La princesa de Jake

CAPÍTULO 2

 -Laura cariño- dice mi madre moviéndome el hombro- despierta.

-Mamá…

-Venga despierta- contesta abriendo las persianas- tenemos que ir a por tu uniforme.

Al escuchar es palabra me despierto enseguida. Ha dicho uniforme, no puede ser.

-¿¡Uniforme!?

-Sí hija, uniforme.

-No pienso llevar un uniforme como los niños pijos, Sandra- le contesto con mala gana mientras me levanto y como siempre que me enfado llamándola por su nombre.

-Es la mejor escuela cariño, y te cogieron con una beca por tus notas- me dice mi madre.

-Pero yo no sabía que había que llevar uniforme.

-Lo vamos a ver, y si es muy espantoso miramos otro instituto, ¿vale?- me ofrece mi madre.

-Está bien- contesto rindiéndome porque sé que va acabar ganando y no miraremos ningún otro instituto.

Me meto en la ducha y me doy un agua rápida sin mojarme el pelo, me lavo los dientes, me cambio y salimos en dirección a la tienda donde se compra el uniforme. Una mujer mayor muy educada y amable nos atiende.

-Buenas, ¿en qué puedo ayudaros?- nos pregunta.

-Buenas, venimos por el uniforme del instituto Jiménez- responde mi madre con una sonrisa.

-Claro, ¿su nombre señorita?- me pregunta.

-Laura García.

-Pase por aquí para probárselo y ver si hay que hacer algún arreglo.

-Claro.

En menos de cinco minutos me dan el uniforme y veo que no es tan horrible. Es una falda de pliegues roja que me llega por la mitad del muslo, junto con una camisa blanca que la puedes variar con un polo del mismo color el cual me va un poco apretado pero me queda bien. Los dos tienen el escudo del instituto en el lado del pecho izquierdo y con una americana azul con el escudo en el mismo sitio que el polo y la camisa.

-Tenga la corbata- me dice la mujer.

-Lo siento mucho, pero corbata sí que ya no me pongo- le digo a mi madre.

-Pónganosla también- le contesta mi madre a la mujer ignorándome.

Pagamos y salimos para ir a desayunar a algún lado.

-Da gracias que me pondré el uniforme, pero la corbata ni la voy a tocar- le aviso a mi madre mientras caminamos.

-Ay hija no empecemos- me contesta.

Decidimos paramos en el Starbucks para desayunar. Mi madre se sienta en una mesa de la terraza y yo entro para pedir. Pido dos cafés con una galleta y un donut, espero dentro hasta que me llaman. Una vez me llaman cojo nuestras bebidas y nuestra comida salgo y dejo las cosas en la mesa.

-Mierda el azúcar- digo antes de sentarme.

Vuelvo a entrar y cojo un par de sobres de azúcar, salgo y alguien me choca.

-Oye- dice un voz grabe- mira por dónde vas.

Se gira y me mira con el ceño fruncido y veo esos ojos grises del otro día, es el chico que me empujó y ni me pidió perdón.

-Gilipollas- contesto sacándole el dedo y vuelvo con mi madre dejándolo con la palabra en la boca.

-¿Quién era es?- me pregunta cuando me siento.

-No sé, pero me he chocado dos veces con él y las dos ha sido un grosero y maleducado- contesto y cambio de tema.

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El resto de la semana se pasa volando. Estamos a viernes y solo queda un fin de semana para que empiecen las clases.

Miro la hora en mi móvil, son las 20:15. Decido ir a correr, así que me pongo unas mallas negras cortas de las que uso para voleibol y un top deportivo naranja fosforito, encima me pongo una sudadera blanca que me llaga por el ombligo y me coloco las running de Nike. Me hago una coleta alta, cojo mi móvil y los auriculares y me voy, pero no sin antes decírselo a mí madre.

Salgo de casa y me dirijo a un parque de al lado donde la gente corre y va con sus perros. Caliento un poco mientras ando y pongo el móvil en modo avión como siempre, me pongo los auriculares con mi música de deporte y empiezo a correr, eso hace que me olvide de las cosas.

No me he dado que se ha hecho tan de noche, paro y quito el modo avión del móvil. Me llegan unos cuantos mensajes de mi madre diciéndome que va a salir a cenar con Jordi que no la espere, le contesto que vale y vuelvo a mi casa corriendo.

Cuando llego estiro en el jardín y subo a ducharme. Una vez duchada, pido una pizza porque son la 22:30 y no me apetece hacerme la cena. Me pongo un pantalón de baloncesto y un top deportivo, me peino y bajo al salón.

¡Ding dong! Será la pizza, me apresuro a abrir la puerta y le pago al repartidor que me parece familiar, pero como aún no hemos puesto la bombilla a la luz del portal no ver su rostro con claridad. A parte no conozco a nadie aquí, así que serán imaginaciones mías. Vuelvo al sofá con la pizza y me pongo una peli de Netflix.

Acaba la peli y recojo el cartón de la pizza, friego el vaso que he usado y cubo a mi cuarto. Cojo el portátil y me pongo a buscar deportes que pueda practicar, veo que hay un equipo de voleibol en el instituto y eso me parece un poco raro, pero lo investigo; dicen que harán las pruebas la primera semana. Después de estar leyendo lo que he encontrado del equipo del instituto, que por lo visto también tienen uno de baloncesto, me voy a dormir.

Pasa volando el fin de semana, el sábado fui a comprar unas cosas que me faltaban para las clases y otras para decorar mi cuarto, y el domingo me lo dedique a pintar junto con mi madre la habitación que será para invitados.

¡Bip, bipbip, bipbipbip! Suena mi alarma.

-Sí, ya te he escuchado- digo mientras la apago.

Me duche ayer por la noche para que hoy pudiera dormir más. Me levanto de la cama y voy al baño a lavarme los dientes y la cara. Me dirijo al vestidor, veo en una percha el uniforme planchado y suspiro solo de pensar en las personas que me encontraré en mi nuevo instituto. Me pongo la falda con el polo, ya que me gusta más que la camisa, cojo la chaqueta y las Converse blancas de plataforma, ya dije que la corbata no me la pondría ni muerta, me meto el IPad en el bolso de clase junto con un estuche y mi carpesano. Después me hago la mochila para hacer la prueba para el equipo de voleibol, bajo las escaleras y voy a la cocina.



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En el texto hay: problemas, celos, amor

Editado: 02.01.2021

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