La predicción de Madame Clarice

Capítulo 3.

- ¿Qué condiciones? En este caso, es mi prerrogativa establecer condiciones, - la chica inmediatamente se animó.

- En realidad, sólo necesito hacer un par de llamadas y el asunto quedará en suspenso durante unas semanas. Con mis conexiones, esto no es ningún problema, especialmente, si falsificas algunos datos, por ejemplo, el alcohol en tu sangre.

Ella me miró con miedo y me arrepentí de lo que dije.

- Entonces ¿cuáles son las condiciones? - susurró.

- Bueno, antes que nada, iremos allí en mi coche. Como estaré atrapado allí por unos días, me gustaría hacerlo con mi auto. En segundo lugar, quiero que recuerdes que no soy tu esclavo y no voy a hacer todo lo que me exiges.

- ¡Pero necesito que haga el papel de mi marido perfecto y complazca a mi familia! Para hacer esto, tendré que darle algunos consejos que le ayudarán... - De repente, ella cambió el trato a “Usted”.

- No tienes que preocuparte, por lo general soy bastante bueno para congraciarme con la gente y, si quiero, me convertiré en el favorito de tu familia, - dije con confianza. - En cuanto a tus consejos, intentaré escucharlos, pero no prometo implementarlos sin problemas. Sólo de esta manera haré el papel de tu marido y no de otra. ¿Aceptas?

- Sí. - Después de un minuto de silencio, exhaló la chica.

- ¡Por cierto, aún no nos conocemos! - Sonreí. - Mi nombre es Fernando. ¿Y tú?

- Agatha, - respondió la chica y añadió, - Sólo que usted tendrá que ser Benjamín.

- Interesante, - sonreí. - Ningún problema, seré Beni.

- Tenemos que irnos mañana por la mañana, sino no tendremos tiempo. - dijo Agatha con voz de disculpa.

Calculé cuánto tiempo me llevaría prepararme para unas vacaciones inesperadas y, pensando que tenía poca cosa que hacer, acepté. Luego le pregunté nuevamente, si debía llevarla a la clínica, pero ella se negó categóricamente y pidió que la llevaran a su casa, que estaba a sólo cien metros del lugar del incidente.

- ¿Dónde viven tus familiares? ¿A dónde debemos ir? - pregunté abriendo la puerta del auto.

- A las Montañas Verdes, son quinientos kilómetros de aquí. - respondió. - De hecho, pensé en ir en tren, pero como insiste...

- No te preocupes, conduzco el coche perfectamente.

- Me he dado cuenta. - se frotó la nuca. - Simplemente no me engañe.

- Siempre cumplo mi palabra. Mañana te recogeré a las diez de la mañana e iremos a visitar mis familiares que aparecieron inesperadamente.

- Gracias.

Me despedí de mi “esposa” y primero me fui al cliente nuevo. Pero por alguna razón su dirección estaba equivocado. No había ninguna empresa de calderas en la calle que me mando Sebas. Después de dar unas vueltas por el barrio fui a mi despacho, tenía que averiguar qué pasó con la dirección de ese nuevo cliente y terminar todos los asuntos urgentes para poder ir de vacaciones.

– Sebas, ¿me mandaste bien la dirección? - Le pregunté a mi amigo, que me trajo los documentos que le pedí.

-Si, mira tu mismo. – me enseñó el mensaje en su teléfono.

- ¡Increíble! Yo recibí completamente distinto, - también saqué mi teléfono, pero el mensaje desapareció por completo.

- Yo te juro, que mande, - dijo mi amigo igual sorprendido.

- Mira, ¿tienes algún amigo que pueda encontrar una persona solo por la dirección?

- ¿Qué piensas, soy del FBI? - Él se rio. – Pero si realmente lo necesitas, intentaré averiguar algo. ¿Es para un nuevo cliente?

- No, es para mí, es una chica.

- Fer, ¿has perdido la cabeza? – el hombre arrojó expresivamente una carpeta con papeles sobre la mesa, que las hojas volaran por los aires.

- Cuida tu lenguaje. Aun soy tu empleador.

– Así es, la raíz de la palabra “empleo”. ¿Por qué diablos debería yo pedir a un buen hombre, arriesgar su empleo por tus asuntos amorosos? Estaba pensando que necesitas alguna información sobre un testigo o un posible contrincante.

- Pero realmente lo necesito, si lo encuentras te daré un premio y te traigo una botella de coñac.

- ¿Eso es todo? – Sebas sorprendido, levantó una ceja y me miró fijamente.

– Si no es suficiente, compraré otra barra de chocolate.

- Mejor un algodón de azúcar. Fer, en serio, ¿qué está pasando? ¿Y quién es esa chica? ¿Te has enamorado o qué?

- Si tan solo eso, - me reí entre dientes.

Hace mucho que no me enamoro, cinco años para ser exactos, pero aun así decidí contarle a mi amigo la predicción de la vieja bruja.

- ¡Guau! – exclamó Cebas. - Después de esto, deberías creer en los milagros. Primero, una bruja te predijo encontrar la mujer, luego tú vas a una dirección equivocada y la atropellas. Ella te ofrece hacer el papel de su marido y el padre de su hija. ¡Increíble!

- No son milagros, sino simple coincidencia o una trampa, por eso voy a Monte Verde con la chica. Quiero tener unas pruebas contra la vieja loca. – dije y de nuevo agradecí a Cebas por ayudarme.

- Okey, intentaré encontrar todo lo que pueda sobre ella. – prometió Sebas.

Luego me fui a casa, porque tenía que decidir qué hacer con mi madre. Por un lado, estaba increíblemente enojado con ella, pero, por otro lado, ella era mi única pariente, y le estaba muy agradecido por convertirme en lo que me convertí, ya que ella me crio y me mantuvo prácticamente sola, reemplazando mi padre, que nos dejó y se escapó a Estados Unidos con una cantante.

Abrí la puerta con la llave, pero mi madre ya estaba en el pasillo saludándome.

- Hola hijo. ¿Cómo estuvo tu día? ¿Estas cansado? ¿Tienes hambre?

- Hola mamá. Si, estoy un poco cansado y con mucha hambre. - Respondí y la besé en la mejilla.

- Vamos, preparé tu asado favorito.

Me llevó al comedor, rápidamente puso la mesa y se sentó frente a mí.

- Mamá, ¿por qué llamaste a Miranda? – pregunté.

- ¿Yo? – hizo una cara de sorpresa.




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