La predicción de Madame Clarice

Capítulo 55.

Fernando.

Lo qué, o más bien cómo, contó Stella en su versión de los hechos, pareció sorprender a todos los que la rodeaban, pero no a mí. En primer lugar, ya conocía su historia gracias a María y, en segundo lugar, en mi trabajo había escuchado historias similares o peores. Por eso su odio hacia la familia era claro para mí. Como dijo el conocido Sherlock Holmes, para comprender los motivos de los delincuentes modernos y resolver sus crímenes, en primer lugar, es necesario estudiar casos criminales antiguos que ya han pasado a la historia, porque no importa cómo se intente deseñar una nueva rueda, en cualquier caso, seguirá siendo una rueda común.

Stella culpó a su padre por lo que le sucedió en la infancia y a sus hermanas por lo que ella misma no pudo lograr. No sé qué habría hecho, si fuera Walter, en un momento similar. ¿A quién me apresuraría a salvar? ¿A la amada esposa o a la hija? Pero hasta cierto punto, él tuvo algo que ver con el resentimiento de su hija y era culpable. Debería haberle dicho la verdad mucho antes, rodearla de atención, apoyo y, al final, llevarla a un buen psicólogo. Pero él no lo hizo, ocultó el problema a todos, como en caso de Agatha, pero se lo reveló a su amigo, diciendo que Stella no era adecuada para su hijo, porque era una mujer “inferior”. Incluso imaginé las palabras exactas que Walter usó para decirle eso.

Para una chica joven escuchar esto podría causar una impresión increíble, aunque hoy, me parece, todo el mundo puede tener hijos, si quiere. La medicina ha avanzado muchísimo y también puedes recurrir a los servicios de una gestación subrogada o simplemente adoptar a un huérfano.

También tuve claro su odio, o más bien invidia, hacia sus hermanas. La hermana mayor parecía inteligente y hermosa, a quien su padre valoraba y criaba como su sucesora. Tampoco podía perdonar a Agatha que corriera a buscar a su madre, asustada por el huracán, y la dejara sola. Podría ser, que la culpaba en la muerte de su madre también. Además, la atracción de Sam por su hermana aparentemente influyó mucho. En el video se veía claramente que ella estaba enfurecida por su amor, pero no hizo nada para evitar que Agatha bebiera la droga.

Daba la impresión de que ella guardaba silencio sobre muchas cosas y de alguna manera salió de casa de forma muy artística. Una mujer dolorida y enojada no sale así. Ahora entendí lo que estaba buscando en el teléfono. Llamó a un taxi, cuando se dio cuenta de que su inútil marido la había abandonado. Sam realmente me hizo sentir asco. Seguramente tiene algún que otro delito detrás.

Ya recuperadas del choque emocional, Lydia y Alba comenzaron a preocuparse por Walter, que se sentía realmente mal. Mientras tanto Robert sacó para fuera a María, que todavía estaba en un estado extraño.

Ella sabía la historia de Stella, ella también cogió el dinero de la caja fuerte, ella culpó a Agatha, diciendo a su padre su “suposición”. ¿Por qué estaba tan afectada de la confesión de su hermana? ¿Temía algo más?

Miré a Agatha. Lentamente se hundió en una silla, miró hacia adelante con ojos vidriosos y comenzó a llorar de nuevo, pero no tanto como antes. Ahora las lágrimas fluían silenciosamente de sus ojos; no estaba histérica, estaba tremendamente dolorida. Ya sea por ella misma, o por su hermana, o por su padre. Tenía muchas ganas de consolarla, pero no tenía idea de cómo hacerlo. Si podía hacer frente a su histeria, no sabía cómo aliviar su dolor.

En ese momento recordé que en aquellos días la llevaba a ese burdel de la carretera, donde ella contaba sus penas y se sentía mejor después. Entendí que a Agatha necesitaba hablar con alguien, expresar todos sus agravios, compartir sus miedos. Me di cuenta de que necesitábamos estar solos, pero no tenía ningún deseo de quedarme en este manicomio. Consideré irrazonable pedirle a mi madre para que nos llevara de regreso a la capital, ya que mi madre nunca conducía un automóvil de noche y yo, con una pierna mala, no podría recorrer una distancia tan larga. "¿Deberíamos ir a ese club?" - Pensé y dije en voz baja al oído de Agatha.

- Ven conmigo.

- Sí, - asintió.

Me acerqué a Alba y le dije que Agatha y yo iríamos a un hotel, pasaríamos la noche allí y regresaríamos por la mañana por mamá y Botoncito. Nos vestimos y salimos de casa. Agatha se detuvo un momento en el porche, inspiró el aire frío y dijo en voz baja:

- Gracias por estar aquí conmigo.

- Espera para agradecerme, - sonreí y la llevé al auto. - Todavía te espera un programa de rehabilitación.

Ella no preguntó nada, solo me miró asombrada, me ayudó a ponerme al volante y se sentó a mi lado. Inmediatamente me dirigí hacia ese club en la carretera, cuando entré en su estacionamiento, Agatha inmediatamente agitó sus manos:

- Si quieres demostrarme otra vez que tus Días de la Marmota realmente sucedieron, entonces no lo hagas. Ahora estoy dispuesta a creer en cualquier cosa.

- No. No quiero demostrarte nada, sólo pensé que necesitabas hablar, derramar tu alma herida encima de mi hombro. Los psicólogos dicen que esto ayuda mucho. Me pareció inapropiado estar en la casa de tu padre, especialmente después de todo. - Respondí.

- ¿Pero por qué no volvemos a la capital?

- Porque mamá tiene miedo de conducir de noche y yo ni siquiera puedo llegar a tu ciudad con una pierna mala. Créeme, antes te ayudó. Quizás funcione ahora. - Sonreí. - Vamos.

- Bien. Creo que no puede pasar nada peor, - respondió y suspiró profundamente.

El guardia de seguridad nos miró sorprendido, pero nos dejó pasar. Entramos a la sala del club e inmediatamente nos dirigimos al bar. Inmediatamente reconocí al barman y a la chica que siempre me prestaba su habitación. Le hice un gesto y le pregunté. Claramente no entendía lo que querían de ella un hombre con muletas y una chica asustada con los ojos rojos de lágrimas.

- Lo siento, no sé tu nombre, pero necesito tu ayuda. - Me volví hacia ella. - Alquílame su habitación para esta noche y te pagaré trescientos dólares.




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