme...
Missasar siempre tiene su gélida mirada y un rostro imperturbable así que solo por su tono de voz puedo inferir el sentimiento con el que pronuncia sus palabras, aunque a veces ellas tengan un tono seco y cortante.
— ¿Hay algún límite para convertir a humanos? —Cuestiono— ¿Hay prohibiciones o alguna cosa mala pasa cuando lo haces?
— No, no hay límite, pero ya que los sangrepura son capaces de hacer un ejército de neoseres, por una orden del Principado solo podemos tener a los indispensables para servirnos, si pasamos los cuatrocientos veinticinco, se considera una amenaza y por lo tanto te exterminarán.
¿Principado? ¿Exterminar?
Cada nueva cosa que aprendo de Missasar me sorprende más y más. Lo peor es que no puedo dejar a rienda suelta mi lengua preguntona porque él fácilmente me corta la conversación argumentando que es peligroso para mí saberlo, pero igual, debo intentarlo.
— ¿Ha cuántos humanos has convertido durante tu larga vida? ¿Cómo el Principado detectaría que han pasado esa cantidad? —pregunto con curiosas ansias.
— Solo a tres: Abel, Sara y Seb. No soy de los que disfruta estar rodeado de "sirvientes". Al convertir, el creador adquiere una responsabilidad y cada uno de ellos debe ser reportado ante el Principado, caso contrario, ante cualquier 'exploración', si encuentran a neoseres o errantes sin amos y logran sacarles quien fue su creador, ese tendría problemas. Es un terrible gasto de energías estar inmerso en riñas con el Principado.
— ¿Qué es el Principado? —escupo mi pregunta rápidamente sin contenerme. Missasar nota, con sus recelosos ojos azules, mi incertidumbre y la preocupación por saber de ese tema, aun así me responde:
— Es la orden central de vampiros, una organización que controla y protege todo nuestro mundo. Solo los más longevos vampiros sangrepura lo conforman. Tengo el honor de ser nieto de uno de ellos. Pero eso no te debe importar, Riley. Ellos además de proteger a los vampiros, procuran no inmiscuirse en los asuntos humanos y ante cualquier interacción, ellos se encargan de que sea lo más confidencial posible.
— Tú y yo hemos estado interactuando, lo estamos haciendo ahora. Papá y mamá han estado interactuando en el trabajo, en el vecindario. ¡¿Cómo no he de preocuparme?! —digo con un tono de voz ligeramente elevado— ¿Ellos se han enterado de eso?
— No me refiero a este tipo de interacción al que todo vampiro se ha vuelto obligado a realizar en este mundo conquistado por humanos y en donde nosotros debemos permanecer escondidos. Esas interacciones a las que hice alusión son las relacionadas a asesinatos, conversiones masivas, encuentros sexuales, guerras, experimentos y otras cosas que escapan de tu imaginación. Así que, no te alteres mi querida Riley. A ti, Abel y Seb no les pasará nada.
— ¿Ya lo has reportado a él? —le pregunto con recelo.
— Sí... ¿No es tarde para ir a la escuela? —replica. Missasar está aprendiendo a cambiar de tema cuando ya no quieres seguir hablando de algo incómodo o complicado.
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Editado: 25.03.2019