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Ensimismada en sus pensamientos, Paloma observaba el horizonte en un intento por visualizar el futuro de Villa Torrente tras terminar con anhelado éxito la misión que se había propuesto junto a su amigo Sebastián. Se preguntaba que pasaría después, cuando ya todo se hubiese solucionado y las cosas retomaran como en un río su cauce natural.

Recordó como se había sentido tras lo ocurrido en la fiesta de máscaras. Después de llorar por un largo rato, le había manifestado a su amigo lo débil que se había sentido por no haber contraatacado a Felipe, nunca creyó que llegaría a sentirse tan doblegada ante alguien.  Esa noche al estar rodeada por los brazos de Felipe se sintió protegida y particularmente ese beso le había despertado sentimientos que le eran totalmente desconocidos. Sin comprender lo que le sucedía y angustiada por lo que estaba sintiendo solo encontró consuelo en su amigo, quien la había abrazado afectuosamente como a una hermanita menor y le había dicho que lo que sentía en ese momento era algo totalmente normal y que esa explosión de sensaciones y confusión era propia de las personas enamoradas. Ella perpleja ante las palabras de Sebastián, respondió con enojo ante semejante ocurrencia, manifestándole de manera efusiva y aireada todos los defectos que veía en Felipe e intentando convencerlo de lo imposible que sería un sentimiento así entre ellos dos.

Sebastián solo la observaba, mientras ella en su monólogo hacía esfuerzos sublimes por negar que ese hombre tan “insoportable” había despertado en su ser sentimientos que superaban la rivalidad existente entre ella y la familia Torrealba. Tampoco daba credibilidad a que Felipe se hubiese enamorado, tal vez la veía como una posible conquista para sumar a su colección de amoríos o como un reto personal teniendo en cuenta la situación que los unía y los separaba a la vez. Simplemente no podía ser cierto y Sebastián estaba errando en sus apreciaciones.

La conversación había terminado con Sebastián guardando silencio y ella advirtiéndole que no quería escuchar más el nombre de Felipe Torrealba a no ser que fuera estrictamente necesario. Apreciaba demasiado a Sebastián, pero no quería que su empatía por Felipe le llevara a confundir la situación. Sin embargo, días después, ella por iniciativa propia le había reconocido a su amigo aquellos sentimientos que ya no podía ocultar y que se habían convertido en su nuevo tormento. Por más que intentara negarlo, tenía que aceptar que se había enamorado de Felipe Torrealba, aunque ese amor era algo imposible, más aún, si Felipe ya tenía un compromiso con Carlina Fontalvo.

Por ahora, solo quería olvidarse de esos sentimientos que consideraba absurdos y dolorosos y concentrarse en su propósito, ya que estaba en la recta final para lograr un escarmiento al gobernador y el restablecimiento de la justicia en Villa Torrente.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la algarabía de la gente que se acercaba para escuchar de su boca las indicaciones a seguir para dar el golpe final y concluir aquella ardua lucha que habían emprendido contra los abusos del gobernador. Paloma compartía la alegría del grupo y valoraba con agradecimiento el apoyo recibido y la confianza que le habían depositado considerándola a ella como su única esperanza.

Todos se reunieron a su alrededor y con expresiones de felicidad danzaban y celebraban por el triunfo que ya daban como alcanzado. Paloma hizo una seña con su mano para tener silencio total por parte de los recién llegados y poder así pronunciarse. 

-Primero que todo, no me queda más que agradecerles por todo el cariño y el apoyo que me han brindado, por confiar en mí y creer en que podemos vencer al gobernador y recuperar la justicia para Villa Torrente. Estamos a un paso de lograr nuestro objetivo, pero no debemos confiarnos hasta que las cosas hayan sucedido-manifestó Paloma presintiendo que algo podría interponerse en sus planes-es de su conocimiento que tengo los títulos de sus propiedades en mi poder, pero debemos recuperar los documentos que ustedes saben el gobernador aún mantiene bajo su custodia. Simplemente, rodearemos su casa y lo someteremos a nuestra voluntad hasta obligarlo a desistir del derecho que cree tener sobre todas las propiedades y a devolver todo aquello que no le pertenece. Pueden estar seguros que los soldados del general Torrealba no acudirán, estarán ocupados con otros asuntos y tendrán como justificarse ante el gobernador por no ayudarle a liberarse de sus opresores.

Todos se manifestaron de acuerdo con los planes que se llevarían a cabo al siguiente día, con la ilusión de retornar a las viviendas de las cuales habían sido desalojados injustamente por el gobernador en compañía del general Torrealba y su ejército. Paloma suspiró con alivio al pensar que la pesadilla terminaría y que ella podría irse lejos de allí como lo había planeado a aventurar e iniciar una nueva vida en otro lugar. Paulatinamente, su grupo se fue dispersando entre la montaña hasta que ella quedó completamente sola en espera de Sebastián. Su amigo le había manifestado que no podría acompañarla a la reunión pero que llegaría después para hablar de un asunto importante.

Paloma se sentía intrigada ante el tema incógnito que Sebastián discutiría con ella, solo le quedaba esperar a su llegada para satisfacer su curiosidad. Sin embargo, él estaba demorando en aparecer y aunque todavía era temprano, el día comenzaba a cubrirse de oscuridad anunciando la llegada de una lluvia torrencial, lo cual sumado a la cercanía del río le daba una sensación intensa de miedo. Extrañamente, su cuerpo comenzó a temblar y un escalofrío la recorría de pies a cabeza con un repentino temor ante algo inevitable, sentía de repente que la vida se le iba de las manos y que su fulgor se extinguía lentamente. Esperó un momento más, pero finalmente atemorizada decidió cubrir su rostro e irse de aquel lugar, Sebastián la encontraría luego y hablarían de aquel asunto pendiente.